Francisco José Virtuoso
El Universal, 26/11/2014
El presidente de la República, señaló el pasado 21 de noviembre, que a partir de este año es necesario hacer énfasis en la construcción de una universidad del siglo XXI, que sea autónoma, popular, democrática y humanista, y que desarrolle el conocimiento y la ciencia al más alto nivel.
Creo que todos los actores que hacemos vida en el sistema de educación universitaria en Venezuela, estaríamos totalmente de acuerdo con esas afirmaciones. Lo que requiere un profundo debate es el camino para alcanzar esas metas.
El Presidente, en la oportunidad que referimos hizo énfasis en la necesidad de democratizar el ingreso a las universidades públicas autónomas. También señaló que el Gobierno en estos últimos 15 años había dado ya un gran paso, al lograr que la matrícula universitaria pasara "de 894.418 estudiantes en el año 2000 a 2.630.000 en 2014, con la apertura de 31 nuevas universidades populares".
Es importante acotar que la opción que se tomó en el año 2000 fue la de crear un subsistema universitario paralelo al existente para responder a la demanda creciente que por efecto del cambio demográfico se está operando en Venezuela. Con esa decisión se paralizó la expansión de las universidades públicas autónomas.
Pero más allá de ello, no basta con citar el incremento de la matricula, habría que reportar cuántos de los que ingresan se mantienen en el sistema y logran efectivamente egresar como graduados. Ese es el verdadero índice de inclusión. Y ese índice depende de las condiciones creadas para que la educación universitaria no solo sea accesible para todos, cosa que ya lo ha sido en Venezuela desde hace bastante tiempo (y lo digo por experiencia familiar propia), sino que también sea una oportunidad de éxito real.
Entre esas condiciones es fundamental garantizar la calidad educativa de los liceos públicos. Los resultados de "La Consulta Nacional por la Calidad Educativa" no han hecho más que reforzar lo que ya muchos estudios han señalado al respecto: que la educación inicial y media en Venezuela adolece de muchas fallas. Sin una adecuada preparación básica es imposible que la Universidad sea una oportunidad de crecimiento para nuestros jóvenes.
Las universidades de gestión privada también somos objeto de una campaña injusta. No se reconoce nuestro aporte al país. Nos alarma que el clima que se propicie sea el de tensión y conflicto. Lo que se requiere es que se debata el tema universitario con respeto y altura, siendo el Consejo Nacional de Universidades y sus órganos auxiliares, un espacio privilegiado para ello. Se necesita una mirada integral de la problemática educativa del país para que las universidades podamos ejercer cabalmente nuestra misión. Debatir reconociendo al otro y haciendo justicia a la realidad es la base de una auténtica democratización.
Democratización universitaria es también comprender y aceptar el carácter contestatario del movimiento estudiantil, aunque les resulte incómodo a los representantes oficiales del Estado y también a las autoridades universitarias. No aceptar esa dinámica promoviendo un movimiento estudiantil oficial es antinatura.
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