miércoles, 25 de abril de 2012

Cultura es libertad

Tal Cual, 25/04/12
 
 Vargas Llosa asegura que "la alta cultura ayuda a defenderse de los totalitarismos" ya que está "ligada a la preocupación por la democracia"
 
El escritor peruano Mario Vargas Llosa hizo hoy una apasionada defensa de "la alta cultura" porque es "inseparable de la libertad", fuente de inconformismo y porque ayuda al ser humano a "defenderse de los totalitarismos, del sectarismo y de los dogmas".

"La defensa de la alta cultura está ligada a la preocupación por la democracia", afirmaba Vargas Llosa durante la presentación de su nuevo ensayo, "La civilización del espectáculo", en el Instituto Cervantes, en la que mantuvo un interesante diálogo con el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, que defendía algunas posiciones contrapuestas a las del Premio Nobel de Literatura.

El acto fue presentado por el director del Cervantes, Víctor García de la Concha, para quien el ensayo de Vargas Llosa puede causar "una auténtica conmoción en el lector" por las reflexiones que contiene, a partir del convencimiento del autor de que la cultura "se ha adulterado" y está invadida por "la banalidad y la frivolidad".

Vargas Llosa reconoció que su libro — publicado por Alfaguara en España y en Hispanoamérica — expresa "preocupación y una cierta angustia" al ver que lo que se entendía por cultura en los años 50, 60 ó 70 "se ha ido transformando y convirtiéndose en algo esencialmente distinto".

El libro "no es pesimista pero sí quiere invitar a la reflexión sobre la hegemonía que ha adquirido la diversión", que puede convertirse en "la columna vertebral de la cultura", un cambio que Lipovetsky, autor de ensayos como "La era del vacío" o "La sociedad de la decepción", ve con simpatía.

Este pensador francés sabe que hoy día ya no se espera que "la cultura cambie el mundo" y en este sentido "ha ganado la civilización del espectáculo" de la que habla Vargas Llosa.

En contra de lo que opina el filósofo francés, Vargas Llosa no cree que la civilización del espectáculo "haya traído paz o sosiego" ni que haya contribuido a que disminuya la violencia. "Todo lo contrario, la violencia está muy presente en nuestra sociedad", y eso se puede atribuir al "desplome de la alta cultura", subrayó el escritor peruano.

Si la cultura se vuelve solo espectáculo, "prevalecerá el conformismo, la pasividad", y puede acarrear "el desplome de las instituciones democráticas" porque favorece "la desmovilización del individuo y la de los intelectuales", fenómeno este último que preocupa seriamente a este gran escritor, que sí procura participar en los grandes debates de la sociedad.

Lipovetsky no cree que la sociedad del espectáculo favorezca la violencia y recuerda que la alta cultura "no protegió al mundo del nazismo", que se dio en Alemania, una de las naciones "más cultivadas del mundo; la nación de Goethe y de Kant".

El autor de "La ciudad y los perros" recordó que todas las sociedades autoritarias "lo primero que hacen es establecer sistemas de censura hacia la cultura", y eso, a su juicio, es "una demostración de la importancia de tener una cultura rica, altamente creativa y libre". "La alta cultura nos defiende contra los totalitarismos, el sectarismo y los dogmas". La sensibilidad "se embota" si desaparece ese tipo de cultura y por eso "renacen" el nazismo y el antisemitismo y "rebrota la xenofobia en las sociedades cultas.

Investigación académica y cerco presupuestario

Gustavo Méndez
El Universal, 25/04/12

 "Quedamos para pagar salarios no hay investigación académica"

En 51 minutos los Vicerrectores Administrativos expusieron, por todos conocida, la realidad de las universidades agobiadas por el creciente déficit presupuestario y la apatía del Gobierno para resolver la crisis económica.

Para recordar. Desde el año 2006 el Ejecutivo ha aprobado 50% del presupuesto presentado por las autoridades. Las deficiencias, en su mayoría partidas para el pago de nómina, se cancelan vía crédito adicional. La inversión para investigación, docencia, extensión e infraestructura es nula. El 2012 no será distinto, y este martes, las autoridades alertaron que se está descapitalizando la academia.

El coordinador del Núcleo de Vicerrectores Académicos y autoridad de la Universidad Nacional Abierta, Arnaldo Escalona, fustigó que la historia se repita todos los años. "Siempre el presupuesto es inferior al solicitado. El proyecto se elabora según la estimación del Gobierno y 90% es para gasto de personal. En la UNA no hemos podido arrancar porque contamos con una partida de Bs. 1.500 para funcionamiento pese a que tenemos núcleos en todo el país", expuso desde la Universidad Central de Venezuela (UCV).

La autoridad reclamó que no se haya estimado la partida para cancelar el bono alimentación y aguinaldo de los trabajadores, y preguntó. "¿Por qué se presupuesta con el barril de petróleo a 40 dólares, pero el año pasado no bajó de 100 dólares?", y soltó "no es posible que estemos mendigando".

