Gustavo Hernández Díaz
El Nacional, 06/03/2016
Mario Kaplún es, sin lugar a dudas, uno de los intelectuales más prominentes de la Educación Mediática en América Latina. Su pedagogía es una referencia obligada en el ámbito académico internacional. Reflexiona sobre las modernas teorías del aprendizaje y su aplicabilidad en la lectura crítica de los medios. Ha seguido estos enfoques: la semiótica de Ferdinand de Saussure y de Charles Sanders Peirce, el Emirec de Jean Cloutier, el constructivismo de Lev Vygotski, Jerome Bruner, David Ausubel y la educación crítica de Paulo Freire y Célestin Freinet. Algunos de sus trabajos más importantes son: El método del casete-foro (1984), El comunicador popular (1985), La educación para los medios en la formación del comunicador social (1987), A la educación por la comunicación (1992), Continuidades y rupturas en las búsquedas de un comunicador-educador (1995), Una pedagogía de la Comunicación (1998). Este insigne educador fallece en noviembre de 1998. Su legado intelectual ha dejado una huella perdurable en la educación y la comunicación.
Si quieres enseñar latín a Pedro, ante todo has de conocer a Pedro y, además, saber latín.
Este adagio de un viejo educador inglés orienta la pedagogía de los medios de Mario Kaplún. Dicho de otro modo: “Conocer a Pedro” equivale a conocer las mediaciones sociales de los estudiantes: gustos y preferencias, mecanismos de identificación con personajes y argumentos, interacción con la cultura nacional y globalizada, tiempo de exposición ante los medios masivos e Internet, producción multimedia, lenguaje audiovisual. Es necesario “comprender al sujeto receptor, no solo en cuanto usuario, en ese dilatado lapso que dedica a los mensajes, sino en su totalidad como individuo: en sus condicionamientos, sus relaciones el contexto de su vida cotidiana, el ámbito sociocultural en que se halla inmerso”. Cierra el adagio inglés: “Conocer a Pedro es, además, saber latín”. Es capacitar a los estudiantes en lo atinente a la interpretación de los mensajes tanto en la forma como en su contenido. “Capacitarlos para un análisis autocrítico de los mensajes que ellos mismos producen y difunden”. El aprendizaje significativo en la educación mediática solo será posible si el estudiante es capaz de relacionar la información nueva sobre los medios masivos con sus conocimientos previos, estos es, con sus prácticas videotecnológicas y su repertorio personal.
No se trata de "dirigir la mirada": es dotarla de autogobierno.
Porque una cosa es repetir de manera automática lugares comunes, ideas trilladas y estereotipadas sobre los medios masivos. Y otra es aprender a pensar los medios desde una mirada crítica, creativa y constructiva. La denuncia no basta para formar ciudadanos autónomos. La clase magistral tampoco contribuye a desmitificar los mensajes. Estas dinámicas reducen a los destinatarios al papel de meros oyentes pasivos. Kaplún recomienda otra forma de abordar la cultura audiovisual: “El educando debe ir descubriendo libremente, por sí mismo, lo que subyace en el mensaje mediático; y si él no llega a ese descubrimiento personal, el esfuerzo del docente será infértil. Lo que cabe al educador es acompañar, guiar, problematizar, suministrar herramientas para que el educando construya con ellas sus propias estructuras de significación”.
Dime qué comunicación practicas y te diré qué educación propugnas.
El hecho educativo puede enfatizar en la transmisión de contenidos, en los efectos persuasivos para moldear conductas y en el proceso comunicacional para concientizar a las personas acerca del uso de las industrias del entretenimiento. La educación basada en contenidos y en efectos se inspira en el paradigma informativo de Harold Lasswell. Unidireccional y con rasgos autoritarios. Reprime la libre expresión. El mensaje fluye en un solo sentido y descarta el contexto social. El educando siempre asume el rol de escucha y el educador monopoliza el habla y determina el contenido de los mensajes. El estudiante repite al pie de la letra. En cambio, la educación dialógica rompe con el silencio en la escuela. El educador no es un mero transmisor de información. Además de informar, de sistematizar, de divulgar de manera creativa, incentiva la curiosidad, el amor por el conocimiento, la problematización, la duda ante las certezas, la solidaridad y la capacidad moral e intelectual del individuo.
