Ana Torres Menarguez
El País, 29/02/2016
El paso por la Universidad es fugaz y cuando los estudiantes se hacen con el título, es fácil que no vuelvan a pisar el campus. Por alguna razón, alumno y universidad se olvidan el uno del otro. El primero se incorpora el mercado laboral y ya no necesita mantener el contacto. Para la universidad sí es importante seguirle la pista y saber si el programa estuvo a la altura, si necesitó formación más especializada o si los profesores fueron capaces de generar vocaciones.
Ese es el objetivo que se propuso investigar la Universitat Pompeu Fabra (UPF) en la primavera de 2014. “Uno de nuestros grandes retos es mejorar y transformarnos al ritmo de la sociedad. Es difícil hacerlo sin el feedback de los que pasaron por aquí y pueden hablar de los fallos”, cuenta Jordí Ballò, profesor de Comunicación Audiovisual de la UPF e impulsor del proyecto Con título, un documental interactivo que retrata las vivencias de 30 graduados.
No se trata de un documental al uso. Su formato web permite que los usuarios puedan escoger las historias que más les interesan y seguir diferentes itinerarios. También hay espacios para el debate en el que los espectadores pueden contar cómo es para ellos la universidad ideal, cuál fue su principal hallazgo durante los años de carrera o qué cambiarían para mejorar la experiencia de los actuales estudiantes.
“Este proyecto ha abierto un debate interno en la universidad. Los profesores nos preguntamos si la comunicación con las empresas está a la altura de las circunstancias o si se hace lo suficiente para recuperar el talento de los exalumnos en forma de charlas o de programas de mentoring”, explica Ballò.
Entre las historias, está la de la valenciana María Escrivà, de 36 años. Con 18 años, quería curar enfermedades y descubrir nuevos fármacos, así que se marchó a Barcelona a estudiar Biología. “En aquella época yo tenía una visión muy romántica de la ciencia”, cuenta. Pasaron los años, abandonó la facultad y un día se dio cuenta de que no estaba haciendo lo que le gustaba, de que se había dejado llevar por lo que esperaban de ella y de que no tenía la misma motivación que el resto de sus compañeros de trabajo. “Lo dejé y redirigí mi carrera hacia la comunicación científica. Eso fue oxígeno para mí”, relata.
Para la directora del documental, la catalana Neus Ballús, ganadora de cuatro premios Gaudí por su largometraje La Plaga en 2013, el caso de María retrata el miedo a la reconversión profesional que sufren a menudo los universitarios. “En la universidad nadie te explica que puedes cambiar de trabajo 10 veces y que no pasa nada, que no es un fracaso. Se transmite la idea contraria y eso es algo que tiene que cambiar”, asegura.
Otra de las voces es la de Clara Arnedo, graduada en Comunicación Audiovisual, de 36 años. Cuenta que a los 17 años casi nadie está preparado para decidir qué carrera estudiar y que se hace de forma aleatoria. “En esa época vivía con mis padres, era una de las más empollonas de la clase, pero era una cría para decidir sobre mi futuro”, asegura. ¿Debería la universidad española copiar el modelo de Estados Unidos e implantar un primer curso en el que el propio estudiante configure el programa con asignaturas de diferentes ramas? “Las carreras híbridas serían una buena opción, grados abiertos en los que el alumno pudiese dibujar su trayectoria”, apunta la directora.
La intención del proyecto, según Ballús, es que la comunidad educativa y la sociedad reflexionen sobre el papel de la Universidad. “No interesa hablar del tema porque para las universidades supone reconocer sus vulnerabilidades. Por eso acepté dirigir este documental, porque al fin alguien se atreve a abrir la caja de pandora”.
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