Escalona también se encargó de desmontar la tesis oficial según la cual las universidades no rinden cuentas. "Cada trimestre presentamos informes sobre los recursos asignados vía crédito adicional. No e posible que el 23 de diciembre se hayan entregados los recursos para cancelar las deudas del año. Se nos va el tiempo en rendir cuenta, y nunca recibimos el dinero. Al final quedamos para pagar salarios no hay investigación académica". 

lunes, 23 de abril de 2012

Universidad Pública Vs. Desarrollo

Arturo Guillaumín Tostado
LAISUM, México,22/04/12

Un tema recurrente de discusión en el ámbito educativo es el que se refiere a la privatización de los fines de la universidad pública. Es decir, su conversión progresiva para que opere como una empresa productora de conocimientos y de “recursos humanos”1 que alimenten a la economía neoliberal. De ahí todo ese sistema operativo y conceptual que domina el ambiente y que incluye aspectos tales como competitividad, acreditación, certificación, productividad, liderazgo, ranking, competencias, etc. Para quienes defendemos la naturaleza humanista de la universidad pública la cosa pinta difícil. El asunto es que detrás de este proceso de privatización hay un argumento legitimizador poderoso: la universidad debe contribuir al desarrollo (del país, de las regiones, del mundo). ¿Quién en su sano juicio puede oponerse al aparentemente bienintencionado propósito de promover el desarrollo? Al parecer, un creciente número de académicos, científicos y pensadores de todas partes del mundo.

El desarrollo no es sólo un concepto que utilizan los economistas, los políticos y los expertos. Es una manera de ver el mundo y de vernos en ese mundo. Modela nuestras “necesidades”, deseos y consumos. Determina el diseño de nuestras instituciones (incluyendo las educativas) y la organización de nuestras vidas. El desarrollo ha establecido una racionalidad que nos dicta lo que es bueno, conveniente y deseable. Está fundado en términos dicotómicos, como éxito-fracaso, riqueza-pobreza, productivo-improductivo, etc. La racionalidad del desarrollo está tan arraigada en nuestras mentes y acciones, que pocas veces o nunca sometemos a un examen crítico sus consecuencias. El desarrollo ha creado un conjunto de categorías que se imponen en los sistemas de conocimiento, los cuales se reproducen por medio de la educación. Como dice Ashis Nandy, la dominación se ejerce hoy no tanto mediante la fuerza, sino a través de categorías, incrustadas en los sistemas de conocimiento:

Durante las últimas décadas, las definiciones hicieron que por lo menos dos mil millones de seres humanos se vieran a sí mismos como subdesarrollados, no sólo económicamente, sino también cultural y educativamente (Nandy 2003: 143).

El desarrollo, con la ayuda de la educación, convirtió lo local en algo irrelevante. Si queríamos progresar teníamos que poner los ojos en lo que estaba fuera de nuestras vidas, experiencias y saberes. La educación se encargó de que aprendiéramos el nuevo alfabeto único del desarrollo al tiempo que nos hacía olvidar los alfabetos propios. Dejamos de ver lo que las comunidades y las personas pensaban y hacían en sus lugares (Fasheh, 2002), para aprender que la felicidad y el bienestar se encuentran más allá del horizonte.

La universidad forma los “recursos humanos” para el desarrollo: mano de obra, profesionales, especialistas, administradores y “líderes” que requiere el funcionamiento de la economía global. Prepara a los científicos y tecnólogos que proveen los conocimientos y sus aplicaciones para hacer más provechosas las inversiones.2 El conocimiento que vale es aquel que sirve a los fines de la economía. Pero no sólo eso. La educación forma a los futuros consumidores y ciudadanos de McWorld, como Benjamin Barber bautizó a la civilización occidental. La educación se privatiza en sus fines y métodos y adopta un enfoque empresarial. Así, se enseña la eficiencia económica y no el bienestar o el equilibrio de la biosfera. Se promueve la competitividad en detrimento de la cooperación. Se privilegia la especialización y la estandarización, y se atenta contra la diversidad.

La educación de hoy alienta a los jóvenes a encontrar carrera antes de que puedan encontrar una vocación (Orr 2004). Una carrera es un trabajo, una manera de ganarse el sustento, una forma para hacerse de un curriculum. Es símbolo de movilidad social y de un “estilo de vida” (medible en niveles de consumo). En cambio, una vocación tiene que ver con propósitos más trascendentales en la vida, con valores más profundos, con lo que uno quiere legar al mundo. La escolarización deja impreso un paradigma disciplinario en las mentes de los jóvenes, con la creencia de que el mundo está organizado en campos separados, como en el curriculum. Llegan a creer que la economía no tiene nada que ver con la física o con la biología. No se puede mantener esta creencia sin causar daño, tanto al planeta como a las mentes y vidas de las personas que lo creen así.

sábado, 21 de abril de 2012

Libertad académica

Rafael Rafael Aldao
El Universal, 21/04/12

Comienza ésta por un buen sueldo para el profesor y mejores fondos para las universidades e institutos. La verdad, sabemos, es que desde hace al menos dos décadas no es así, el profesor apenas recibe remuneraciones subóptimas y las respectivas instituciones capean presupuestos congelados años atrás.

La pregunta es obvia, ¿por qué y cómo, ocurrió así cuando el diseño democrático original de nuestra libertad académica fue bueno, si no excelente? Sí, es cierto, a partir de 1958 con la democracia en Venezuela, concurrió un diseño genial, que se cumplió plenamente, pero que se agotó en 30 años, nada mal, podría decirse. A partir de la década de los ochenta el andamiaje institucional se vino en picada, hasta lo que tenemos hoy.

Los pilares de aquella libertad fueron las universidades autónomas, un centro de excelencia internacional, y fondos altamente competitivos para financiar el desarrollo del conocimiento a su más alto nivel. Todo ello en un marco económico razonablemente sano.

Ante el vacío de nuevos planes visionarios, gradualmente se juntaron la homologación salarial, la jubilación precoz, el bloqueo al ingreso de jóvenes talentos, y, finalmente, la desaparición súbita de los fondos competitivos, regionales y nacionales. Mesa servida para la ideología.

