jueves, 1 de noviembre de 2012

La antiescuela de Maryann Hanson

Rubén de Mayo
El Universal, 01/11/12

Como un duro golpe al régimen de gobierno y organización escolar debemos calificar la Resolución 058, de la ministra de Educación, profesora Maryann Hanson. Pero detengámonos, en el análisis de la Resolución, en lo académico-pedagógico, que es el hábitat por naturaleza del profesorado.

El propósito de tal normativa, se nos dice, es "democratizar la gestión escolar con base en el modelo sociopolítico de la democracia participativa y protagónica". Para democratizar dicha gestión es que surge la figura del Consejo Educativo, que dará cabida, por igual, a directivos, docentes, estudiantes, padres y representantes, personal administrativo, obreros y miembros de la comunidad. Todo bien hasta aquí, se dirá usted, que es amigo de la democracia, pero siendo amigo de la democracia, usted debe reflexionar también lo siguiente: si dentro de las funciones del Consejo está "aplicar mecanismos de contraloría social en los aspectos curriculares y administrativos..." y "la evaluación de planes, programas, proyectos educativos...", como bien se establece, se supone que todo esto se hará en virtud de los saberes y conocimientos de la comunidad académica, integrada por el cuerpo docente y directivo, ¿verdad? Es lo que dicta la justicia, baluarte de la democracia, que habiendo una ciencia de la educación, la pedagogía, las decisiones sobre materia académico-pedagógica recaigan en los docentes (incluimos aquí a los directivos, que también lo son), que estudiaron pedagogía hasta obtener una licencia en la Universidad para ejercer el magisterio. Pues usted supone mal si piensa que con el nuevo "régimen democrático escolar", la opinión del experto en pedagogía orientará las decisiones académico-pedagógicas, porque el denominado "comité académico" estará integrado por docentes y la vocería de estudiantes, obreros, personal administrativo, padres y representantes, miembros de la comunidad, etc., y todos los votos tendrán un mismo valor. Esto podrá ser muy democrático, pero es injusto, y miren que sin justicia no hay democracia, conculcando la profesión docente.
Decíamos que la democracia sin justicia no es democracia; pero también la democracia debe cuidarse de su peor vicio, la oclocracia, esa que hizo a Borges decir que "la democracia es un abuso de la estadística". La oclocracia es una suerte de degeneración de la democracia, en la cual impera el dictamen de la masa irracional, sin capacidad de autogobierno. Esa muchedumbre está uniformada a la fuerza en la igualdad, sin respetar las diferencias en cuanto a formación y dominio, en este caso, de la ciencia que sirve de sustento a lo educativo, la pedagogía.

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