Ramón Hernández
28/04/2018
En 1827 la Universidad de Caracas, la UCV, sobrevivía en peores condiciones que en 1809, cuando la idea de la independencia era un sueño de unos pocos descaminados sin cable a tierra. Seis años después de la batalla de Carabobo, la situación de penuria prevalecía. Los profesores apenas ganaban para comer y el gobierno con sede en Bogotá –Venezuela era una provincia de Colombia, sin “Gran”–, le negaba hasta una pequeña suma para crear una cátedra de Derecho Público.
No era la situación de los centros de enseñanza del antiguo virreinato de la Nueva Granada. Mientras la Universidad de Caracas y las escuelas públicas de la Provincia de Venezuela se mantenían en condiciones precarias, el general Francisco de Paula Santander adelantaba en el colegio de San Bartolomé de Bogotá planes especiales de estudios para formar en poco tiempo hombres útiles al Estado, establecía cátedras de Derecho Público y de idiomas, y gastaba sumas considerables en bibliotecas, museos, observatorios y establecimientos litográficos.
No era la situación de los centros de enseñanza del antiguo virreinato de la Nueva Granada. Mientras la Universidad de Caracas y las escuelas públicas de la Provincia de Venezuela se mantenían en condiciones precarias, el general Francisco de Paula Santander adelantaba en el colegio de San Bartolomé de Bogotá planes especiales de estudios para formar en poco tiempo hombres útiles al Estado, establecía cátedras de Derecho Público y de idiomas, y gastaba sumas considerables en bibliotecas, museos, observatorios y establecimientos litográficos.