Esta realidad exige cambios profundos y urgentes, que, sin embargo, serán efectivos por muy poco tiempo, quizá meses. La complejidad del mundo actual es tal, que se debe tomar en cuenta el dinamismo de una sociedad interconectada a escala planetaria, en tiempo real. Y esto, por lo visto, no aparece en ningún programa de gobierno para las elecciones venideras.

Ese agotamiento de las soluciones "lógicas" se expresa en la crisis de la eurozona, y en el vacío político estadounidense. Habrá que recurrir, entonces, a nuestro talento y conocimiento, para diseñar esa nueva visión, nada obvia ni de sentido común, que exige nuestra entrada definitiva, ojalá, al nuevo siglo.

lunes, 16 de abril de 2012

¿Educación para todos?

José Joaquín Brunner
 http://mt.educarchile.cl/MT/jjbrunner/

A lo largo de la historia, los procesos de masificación educacional han sido rechazados o resistidos por quienes gozan de un alto estatus cultural. Utilizan para ello una batería argumental cuya lógica posee un inconfundible sello estamental (aristocratizante). Una expresión paradigmática se encuentra en el alegato realizado por un diputado tory ante la Cámara de los Comunes, en1807.

Sostenía él que por aparentemente plausible que aparezca la idea de extender la educación (elemental) a la clase laboriosa de los pobres, en la práctica acarrearía consecuencias negativas para ellos y la sociedad: les enseñaría a despreciar su posición en la vida en vez de hacerlos buenos servidores en la agricultura y otras ocupaciones productivas; en vez de inculcarles la virtud de la subordinación, los convertiría en rebeldes y refractarios; los habilitaría para leer "panfletos sediciosos, libros viciosos y publicaciones contrarias al cristianismo", y los volvería insolentes con sus superiores, obligando al legislador a dirigir "el vigoroso brazo del poder" precisamente contra aquellos que se buscaba beneficiar.

Así, la educación masiva, universal, terminaba perjudicando la moral y felicidad de los pobres.

Argumentos similares fueron esgrimidos en Chile por los grupos conservadores contra liberales, laicos y radicales, durante la larga tramitación de la ley de instrucción primaria obligatoria a comienzos del siglo XX. Sostuvieron que no era necesario y que carecía de sentido incluir a todos en la cultura escolarizada. Que los padres debían decidir si mandar o no a sus hijas e hijos al colegio. Que enviarlos compulsivamente provocaría un exceso de jóvenes educados; la economía no podría absorber tal masa (semi)ilustrada. Al fin, se extendería el descontento y la lucha de clases y, con ello, la necesidad de la represión.

Hoy vemos que, de manera más sofisticada y tecnocrática y con un sesgo menos clasista, similares elementos vuelven a invocarse para contener y oponerse a la universalización de la educación terciaria. Quienes nacieron en la época en que el acceso a la universidad era una experiencia de élite, reservada a una minoría selecta -los herederos de la alta cultura los llama Bourdieu-, tienen dificultad para aceptar la masificación de esa experiencia y su progresiva desacralización y pérdida de efecto carismático. De allí, asimismo, su fascinación con universidades de nicho, altamente selectivas, situadas en los jardines del contrafuerte cordillerano, o con universidades mayores, pero igualmente selectivas a las cuales sólo acceden "los mejores y más brillantes" de cada generación. Universidades, por ende, portadoras de alguna distinción: de clase, mérito, sentido misional, sensibilidad estética, espíritu aristocrático o membresía en redes de élite.

Al contrario, la educación terciaria masiva es cualquier cosa, menos distinguida. Es numerosa, variopinta, sin drama, vulgar, hermana de la televisión abierta, cortada a la altura del "hombre medio", como lo llamó Ortega y Gasset. No es portadora de señas de prestigio, carece de estilo, no se sujeta al canon de los grandes libros, es francamente utilitaria, atiende una demanda masiva; incluso suele acusársele de ser mesocráticamente "siútica", como cuando se viste o viste a sus graduados de toga y birrete.

Contra ella, ¿qué se argumenta? Que produce un exceso de técnicos y profesionales (semi)cultos. Que los prepara para un mercado ocupacional ya saturado. Que forma un ejército potencial de desempleados. Que rebaja el estatus de las grandes profesiones. Que deteriora la calidad de los estudios superiores y condena a numerosos graduados a obtener un retorno negativo para su inversión educacional. ¡ Nihil novum... !

El error conservador reside en creer que la educación no tiene que ver con la dignidad de las personas, su identidad personal y proyectos, sino sólo con el homo economicus y la rentabilidad de sus inversiones. En confundir lo que es un derecho con una mera utilidad. En estimar que la alta cultura vale más por excluir que por ser inclusiva. Y que las masas, el hombre medio, debieran contentarse con una educación secundaria o capacitación laboral, sin aspirar a aquello que estaría por encima de sus posibilidades.

"El error conservador reside en creer que la educación no tiene que ver con la dignidad de las personas, su identidad personal y proyectos, sino sólo con el homo economicus y la rentabilidad de sus inversiones".

domingo, 15 de abril de 2012

Banalización de la Cultura

Interesante entrevista a Mario Vargas Llosa en relación con lo planteado en un ensayo suyo titulado "La civilización del espectáculo":  "Sería una tragedia que la cultura acabe en puro entretenimiento"Texto completo

viernes, 13 de abril de 2012

La brecha del conocimiento

Clovis Baptista
El Universal, 13/04/12
 
América Latina y el Caribe es una de las regiones más desiguales del mundo, pero la brecha entre ricos y pobres cuenta solo una parte de la historia. Otro barómetro es la brecha digital.

