martes, 30 de diciembre de 2014

El Rector Magnífico, Miguel de Unamuno

Corina Yoris -Villasana
El Nacional, 30/12/2014

Se están cumpliendo 150 años del nacimiento de uno de los escritores más lúcidos de la lengua castellana: don Miguel de Unamuno. Este vasco, oriundo de Bilbao, de recio carácter, de ágil pluma se constituye en una de las figuras más resaltantes de la fulgurante generación del 98 de escritores de España.

Unamuno manejó los diferentes géneros literarios, descollando siempre en aquél que cultivaba en un determinado momento; encuentra en sus escritos el terreno adecuado para expresar sus sempiternas ansiedades religiosas, así como formular sus ideas filosóficas y políticas.

El sentimiento ante la muerte y su incansable búsqueda del sentido de ésta, su lucha por recuperar la fe en todo lo que creyó de manera cándida durante su infancia, le imprimen a sus obras un sello característico.

Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y los pueblos (publicada en 1913) ha sido considerada por los teóricos como su obra cardinal, posee un hondo contenido antropológico; Unamuno plasma en ella la lucha que libra a lo largo de su existencia: el profundo sinsentido que hay entre el vivir y el conocer. ¿Cuál es ese sentimiento trágico, según don Miguel? La razón, por una parte, niega la inmortalidad del hombre; por otra, la Fe, la afirma. Luego, se presenta una lacerante antinomia que le da ese giro trágico a la existencia.

Recurre a la esperanza como posible punto de reconciliación entre estos dos polos; esperanza que le permite construir un puente para conceptuar de alguna manera la inmortalidad; ante la imposibilidad de confirmarla o negarla, desde una postura racionalista y, además, asentada de manera antinómica “tanto en la duda como en la convicción”, surge de nuevo la imposibilidad de creer en esa inmortalidad. Obra polémica que despertó críticas, como también alabanzas.

Empezando el siglo XX, 1901, Unamuno es nombrado rector de la Universidad de Salamanca; durante esos primeros años del siglo, fue tornándose en un agudo crítico de la monarquía española emitiendo terribles ataques contra el rey y el sistema monárquico, bien en conferencias, bien en artículos. Algunos de estos escritos fueron tan polémicos que le valieron su destitución como rector en 1914. Será nombrado decano de Filosofía y Letras en 1920 de la Universidad de Salamanca; luego, en 1921, vicerrector de la misma, y en 1923, se instaura el régimen de Primo de Rivera, y Unamuno se erige en uno de los más influyentes y significativos enemigos públicos de Primo de Rivera. Sus posiciones políticas le valen la expulsión de la universidad y fue enviado a Fuerteventura en 1924.

Aun cuando la condena le fue cambiada, Unamuno se exilia y se va a vivir a París y a Hendaia. Cuando finaliza el régimen de Primo de Rivera, Unamuno vuelve a Salamanca. En 1931 fue elegido concejal por los republicanos socialistas y es nombrado nuevamente rector de Salamanca. Durante esos años tan crispados de España, Unamuno oscila entre apoyar a los republicanos, como hacerlo en otro momento a los franquistas; sin embargo, su preclara inteligencia, le va mostrando la cruda realidad del momento español y en 1936, protagoniza el día 12 de octubre, en la celebración de la apertura del nuevo año académico, el terrible suceso que lo enfrenta con Millán Astray.

En la conferencia de apertura se muestra arrepentido de sus posiciones políticas y los seguidores franquistas, que llenaban el paraninfo de la Universidad, lanzaron improperios en su contra. El País Vasco y Catalunya fueron tildados de “cánceres de España”, a lo cual respondió el rector aduciendo que él era vasco y el obispo, presente, era oriundo de Barcelona; aun así, siguieron las protestas y el general franquista Millán Astray expresó que tanto el país vasco como Catalunya debían ser destruidos. Se comenzaron a oír gritos de "¡España: una, grande y libre!" y "¡Viva la muerte!". Unamuno se levantó para contestar a dichas reivindicaciones, y formuló una de sus frases más famosas: "Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha".

Franco lo destituyó como rector, días después y el rector Magnífico de la Universidad de Salamanca, de la bella Salamanca, se retiró a su casa, donde permaneció muy apesadumbrado hasta el 31 de diciembre de ese año 1936, cuando falleció repentinamente. Años antes había expresado que le dolía España, y parece que ese dolor le costó la vida.

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