Gioconda Cunto de San Blas
14/01/2021
¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte! son frases atribuidas al General José Millán Astray en el acto protocolar de celebración del 12 de octubre de 1936 en la Universidad de Salamanca, apenas iniciada la guerra civil española en julio de ese año. Con ánimos alterados, adversarios y partidarios de cada facción acaban con la solemnidad del acto. En medio de la trifulca, Miguel de Unamuno toma la palabra desde su autoridad como Rector de la Universidad salmantina. “Vencer no es convencer, y hay que convencer sobre todo. No puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión, ese odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora” habría afirmado. Es entonces cuando Millán Astray lo increpa con las palabras ya citadas.
Unamuno fue destituido de su rectoría diez días más tarde y murió a los dos meses, el 31 de diciembre de 1936. Murió su cuerpo, porque su espíritu ha quedado para siempre asociado a las historias universitarias de la dignidad.
Traigo esta reseña a mi memoria al recoger las noticias de lo que está pasando en nuestras universidades. Un Millán Astray policéfalo, cual Hidra de Lerna con mil cabezas, anónimo a la vez que señalado, es ahora el responsable de cargar contra las instituciones de educación superior y de investigación científica del país, desde todos los flancos. Sea por ahogo presupuestario, por destrucción de las instalaciones, por quema provocada en bibliotecas y laboratorios, por violación de la autonomía, todo es permitido en aras de seguir los pasos de Martín Espinosa, aquel secuaz de Ezequiel Zamora que durante la guerra federal posterior a la de independencia se enfrentó a la juventud estudiosa al grito asesino de “¡Mueran los que sepan leer y escribir!”.
De los más recientes ataques a la universidad venezolana, la destrucción a golpes de mandarria del microscopio electrónico del Instituto de Investigaciones en Biomedicina y Ciencias Aplicadas “Dra. Susan Tai” de la Universidad de Oriente (UDO) núcleo Sucre, con valor de US$ 2 millones, resalta por su brutalidad y ha motivado el firme reclamo de diversas instituciones ligadas al quehacer científico nacional, entre ellas, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales.
Las instalaciones de la UDO han sido las preferidas por los malandros. Cables, ventanas, puertas, techos, mobiliario, materiales de laboratorio y oficinas en sus cinco sedes han sido robados o destruidos. Entre marzo y diciembre de 2020 se reportaron 65 robos en las diversas instalaciones. El incendio provocado de la Biblioteca de la UDO-Sucre en junio pasado convirtió en cenizas el repositorio documental más importante de ciencia y tecnología del oriente venezolano, a lo que se suma otro incendio en los laboratorios de Ciencia de la Tierra en el núcleo UDO-Bolívar.
No es solo la UDO víctima de espolios. El Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes (ODH-ULA) contabilizó 223 hechos delictivos cometidos contra 13 universidades del país (UCV, USB, ULA, LUZ; UPEL, entre otras) desde marzo hasta diciembre de 2020. Las agresiones incluyen robos, hurtos, invasiones y otros actos de vandalismo. Durante los primeros 10 días de 2021, otros 10 ataques se han perpetrado en cinco universidades públicas. La mayoría de estos hechos permanecen impunes, a pesar de las reiteradas denuncias ante el Ministerio Público, que con su inacción deja desmanteladas y desamparadas a las universidades.
Sumemos a estos despojos materiales la pérdida en talento humano provocada por el éxodo de profesionales altamente capacitados, abatidos por los ridículos sueldos (profesor titular, US$ 10 a 15 mensuales). El ahogo presupuestario, que entre otras cosas impide a las universidades reponer lo hurtado, viene además en dos vertientes: a las universidades autónomas, el régimen les reduce las asignaciones de 2021 a cifras escandalosamente exiguas (para la USB, apenas el 0,4% del presupuesto solicitado; para la UCV, el 2,27%), mientras que a las universidades privadas les obligan a una congelación no consensuada de matrículas, en un escenario de hiperinflación continua provocada por el régimen.
En la oportunidad de inaugurar la UDO en 1960, un acto de fe hacia la naciente democracia del momento, el entonces Presidente de la República Rómulo Betancourt nos señaló que "...en este país debemos hacer cierta la fórmula de que dentro de la democracia la única aristocracia que existe es la del esfuerzo tesonero, laborioso y creador”. Contra seres que alimentan sus resentimientos con vandalismo y descreen de las virtudes del trabajo y el estudio para la elevación personal y colectiva, tomemos en cambio el mensaje universal de Betancourt como leitmotiv de nuestra actuación ciudadana en pro de una sociedad decente.