Hoy en día, el acceso a la banda ancha es un recurso fundamental para el desarrollo económico y social, que tiene un impacto directo sobre la posibilidad de que una persona pueda superarse. A pesar del sólido crecimiento económico que se ha producido en América Latina y el Caribe en los últimos años, la región aún está en rezago en cuanto al acceso a la tecnología, especialmente en zonas rurales y de pocos recursos.

Esa brecha es uno de los temas que estarán sobre la mesa en la VI Cumbre de las Américas, que tendrá lugar el 14 y 15 de este mes en Cartagena de Indias, Colombia. Los presidentes y primeros ministros del hemisferio examinarán qué políticas se pueden implementar para ampliar el acceso y promover el uso efectivo de las tecnologías de información y comunicación.

Este tema ha sido de preocupación para la región por lo menos desde la III Cumbre de las Américas, realizada en la ciudad de Québec, Canadá. El Instituto para la Conectividad de las Américas, establecido después de dicha cumbre, implementó muchos proyectos exitosos en los cuales la tecnología jugó un papel clave.

Por ejemplo, se realizó un proyecto en Argentina y Bolivia con el fin de mejorar la capacidad de detectar y prevenir el chagas -una enfermedad potencialmente mortal- con la entrega de dispositivos electrónicos portátiles a trabajadores comunitarios de salud. Usando dichos dispositivos, los trabajadores pudieron recopilar y registrar información de manera más eficiente. La información se transmitía a un sistema central que permitía la creación de mapas para visualizar las tasas de incidencia de la enfermedad, lo cual a su vez posibilitó el diagnóstico más temprano y más eficaz en zonas de alto riesgo.

Además de mejorar los servicios médicos, la tecnología puede ayudar a enriquecer la educación, crear empleos, mejorar los servicios públicos y facilitar mayor participación en el proceso democrático. La OEA ha implementado iniciativas para promover el gobierno electrónico, la educación a distancia y la participación en el diálogo sobre temas de interés para la región; entre ellos fomentó un amplio debate en torno de los temas centrales de la VI Cumbre. La Comisión Interamericana de Telecomunicaciones por su parte, sirve como foro permanente donde los gobiernos y el sector privado coinciden para facilitar el despliegue de infraestructura, tecnología y servicios, con el fin de fomentar el crecimiento económico y el desarrollo social en la región.

A lo largo de los últimos años, los gobiernos del continente han ampliado su inversión en infraestructura para ampliar el acceso a las tecnologías. El año pasado, por ejemplo, Brasil inició un ambicioso programa que busca llevar servicios de Internet a bajo costo al 70% de los hogares para el año 2014.

En la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe, los estudiantes en áreas urbanas tienen una posibilidad mucho mayor de tener acceso a Internet que sus pares en áreas rurales. Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, casi el 60% de los estudiantes de 15 años de edad en zonas urbanas de México tenían acceso a una computadora en el año 2009, comparado con un poco más del 20% de los estudiantes rurales.

Por supuesto, la tecnología en sí no es suficiente. El año pasado, el Banco Interamericano de Desarrollo analizó los resultados preliminares de un esfuerzo amplio para entregar computadoras laptop a estudiantes en el Perú. El estudio no identificó impacto alguno de las computadoras en el aprendizaje -lo cual no fue sorpresa, según uno de los autores-, ya que el esfuerzo no incluía ninguna medida para integrar la tecnología con el currículum escolar. Es decir, la tecnología es una herramienta útil, pero solamente una herramienta.

Estos son algunos de los desafíos que abordarán los líderes de la región cuando se reúnan en Cartagena. ¿Cómo pueden los países promover el acceso no solo a la tecnología sino a los conocimientos necesarios para aprovecharla de manera efectiva? ¿Cómo se puede asegurar que las políticas gubernamentales apoyen los esfuerzos que ya se están realizando en la sociedad civil y en el sector privado? ¿Qué pasos se pueden tomar para lograr la transformación a corto plazo?

Los gobiernos no pueden hacerlo todo, pero sí tienen el deber de asegurar que toda persona tenga la oportunidad de vivir una vida digna. Cerrar la brecha digital no es cuestión de ofrecer los últimos dispositivos, sino de identificar las vías para cerrar la brecha de la desigualdad. 

miércoles, 11 de abril de 2012

Más ataques en la UCV

Eleazar Narváez
Tal Cual, 11/04/12
 
No cesan los ataques a las universidades que el régimen no ha podido secuestrar. A las mismas que el Presidente y sus voceros consideran sus enemigas por no plegarse a sus designios. Las que resisten los embates del pensamiento único. Esas que, en honor a su nombre y amparadas en los deberes y derechos que les da la Constitución y la vigente Ley de Universidades bajo el principio de autonomía, en reiteradas oportunidades han dejado escuchar las voces de sus académicos y estudiantes con planteamientos que no son del agrado de quienes hoy detentan el poder. Son esas instituciones donde precisamente los candidatos del oficialismo han sido derrotados contundentemente y de modo recurrente en los procesos democráticos de escogencia de autoridades y de elecciones estudiantiles.

Como se ha dicho muchas veces, ese afán desestabilizador se ha puesto de manifiesto con bastante intensidad en la vida de la UCV en los últimos once años.

Dicho empeño se ha expresado mediante varios hechos en los que han tenido responsabilidad tanto el Gobierno como determinados órganos del poder público subordinados a éste en condiciones reñidas con el Estado de Derecho. Medidas gubernamentales como la progresiva asfixia presupuestaria y el acoso simbólico y moral a la institución, al igual que los atropellos del TSJ y el absoluto desentendimiento de los cuerpos policiales y de la Fiscalía ante las reiteradas acciones violentas en el campus universitario, son, entre otros, algunos de los expedientes utilizados para provocar serios trastornos al ejercicio de la autonomía en esa casa de estudios.

