Bernardo A. Houssay
LAISUM, México, 16/03/2014
La Universidad es el centro de la actividad intelectual superior, y cumple así un papel social de la más elevada jerarquía. Su función consiste en crear los conocimientos, propagarlos, desarrollar y disciplinar a la inteligencia, formar los hombres más selectos por su cultura y su capacidad. Como bases fundamentales de su acción debe enseñar el respeto a la verdad, desarrollar la aptitud de buscarla con acierto, e inculcar la noción de que es un deber el servicio social.
El hombre se destaca y distingue entre todos los animales por su aptitud y su ansia de adquirir conocimientos, su capacidad de acrecentarlos y transmitirlos a través del espacio y del tiempo, y de utilizarlos en provecho de sus semejantes. La elaboración de los nuevos conocimientos es, por lo tanto, la actividad más elevada y más genuina de la mente humana. La investigación es la función primera de la Universidad, ya que primero deben crearse incesantemente los conocimientos que luego han de enseñarse.
Los problemas a resolver son y seguirán siendo infinitos, y corresponde su aclaración a la Universidad como centro superior del conocimiento. Por estas razones, la investigación es la característica esencial que distingue a una Facultad o escuela o instituto universitario. Una institución que no investiga puede ser una escuela técnica o de arte u oficio, pero no es verdaderamente Universidad aunque ostente ese título.
En la Universidad se aprenden los métodos mejores, más acertados y seguros, que permiten instruirse durante toda la existencia, pues un universitario estará obligado a estudiar mientras viva y esté en actividad, ya que todas las ramas del conocimiento están en evolución y adelanto permanente.
El más tremendo error de nuestra enseñanza superior es que está basada en la idea anticuada de la simple transmisión del conocimiento adquirido y no en enseñar a adquirirlo constantemente por la investigación, método que ha dado su vigor a las universidades modernas, por ejemplo a las alemanas y estadounidenses. Por eso nuestras facultades atiborran de conocimientos ya superados, mas no cumplen debidamente su obligación de instruir y formar hombres capaces de tener iniciativas, de plantear los problemas y resolverlos con acierto.
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