jueves, 4 de julio de 2013

La Sociedad del (des)Conocimiento

Carmen García Guadilla

Tía Eusebia, quien siempre escucha y que, como algunos saben, tiene ochenta años y es fanática del Ipad, oye que no he aceptado responder unas preguntas que me hacía por teléfono un periodista ecuatoriano sobre los eventos que están sucediendo en las universidades venezolanas.

Frente a la cara de malestar de tía Eusebia, trato de justificarme: “Para responder esas preguntas tendría que estar al menos un mes buscando datos, pues un investigador tiene que sustentar cualquier cosa que dice. Además ya escribí el artículo que me llevó tres meses de trabajo sobre Polarización y Tensiones en la Educación Superior Venezolana, y que está disponible en mi Blog Académico. No han cambiado mucho las cosas. Sin embargo, ¿cómo le digo al periodista que lea un artículo académico de 30 páginas? Además, explicar la situación financiera (que es el punto álgido en estos momentos), y hacerlo en pocas palabras, es más difícil todavía. Por último, recuerda que acabo de cerrar mi ciclo académico; y… no se hable más”.

Tía Eusebia sigue poniendo cara de recriminación. Me conmueve que últimamente piensa mucho en las universidades autónomas, pues se ha dado cuenta de lo importante que ellas son para defender la diversidad del pensamiento en un contexto como el de Venezuela. Por el contrario, cada vez tiene más preocupación por las universidades unidimensionales, aquellas que imponen una sola ideología, sea del tipo que sea. Últimamente, a raíz del paro indefinido de las universidades autónomas, tiene la sensación de que las van a intervenir; pues, según ella, representan la joya de la corona para este régimen.

Tía Eusebia se queda pensativa y me pide el artículo que escribí hace un año. Después toma su Ipad y hace su propia búsqueda. No se queda contenta con eso y llama a algunas personas amigas relacionadas con la universidad, tanto de la oposición como del chavismo, pues ella es una de las pocas personas en Venezuela que ha logrado no perder amigos por diferencias políticas, a excepción de una amistad que se rompió cuando ella le dijo que “ojalá Chávez aprendiera algo de Mandela”.

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