Esos ataques con sus perversos efectos no sólo continúan, tienden a profundizarse. Hace poco fue tomado, por conocidos actores de la violencia, el edificio central de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales para conmemorar el golpe asestado a la UCV el 28 de marzo de 2001. Así como el Gobierno tuvo la desfachatez de celebrar el 4-F, en este caso se quiso hacer algo parecido con el M-28. La ministra Córdova justificó tal aberración al decir que era una protesta normal, y afirmó curiosamente que no vio a los encapuchados que participaron en esos actos.

A tales desafueros es casi seguro que se agregue dentro de poco tiempo la arbitrariedad del TSJ de ordenar la suspensión de las elecciones para la escogencia de autoridades rectorales en la UCV. Ya lo hizo con las decanales el año pasado, dando lugar a una situación de interinato que podría tener graves consecuencias en esta institución.

Añádase a lo anterior, el gran desaliento que representa para los trabajadores ucevistas y de las demás universidades, así como para los de la administración pública en general, la decisión presidencial de pagar la deuda de las prestaciones sociales con dudosos bonos petroleros no sujetos a transacción alguna durante dos años. No sé si esto tendrá algo que ver con la llamada ética socialista del régimen.

¿Qué hacer? La unidad, organización y movilización en el plano interno, con la articulación de esfuerzos para crear un frente común con otras instituciones, son imprescindibles para enfrentar las malsanas pretensiones gubernamentales. Sin olvidar nuestras fundamentales preocupaciones académicas, no debemos perder de vista que tenemos por delante un serio y complejo problema político.

lunes, 9 de abril de 2012

Poder y política en la academia

Orlando Albornoz

A pesar del tradicional discurso acerca de que la universidad venezolana es un espacio político de participación democrática, siguiendo el espíritu de la Reforma de Córdoba y los principios de la Constitución de 1999, la sociedad como tal participa muy poco en las actividades de la academia y la misma comunidad lo hace en forma si se quiere marginal, entendiendo que la comunidad es el cuerpo institucional y la sociedad el conjunto nacional. En ambos casos en la conformación del poder en la academia, que suele estar bajo el control de quienes, por una u otra vía, logran organizar sus grupos de poder y/o de influencia tales que les permiten acceder a ese poder institucional, operando entonces como un conjunto burocratizado. El mismo opera, a su vez, con elevada eficiencia, para mantener control de los beneficios derivados del ejercicio del poder. Según tesis elaboradas, con apoyo científico, la sociedad venezolana se halla orientada más hacia el poder que hacia el logro. Los gobiernos venezolanos, en general, han manejado estas tendencias básicas de la sociedad, premiando sin condición.

El logro tiene que ver con el esfuerzo, mientras que más bien los gobiernos alimentan la vocación autoritaria de la población, que ávidos del Mesías correspondiente, esperan que el Estado desempeñe su papel de dador universal. Quienes se han referido a las características de los venezolanos no dejan de señalar como la picardía (Capriles: 2008) y la condición del vivo (Rosenblat: 1986) son ingredientes comunes en la conducta de estos, ajeno ello a su condición de clase social o de otras variables concurrentes. Sin embargo, ya en el plano sociológico ocurre que ante los impedimentos de una racionalidad social común a todos, los venezolanos, a sabiendas de que los procedimientos de la sociedad son distribuidos según adscripciones que a veces escapan las posibilidades de cada quien, pues apelan a esos famosos “caminos verdes”, que facilitan satisfacer necesidades personales, que de otro modo tienen un costo social muy elevado. En el imaginario colectivo de las comunidades universitarias la autoridad simboliza frente a los miembros de la misma el dador universal y si la misma no puede gobernar, por las limitaciones del caso, puede si otorgar favores y por ello atrae para sí la admiración, atenciones y adulancias que sociedades de comportamiento personalizado en relación a sus gobernantes suelen atribuir.

Las humanidades enfermas

Fernando Rodríguez
Tal Cual, 09/04/12

Hubo un tiempo, nada lejano, en que se pretendía la existencia de unas ciencias sociales.

Ciencias, recalco. Duras como el cemento armado. Hasta la filosofía la convirtió Althusser, al menos por un cierto tiempo, en una suerte de edificio matemático. No digamos la antropología de Levy Strauss. Y ni hablar de la lingüística, modelo estructural de todas las demás. Y las ínfulas del psicoanálisis deseoso de convertirse en una suerte de omnímoda sapiencia universal. A los sociólogos les dio por leer, y cuestionar científicamente, desde la perversidad de un juego de fútbol hasta la ideológica costumbre de comer con la boca. Los historiadores eran materialistas históricos, científicos pues, del devenir humano y Domingo Alberto Rangel entraba a la escuela de Economía de la UCV dando gritos para que sus colegas leyeran las memorias del Banco Central y dejaran la pendejada de andar puliendo el modelo estructural de la formación social venezolana. Y así sucesivamente, Y no sólo los franceses dominadores, hijos de alemanes, también los anglosajones hacían lo mismo pero de otra manera, viendo dislates lingüísticos hasta en la sopa o tratando de convertir a los humanos en ratones algo más complejos.

Eso se acabó, para bien o para mal. Mucho tuvo que ver ese desplome con la caída de los muros y las estatuas de la tradición marxista. El avasallamiento mediático, reforzado con la gran revolución tecnológica de las comunicaciones.

