J.A.Aunión
El País, 03/12/2013
El informe PISA de la OCDE es, sin duda, después de 13 años y cinco ediciones, la más famosa evaluación internacional sobre los resultados escolares de todo el mundo. Casi nadie discute la importancia de una monumental base de datos educativa que contiene todo tipo de información (no solo de los resultados de las pruebas, sino sobre los colegios, los intereses de los estudiantes, los profesores, las familias, los medios materiales…) acerca de cientos de miles de alumnos de 15 años de todo el mundo. En esta última prueba han participado 295.416 jóvenes de 67 países y regiones (por ejemplo, de China participan por separado, Hong Kong y Shanghái). Sin embargo, a medida que aumentaba el éxito de PISA (no hay político que no lo saque a colación para justificar su reforma, como ha hecho el ministro de Educación español, José Ignacio Wert, con su recién aprobada ley educativa), también se han ido acumulando las críticas.
Las hay desde las que simplemente se quejan del uso torticero de sus resultados en forma de ranking de países (algo que desaconsejan los propios responsables de la OCDE) o con lecturas que no reflejan los matices evidentes de unos resultados estadísticos que, por supuesto, tienen margen de error, ni la dificultad de hacer comparables mediante preguntas concretas de un examen tradiciones e historias educativas tan distintas. Pero también las hay que enmiendan la totalidad del informe, pues aseguran que formalmente no está bien hecho (por la selección de las preguntas, o por las fórmulas estadísticas utilizadas), lo cual lo convierte, simplemente, en inservible para lo que pretende: evaluar y comparar los resultados de los sistemas educativos de todo el mundo de tal manera que se pueda saber el impacto de sus políticas y guiar decisiones futuras.
“Existe una literatura académica creciente que dice que se trata de unos resultados simplificados de lo que pretende ser el rendimiento en lectura, matemáticas y ciencias. Hay investigaciones que demuestran que los países no pueden ser clasificados de manera inequívoca a lo largo de una única escala”, escribe el profesor de Estadística Social de la Universidad de Bristol Harvey Goldstein. La OCDE se declara consciente de las limitaciones de PISA, pero defiende que sus métodos son los más adecuados y que siempre los ha hecho públicos con transparencia. “La confianza en la solidez de PISA se basa en el rigor que se aplica a todos los aspectos técnicos del diseño de la encuesta, la ejecución y el análisis, no solo en la naturaleza del modelo estadístico, que se ha desarrollado a través del tiempo y continuará haciéndolo. […] la solidez de la evaluación radica en el rigor de los procedimientos utilizados en el desarrollo, prueba, análisis, revisión y selección”, asegura la página web del informe.
Si, ahora las instituciones, promovidas desde el uso de las tecnologías en el manejo de las estadisticas (Google, facebook,etc), vienen creando lo que se llaman analíticas de aprendizajes, especie de referentes para estudiar las tendencias y el estado actual del comportamiento de la calidad de la educación.
ResponderEliminar