Juan Domingo Argüelles
Laisum, México, 29/11/12
Aunque ya no me asombra, sí me inquieta la postura de muchos ideólogos y expertos del libro que propalan la especie de que, entre las obligaciones o consecuencias de la lectura, no está el “conseguir una ciudadanía más asertiva ni mucho menos contribuir a formar una sociedad más responsable e inteligente”. Por esta vía se llega a la pobre conclusión de que no hay sociedades más aptas que otras, ni individuos más ineptos que otros.
Esto lo suscriben hoy hasta los escritores, en buena medida para quitarse un peso de encima al desentenderse de la responsabilidad social y educativa, pues si su ejercicio nada tiene que ver con la ética, sino sólo con la estética, se pueden permitir cualquier cosa (la que sea) con el falaz argumento de que su única obligación es “escribir bien”. (Por supuesto, ¡no hay uno solo que piense que no escribe bien!)
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