O eso que llaman el fin de las ideologías, la muerte de la filosofía , el arribo del capítulo final de la historia, la mercantilización hiperbólica de las artes, la decadencia de la cultura, el hedonismo consumista, la soledad de las megalópolis, el imperio de las hamburguesas y pare usted de contar. La era del vacío, como dijo alguno.

En sustitución de ese mundo de batas blancas humanistas, donde cada disciplina estaba en su lugar, con su objeto propio y su aceitada epistemología, se ha producido un batiburrillo, una olla podrida donde cada quien mete su cuchara y confecciona su propio plato, como se mezcla la comida tailandesa con la peruana o la finlandesa. Y sin mayores requerimientos de calidad epistémica, difícil en tan babélica comunidad. No es de extrañar, entonces, que haya tanta intoxicación o lo que es más frecuente el escasísimo consumo de esos platillos, reducido a sectas académicas, y en consecuencia su inanidad práctica para orientar un mundo que parece caminar hacia el futuro con los ojos muy cerrados, probablemente sólo regido por una todopoderosa racionalidad tecno-económica que camina a su cosificado saber y entender.

La verdad es que no sé si hay mucho que hacer al respecto, pero se me ocurre que si volvemos la mirada hacia el pasado, con menos ira que la acostumbrada, a lo mejor encontramos que en esos intentos por meter al hombre en el laboratorio científico algo tenía de positivo, al menos la voluntad racionalista, el espíritu de las luces, la confianza en que la razón si bien produce monstruos también produce maravillas. Y más aprendidos y sosegados nos proponemos respetar algunos principios muy antiguos, muchos de los cuales están en las imperecederas páginas sobre lógica de Aristóteles o en el Discurso del método cartesiano. Dice uno. 

El inminente cambio de la universidad

Luis Porter
LAISUM, México, 07/04/12

Gangster académico (II)
En el artículo anterior, titulado “Gángster Académico”, nos centramos en el nivel micro de una dinámica universitaria que consideramos altamente autodestructiva. Dicho nivel, al situarse en el nivel de los fenómenos, provoca algunas tentaciones lógicas, como por ejemplo, querer disponer de ilustraciones, hablar de casos, en suma, señalar los nombres y los apellidos. Sin embargo, detenerse en lo anecdótico no basta para dotar de sentido a estas reflexiones. Cuando denunciamos prácticas académicas reprobables, no buscamos castigos, sino posibles aplicaciones útiles. Nos interesa en primer lugar, contribuir a una revaluación de nuestra concepción de universidad pública. Ello nos lleva, en esta segunda entrega, a hacernos preguntas sobre la forma en que concebimos la posibilidad de aportar con algo a la renovación y cambio de la universidad. Los que nos hemos dedicado al estudio de la universidad, como un tema de especialización, hemos llegado a propuestas de modelos alternativos, fundamentalmente distintos a lo que perdura de aquella universidad pública hoy desaparecida. Estas propuestas no surgen de una actitud reformista, sino de la intención de contribuir al cambio radical y por lo tanto revolucionario. Aunque escribamos, creemos haber superado el nivel del discurso bien intencionado para ir a la acción. La noción de “revolución” a la que nos referimos es la que propone Thomas Kuhn1 en su teoría de la transición de un paradigma viejo a otro nuevo. 
Hacer evidente y hablar de la existencia entre nosotros de gángsters académicos no tiene propósitos persecutorios, ni intenta convertir a la universidad en un coliseo romano. El propósito es estimular la creación de ideas que lleven a la transformación de nuestras rutinas cotidianas, para que desde lo cotidiano transformemos nuestro proyecto personal y de esa manera incidir desde ya en el proceso amplio que afecta a nuestra cultura académica. Creemos que tenemos que inventar una universidad nueva. Para que este propósito no suene a mera retórica utópica, recordemos que Kuhn entendía el paradigma como aquellos logros reconocidos universalmente, capaces de proveer problemas modelo y soluciones a una comunidad de profesionales. Transfiriendo la teoría de Kuhn que él aplicaba a las ciencias hacia las universidades (ciencia = universidad), podemos decir que la universidad ha pasado por una sucesión de periodos estables y acumulativos, que la ha llevado a sufrir un desgaste que se manifiesta en los usos y costumbres entre los que destacan los ya aludidos en el artículo anterior. Creemos que dicho proceso hoy ha llegado al umbral de un periodo de ruptura, que puede ver con más claridad el que asume un pensamiento revolucionario. Las nuevas tecnologías de la comunicación hoy nos acercan con inmensa amplitud y claridad (Laisum es una herramienta útil en ese sentido) al estado en tiempo real del status quo existente (lo que Kuhn llamaría la “ciencia normal”, es decir, la “normalidad” de la universidad actual). La escandalosa normalidad en la que vivimos explica la existencia de los gángsters académicos, porque ellos son los que juegan el papel de suprimir las novedades fundamentales que les resulten subversivas y atenten contra la norma. Kuhn también nos dice que mientras se conserve alguna conciencia de lo arbitrario de la normalidad, ésta no podrá durar mucho. Es así que frente a la situación actual de la universidad, que se asume como “normal”, el conformismo por lo establecido propondrá soluciones “normales” (acciones de gestión y de control preservadoras de la normalidad) hasta el punto en que al ser imposible negar las anomalías que subvierten la tradición vigente, se haga necesario el cambio de paradigma.
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domingo, 8 de abril de 2012

La casa amedrentada

Tulio Hernández
El Nacional, 08/04/12
 
No sé qué perturba más, si la miseria humana expresada en los actos de violencia sistemática que el Gobierno auspicia contra la Universidad Central de Venezuela o la manera efímera y circunstancial, de alguna manera pasiva y cómoda, con la que la mayoría de los ucevistas de bien soportan evasivamente la agresión.