Unamuno fue destituido de su rectoría diez días más tarde y murió a los dos meses, el 31 de diciembre de 1936. Murió su cuerpo, porque su espíritu ha quedado para siempre asociado a las historias universitarias de la dignidad.
Traigo esta reseña a mi memoria al recoger las noticias de lo que está pasando en nuestras universidades. Un Millán Astray policéfalo, cual Hidra de Lerna con mil cabezas, anónimo a la vez que señalado, es ahora el responsable de cargar contra las instituciones de educación superior y de investigación científica del país, desde todos los flancos. Sea por ahogo presupuestario, por destrucción de las instalaciones, por quema provocada en bibliotecas y laboratorios, por violación de la autonomía, todo es permitido en aras de seguir los pasos de Martín Espinosa, aquel secuaz de Ezequiel Zamora que durante la guerra federal posterior a la de independencia se enfrentó a la juventud estudiosa al grito asesino de “¡Mueran los que sepan leer y escribir!”.
De los más recientes ataques a la universidad venezolana, la destrucción a golpes de mandarria del microscopio electrónico del Instituto de Investigaciones en Biomedicina y Ciencias Aplicadas “Dra. Susan Tai” de la Universidad de Oriente (UDO) núcleo Sucre, con valor de US$ 2 millones, resalta por su brutalidad y ha motivado el firme reclamo de diversas instituciones ligadas al quehacer científico nacional, entre ellas, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales.
Las instalaciones de la UDO han sido las preferidas por los malandros. Cables, ventanas, puertas, techos, mobiliario, materiales de laboratorio y oficinas en sus cinco sedes han sido robados o destruidos. Entre marzo y diciembre de 2020 se reportaron 65 robos en las diversas instalaciones. El incendio provocado de la Biblioteca de la UDO-Sucre en junio pasado convirtió en cenizas el repositorio documental más importante de ciencia y tecnología del oriente venezolano, a lo que se suma otro incendio en los laboratorios de Ciencia de la Tierra en el núcleo UDO-Bolívar.
No es solo la UDO víctima de espolios. El Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes (ODH-ULA) contabilizó 223 hechos delictivos cometidos contra 13 universidades del país (UCV, USB, ULA, LUZ; UPEL, entre otras) desde marzo hasta diciembre de 2020. Las agresiones incluyen robos, hurtos, invasiones y otros actos de vandalismo. Durante los primeros 10 días de 2021, otros 10 ataques se han perpetrado en cinco universidades públicas. La mayoría de estos hechos permanecen impunes, a pesar de las reiteradas denuncias ante el Ministerio Público, que con su inacción deja desmanteladas y desamparadas a las universidades.
Sumemos a estos despojos materiales la pérdida en talento humano provocada por el éxodo de profesionales altamente capacitados, abatidos por los ridículos sueldos (profesor titular, US$ 10 a 15 mensuales). El ahogo presupuestario, que entre otras cosas impide a las universidades reponer lo hurtado, viene además en dos vertientes: a las universidades autónomas, el régimen les reduce las asignaciones de 2021 a cifras escandalosamente exiguas (para la USB, apenas el 0,4% del presupuesto solicitado; para la UCV, el 2,27%), mientras que a las universidades privadas les obligan a una congelación no consensuada de matrículas, en un escenario de hiperinflación continua provocada por el régimen.
En la oportunidad de inaugurar la UDO en 1960, un acto de fe hacia la naciente democracia del momento, el entonces Presidente de la República Rómulo Betancourt nos señaló que "...en este país debemos hacer cierta la fórmula de que dentro de la democracia la única aristocracia que existe es la del esfuerzo tesonero, laborioso y creador”. Contra seres que alimentan sus resentimientos con vandalismo y descreen de las virtudes del trabajo y el estudio para la elevación personal y colectiva, tomemos en cambio el mensaje universal de Betancourt como leitmotiv de nuestra actuación ciudadana en pro de una sociedad decente.
Dra. Gioconda Cunto de San Blas
Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales,
Individuo de Número, Sillón XX
Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales,
Individuo de Número, Sillón XX
Caracas, Venezuela
Excelente artículo al que se le debería dar mayor cobertura. Concuerdo 100% con su contenido.
ResponderEliminarEstupenda reflexión y llamado a que actuemos en el rescate y defensa de nuestras universidades !
ResponderEliminarExcelente artículo sobre la dramática situación que vive el sector universitario venezolano. Establecer un frente unido para frenar y responder las agresiones en forma activa y eficiente. Hacer circular estas noticias a lo interno de todo el sector educativo y articular respuestas nacionales e internacionales.
ResponderEliminar