Eleazar Narváez Bello
El Nacional
@eleazarnarvaez
Este artículo recoge varios textos que he escrito y divulgado en diferentes ocasiones. Me complace compartirlos nuevamente en momentos en los cuales rememoramos muy gratamente aquel histórico parto de gran transcendencia que tuvo lugar con la promulgación de la Ley de Universidades el 5 de diciembre de 1958. Que sirva este recuerdo para reafirmar hoy nuestro compromiso inquebrantable con la universidad autónoma venezolana.
Es preciso reivindicar la autonomía como principio de vida, en tanto componente esencial de la condición humana, es decir, como posibilidad que tiene cada cual – con fundamento en la independencia de pensamiento y acción - de elegir y responsabilizarse por la vida que se desea desarrollar, sin que represente una fuente de agresión o de calamidades para otras personas e instituciones.
Sin lugar a dudas, tal principio es indispensable para preservar la dignidad humana, para que cada quien – bien sea la persona o la institución - disfrute efectivamente del derecho de exigir que se le juzgue por sus méritos y deméritos, por su valor, por lo que realmente es y hace, y no en función de su pertenencia a uno u otro colectivo o de cualquiera determinación que no pueda cambiar.