La criticidad no se impone ni se transfiere, se ejercita.
Mario Kaplún desarrolla un método de lectura crítica de los medios masivos poniendo especial hincapié en estos rasgos significativos: contexto, vivencia, audiovisual, participativo, analítico, divulgativo, concientizador, metacognitivo y Emirec (emisores y receptores).
Contextual: Las mediaciones sociales influyen en la interpretación de los mensajes: “Junto a otras múltiples mediaciones, tales como la adscripción cultural del sujeto, su identidad, el entramado de las mediaciones institucionales (familia, vecindario, grupo de trabajo, iglesia, sindicato), ejerce un peso específico como factor condicionante de la recepción: su tipo de ocupación, el nivel de sus ingresos, su habitat, el medio ambiente en el que se desplaza, sus relaciones familiares, su nivel de comunicación con los seres de su entorno".
Vivencial: La experiencia de interactuar con los medios supone el tránsito de una lectura ingenua, abierta, desprejuiciada y espontánea, a una lectura racional, reflexiva, sistematizada e intelectual. Audiovisual:La tecnología audiovisual sirve para estudiar los componentes ideológicos de los mensajes. Participativo: Se parte de ejemplos concretos para incentivar el diálogo. Se aprende a pensar sobre la base de actividades lúdicas y grupales.
Analítico: La lectura crítica abreva de estas disciplinas: “De la teoría de la comunicación toma el proceso de codificación y decodificación de mensajes; de la psicología, la identificación, la motivación, la formación de estereotipos; y de la semiótica, la lectura e interpretación de representaciones y mitos”. Divulgativo: Los conceptos difíciles de entender se explican de manera didáctica. Concientizador: Se asume el carácter político de la educación. Se intenta formar “ciudadanos independientes y cuestionadores, refractarios a consignas y pensamientos fabricados en serie”. Metacognitivo: Implica evaluar si estamos razonando de manera correcta los fenómenos comunicacionales. Se toma distancia ante la seducción de los mensajes y el uso de los medios masivos.
Emirec: “No basta con formar receptores críticos: es preciso formar emisores. Cuando el sujeto educando logra expresar una idea de modo de que los otros puedan comprenderla, es cuando él mismo la comprende y la aprende verdaderamente”. En esta orientación, la educación mediática promueve el derecho a la comunicación, el acceso a la información y la gestión de medios alternativos y redes sociales.
Pensar con Mario Kaplún
Diálogo entre Educación y Comunicación
En toda opción por un determinado método de enseñanza/aprendizaje, subyace una opción por una determinada concepción y una determinada práctica de la comunicación. Supone considerar a la Comunicación no como un mero instrumento mediático y tecnológico sino ante todo como un componente pedagógico. En tanto interdisciplina y campo de conocimiento, en la «comunicación educativa» convergen una lectura de la Pedagogía desde la Comunicación y una lectura de la Comunicación desde la Pedagogía.
El silencio virtual
El «aula virtual» instituye un educando que estudia sin ver a nadie ni hablar con nadie; y que, privado de interlocutores, queda confinado a un perenne silencio. ¿La comunicación solo consiste en poder hacer consultas y aclarar dudas?, ¿el estudiante no tiene nada propio valioso que decir?, ¿la única comunicación que importa preservar es la del alumno con el docente, la comunicación de los estudiantes entre sí no es un componente capital en el proceso del aprendizaje?
La racionalidad tecnológica
En lo que incumbe al empleo de medios en la educación, bienvenidos sean, en tanto se los aplique crítica y creativamente, al servicio de un proyecto pedagógico por encima de la mera racionalidad tecnológica; como medios de comunicación y no de simple transmisión; como promotores del diálogo y la participación; para generar y potenciar nuevos emisores más que para continuar acrecentando la muchedumbre de pasivos receptores. No tanto, en fin, medios que hablan sino medios para hablar.
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