Salvo las respuestas puntuales a cada ataque y las voces solitarias, como la de la rectora García Arocha, pareciera que el fenómeno estuviese ocurriendo en otra parte y contra otras personas. O que la lucha ya estuviese perdida y la mayoría hubiese decidido ­como en el Nosferatu de Herzog, pero sin festejo­ entregarse a esperar el día cuando el régimen ordene el asalto final.

Es algo incomprensible. Porque es cierto que los violentos usan armas largas, disparan contra las instalaciones, rompen a trompadas el rostro de los dirigentes estudiantiles de la unidad democrática, lanzan bombas lacrimógenas suplidas por los cuerpos policiales, tienen infiltrado el servicio de vigilancia de la institución. Pero también lo es que la respuesta violenta no es el único recurso al que pueden acudir las cerca de 400.000 personas que, entre estudiantes y profesores, rechazan mayoritariamente a una minoría que en cada acción comando no pasa de 12 o 15 personas.

Es verdad, también, que el fenómeno no es fácil de resolver por vías legales. Porque el Ejecutivo y los poderes públicos, que, ya sabemos, no son autónomos, se han negado a actuar contra las pandillas rojas, lo que explica que de las innumerables solicitudes que las autoridades rectorales han hecho a la Fiscalía General ni una sola ha sido procesada, ninguno de los actos de violencia, suficientemente registrados en videos y fotografías, investigado y, mucho menos, castigados sus responsables.

Pero hay muchas otras posibilidades de respuesta que la comunidad universitaria ni siquiera ha intentado explorar.

Que no se haya producido un movimiento masivo de acciones públicas, movilizaciones, debates, intervenciones artísticas, campañas disuasivas, mesas de negociación, jornadas por el diálogo y la convivencia, vigilias, cadenas humanas y otras iniciativas de las que tanto nos han enseñado las experiencias universales de resistencia pacífica no hablan bien de una institución, la universidad, que se supone encarna el súmmum de la civilidad y el universalismo, cualidad que en el caso de la Universidad Central de Venezuela se expresa en su himno que la define como "casa que vence las sombras".

Probablemente la pasividad colectiva y la impotencia de sus liderazgos y autoridades ante los violentos no sean la enfermedad, sino el síntoma.

Quizás la menguada capacidad de reacción tenga que ver con un cuerpo que ya no tiene conexión entre sus partes y perdió la referencia de dónde le queda el cerebro y dónde el corazón. Tal vez nuestra institución ya no sea ni siquiera una federación de facultades y escuelas que sólo circunstancialmente se reconocen como parte de un proyecto común.

Lo más probable es que nos hayamos convertido en sólo una aglomeración de parcelas, más pequeñas que feudos, incapaces de actuar en conjunto para defenderse de un enemigo común.

La sensación dominante es que los espacios del ethos, del ansia de saber, y la libertad de creación se fueron extraviando entre tantos archivos de contratos y reclamos de prebendas menores que un colectivo de profesionales mal pagados ha encontrado como tabla de salvación.

Quizá la enfermedad haya avanzado mucho. Pero siempre hay reservas, sobre todo en un centro de estudios con profesionales de alto nivel que tanto le ha dado al país, y entonces la necesidad de afrontar el plan oficial de captura de las universidades públicas, además de amenaza, sea una gran oportunidad de reacción.

Mientras dudamos, a esta hora los violentos deben estar sonrientes preparando las lacrimógenas que un alcalde les hizo llegar como regalo de Domingo de Resurrección para el próximo ataque. Porque ellos saben que, hasta nuevo aviso, no habrá respuesta contundente en una casa que, por ahora, se muestra, si aún no vencida, por lo menos amedrentada. Por las sombras.

sábado, 7 de abril de 2012

Por una ciudadanía universitaria como alternativa para la autonomía universitaria

Julián Palau
Universidad del Valle, Colombia

El principio de autonomía significa que la universidad se dé sus propias leyes, maneje a su libre arbitrio las cuestiones relativas a su propio gobierno. El principio de la autonomía universitaria tiene un profundo significado democrático que reconoce en la universidad un espacio de cualidades excepcionales, como el lugar privilegiado en donde se produce el pensamiento de avanzada. Como lugar de pensamiento, como nicho social para el cambio, como posibilidad de la renovación social, la universidad no es un sitio ordinario. La universidad es un proyecto de largo alcance, un laboratorio social, un laboratorio del pensamiento y del estudio. En virtud de esta consideración lo académico debe estar por encima de los intereses gubernamentales y de la coyuntura política.

De La autonomía en la Universidad del Valle se suele hablar cuando las fuerzas policiales del estado ingresan a su campo. De hecho es algo inadmisible y grotesco que atenta contra la existencia misma de la universidad y contra la seguridad e integridad de sus miembros. Pero el concepto de autonomía se limita cuando solo se habla de esta a propósito de la entrada o no de las fuerzas policiales. El principio y el concepto de la autonomía son mucho más amplios. Se debiera hablar de autonomía en función del crecimiento científico y académico. Como un lugar de construcción en el que el ejercicio del dialogo sea su rasgo predominante.

El ejercicio de la autonomía deber robustecer la universidad por la autoridad moral e intelectual que le debe asistir por derecho propio y por antonomasia. La universidad debe constituirse como un faro social, en el que la sociedad encuentre una cantera de ideas apoyadas en argumentos, en demostraciones filosóficas y trayectorias científicas, en producciones que enriquezcan el pensamiento y en practicas culturales que enaltezcan lo estético como proyecto ético para ser vivido.

