Jaime Requena
Tal Cual, 03/02/2014
Con dos acciones los burócratas de la esquina de El Chorro esperan contener el descalabro que la investigación ha tenido durante los últimos años en el país. Como primera, el Programa de Estímulo a la Investigación entregará por cuenta del impuesto LOCTI unos 300 mil bolívares como financiamiento de proyectos de investigación y, como segunda, la ciencia, tecnología e innovación pasaron a ocupar un lugar en la lista oficial de los que pueden optar por divisas baratas; ¡quedaron de últimos! Como bien sea que lo asignado como subvención es supremamente insuficiente y que hasta hoy, lunes 3 de febrero del 2014, eso de divisas baratas es pura fantasía, las acciones anunciadas por el MinPoPoCTI no parecen ser los instrumentos de política que permitirán frenar el desastre mucho menos reiniciar un despegue de la ciencia, tecnología e innovación local. En efecto, el año comenzó con una devaluación de alguito más de 6 a casi 12 simones por lechuga. Para los cuarto-republicanos, un brinco del cien por cien, para los revolucionarios del BCV, FANB, INE, CAVIM, CORDIPLAN, DISIP, PDVSA, SEBIM, etc... etc..., apenas una nimiedad solucionable con un nuevo esquema y operador cambiario.
El CenCoEx es un clon de CADIVI + SICAD (y bendecido por el RUSICAD) al cual se tendrá que acudir, con carpeticas foliadas y separadores en tonos rosa, para pedir dolaritos que permitan comprar el libro que se necesita para mantener los conocimientos al día o cubrir los gastos de asistencia al evento académico que ya no se puede organizar aquí.
En cuanto a lo de internet, lo asignado (las 300 lechugas son cien verdines menos que el año pasado) a duras penas alcanza. Sobre lo asignado por subvención, vale la pena recordar que en el año 1984 el costo promedio de una publicación científica en Venezuela fue de US$ 77.300 que, reexpresado a valor actual, monta a US$ 173.000. Siendo la publicación la concreción de un proyecto de investigación, esa cantidad puede ser tomada como el costo en el país de un buen proyecto de investigación. Ahora, convertido ese monto a simones (a la tasa oficial) resulta que los bolívares otorgados como subvención apenas son una fracción de lo que realmente cuesta una investigación en el país.
Aparte de que son notoriamente insuficientes los recursos asignados por subvención y que lo de dólares baratos es una entelequia, existe otro escollo para quienes desde aquí dedican su vida a la investigación; nuestras universidades autónomas están siendo sometidas a un irracional acoso y a un salvaje asedio, que las tiene en el suelo y al borde del colapso. Y es precisamente desde esas casas de estudio donde la mayor parte de nuestros científicos y tecnólogos más del 80% de todos han llevado a cabo la investigación que solía hacerse en el país.
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