miércoles, 10 de diciembre de 2014

Autonomía universitaria en Venezuela: vicisitudes, aportes a la democracia y rendición de cuentas




Introducción*

En nuestro tiempo, cuando se dice que el fin de la utopía ha dado lugar a la sacralización de la urgencia –con la conversión de los actores sociales en esclavos de los problemas inmediatos– uno de los desafíos a los que debemos responder los educadores y los estudiosos de la educación es, precisamente, contribuir a la búsqueda de sentido que la sociedad contemporánea nos exige, en unas circunstancias en las cuales somos testigos de una obsesión por vaciar nuestros discursos educativos actuales de los referentes y los orígenes sobre los que se han erigido y desarrollado las ideas y las prácticas pedagógicas más innovadoras de este tiempo en el que vivimos (Carbonell Sebarroja, 2000). Tal responsabilidad es preciso que la asumamos con la conciencia de saber que la educación ha de ser un instrumento fundamental en la respuesta a dicha demanda de sentido y, al mismo tiempo, objeto de ésta.

Pensamos que la contribución de la Universidad venezolana, en la búsqueda de sentido que nos exige en la actualidad la sociedad, implica necesariamente la colocación del concepto de autonomía en el centro de nuestra atención y desde una perspectiva histórica; todo esto con la convicción de saber que el pasado representa una fuerza, y no una carga que el hombre debe sobrellevar y de cuyo peso muerto podemos o debemos liberarnos en la marcha hacia el futuro (Arendt, 2003).1 Una fuerza en nuestro caso –la de la autonomía–, que es menester resignificar con el propósito de reflexionar la institución universitaria del país de cara a los diversos e ingentes desafíos que nos plantea el mundo contemporáneo.

Esa reivindicación de la autonomía parte de la premisa de reconocer, pues, que dicho principio –recordamos aquí las palabras de Weinberg (2001)– es uno de esos temas de gran significación histórica que mantienen su vigencia porque precisamente siguen conservando vivos sus fermentos y su mensaje. Y también, al tomar en cuenta el carácter polémico de ese principio en su trayectoria histórica, sostenemos que tal reivindicación exige una precisión del significado de éste –además de su resignificación– dado que no se puede obviar que dicho término, a lo largo de su historia, ha sido objeto de interpretaciones diversas y hasta de definiciones contrapuestas (Finocchiaro, 2004) ligadas a saberes y hechos contextualizados en el tiempo, en un espectro variado de posiciones donde destaca la de quienes, por un lado, hablan de la autonomía universitaria como un mito que en lugar de esclarecer oscurece y trabuca la realidad, y la de quienes, por el otro, optan por asumirla como ejercicio de determinadas libertades por parte de los actores fundamentales de la comunidad universitaria (Sosa Wagner, 2007)

1 Dice esta autora: “...no sólo el futuro –‘la ola del futuro’– sino también el pasado se ve como una fuerza, y no, como en casi todas nuestras metáforas, como una carga que el hombre debe sobrellevar y de cuyo peso muerto el ser humano puede, o incluso debe, liberarse en su marcha hacia el futuro” (Arendt, 2003: 24)

* Libro de Eleazar Narváez, publicado por el Vicerrectorado Académico de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2009. Haga clic aquí para leer texto completo


  

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