Sueldos de profesores

Rafael Rangel Aldao
El Universal, 07/04/12

¿Cuánto gana un profesor universitario en los países del mundo? Esa es la pregunta que contesta el libro, Pagando al Profesorado (Paying the Professoriate), editado por Philip Altbach y colaboradores, del Centro Internacional de Educación Superior, de Boston College, reseñado recientemente por el New York Times (02/04/2012).

Los resultados son realmente sorprendentes, pues la remuneración mensual de un profesor titular, por ejemplo, varía de casi diez mil dólares en Canadá ($9.485) e Italia ($9.118) a menos de 300 dólares en China. Entre los países que pagan mejor también figuran Sudáfrica ($9.330), Arabia Saudita ($8.524), Inglaterra ($8.524), Malasia ($7.864), Australia ($7.499) e India ($7.433).

Para darle contexto a estas cifras, los autores comparan los salarios reales con el promedio de ingreso per cápita por PIB, y se encuentran que en países como Etiopía, por ejemplo, a pesar del relativo bajo salario de $1.207 mensuales, esa cantidad es 23 veces mayor al ingreso promedio de sus habitantes. En Rusia, por el contrario, el salario de un profesor universitario es apenas el 60% del promedio del PIB per cápita.

En América Latina descubren que el 70% de los profesores trabajan a media jornada, y los países que ocupan los primeros lugares de remuneración son Argentina, Brasil, Colombia y México, en ese orden. En Venezuela, un profesor titular puede ganar hasta Bs. 8.000 mensuales, y lo difícil es establecer la comparación con los otros países, pues aquí coexisten múltiples tasas de cambio.

La gran reflexión que se hace el libro, reseñado por el New York Times, es que poco gana la educación superior como base de la innovación y la competitividad de los países, si los profesores universitarios están mal pagados en aquellos países que más necesitan alcanzar un nivel adecuado de desarrollo.

Allí está una tarea para el próximo gobierno, resolver ese asunto urgente a todos los niveles de la educación nacional.

martes, 3 de abril de 2012

Educación y trabajo: articulaciones políticas

Libro publicado por la UNESCO y el IIPE- UNESCO Buenos Aires. Autores: María Rosa Almandoz, Luis Augusto Caldas Pereira, Mariano Fernández Enguita y otros.
Texto completo

Recortes y reformas en investigación

Luis Sanz Menéndez
El País, 03/04/12
 
Tras una época de expansión de los presupuestos para investigación y de aumento de personal en universidades y centros públicos de I+D, desde 2009 vivimos sucesivos recortes presupuestarios, congelación de plantillas e incertidumbres sobre el futuro de los investigadores temporales. En investigación es importante evitar daños irreversibles y, ahora, hacer reformas estructurales que mejoren los incentivos de los actores y la capacidad de respuesta ante la crisis. Si no queremos seguir siendo -casi- irrelevantes, con los efectos negativos que ello tiene para la innovación y el crecimiento económico, son necesarias instituciones fuertes, con flexibilidad de gestión y capacidad de adaptarse al entorno. Y también financiación suficiente.

La Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, aprobada en junio de 2011, no es el ungüento que el sistema de I+D necesita, aunque tiene algunos aspectos como la agencia de financiación de la investigación, el establecimiento de nuevas modalidades de contratación laboral del personal investigador o algunas relativas a la innovación, que merece la pena llevar adelante.

lunes, 2 de abril de 2012

Alarma en la ciencia

El País, 02/04/12
Editorial

La comunidad científica ha lanzado un mensaje de alarma ante la previsible profundización de los recortes en los recursos dedicados a la investigación y el desarrollo en nuestro país. A partir de los ochenta, España experimentó una notable mejora en su capacidad investigadora, traducida en un creciente porcentaje del PIB destinado a la I+D+i, el aumento de nuestras contribuciones científicas y nuestra presencia en proyectos internacionales y la aparición de generaciones de jóvenes científicos con una preparación homologable internacionalmente.
Aun así, nuestros niveles de excelencia científica todavía son modestos, lejos de los de los países más avanzados de Europa, y con un largo camino por delante que recorrer. En este campo, solo un esfuerzo persistente, sin discontinuidades, llegará a consolidar un buen nivel científico y a propiciar el cambio hacia una sociedad basada en el conocimiento que permita afrontar con más garantías un futuro lleno de incertidumbres.
En los tres últimos años se han producido recortes de considerable magnitud, que han comprometido proyectos e instituciones, singularmente los organismos públicos de investigación, y han estimulado en nuestros jóvenes más preparados y con más iniciativa la búsqueda de oportunidades fuera de nuestras fronteras.
Ahora se anuncian nuevos recortes que pueden acabar por liquidar un progreso de décadas y hacer imposible la simple existencia de una actividad investigadora digna de ese nombre. Hay parcelas de actividad social en las que un paréntesis tiene efectos transitorios, pero es fácilmente recuperable cuando la situación general mejora. Sin embargo, en la I+D+i, esos paréntesis tienen efectos demoledores y de largo alcance, por la pérdida de una o varias generaciones que abandonan el país o la actividad para la que se han preparado. La continuidad es esencial.
En esos momentos de dificultades es cuando se contrasta la talla de los políticos y cuando deben afrontar la tarea de priorizar y decidir, con ambición y visión de largo alcance, qué sectores hay que preservar para garantizar el futuro del país en su conjunto. La discusión de los Presupuestos supone una excelente ocasión para que los partidos políticos busquen en el Parlamento un consenso en un asunto cuyos efectos trascienden visiones políticas partidistas y una o varias legislaturas.