Luciana Vázquez
La Nación, 17/10/12
Todo parece indicar que una educación revolucionaria es, sobre todo, secreta. Desde 1999, desde que Hugo Chávez asumió la presidencia, que Venezuela no desarrolla ninguna evaluación internacional de su calidad educativa. Y lo que es todavía más llamativo: en casi 14 años de gobierno, sólo una vez tomó una prueba nacional a sus estudiantes.
Entre las evaluaciones internacionales, allí está la prueba PISA, por ejemplo, la ya archiconocida evaluación de estudiantes de 15 años que administra la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) desde el año 2000. En su última edición, 2009, participaron 65 países, 9 de América latina, incluida la Argentina. Venezuela no estuvo entre ellos.
PISA, pese a todo
Sabemos: la prueba PISA despierta polémicas. Compara peras con manzanas, se quejan algunos, realidades de chicos en sistemas educativos de países ricos con realidades de chicos de países pobres, que a los 15 años quizás estén rezagados en la escuela.
Lo que está claro es que PISA es una herramienta a perfeccionar, pero no a eliminar ni rechazar. Al contrario, aporta información clara sobre progresos y retrocesos educativos y sobre cómo la situación socio económica impacta en la performance escolar. Por el momento, es la evaluación más rigurosa y prestigiosa.
Entre las evaluaciones internacionales, allí está la prueba PISA, por ejemplo, la ya archiconocida evaluación de estudiantes de 15 años que administra la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) desde el año 2000. En su última edición, 2009, participaron 65 países, 9 de América latina, incluida la Argentina. Venezuela no estuvo entre ellos.
PISA, pese a todo
Sabemos: la prueba PISA despierta polémicas. Compara peras con manzanas, se quejan algunos, realidades de chicos en sistemas educativos de países ricos con realidades de chicos de países pobres, que a los 15 años quizás estén rezagados en la escuela.
Lo que está claro es que PISA es una herramienta a perfeccionar, pero no a eliminar ni rechazar. Al contrario, aporta información clara sobre progresos y retrocesos educativos y sobre cómo la situación socio económica impacta en la performance escolar. Por el momento, es la evaluación más rigurosa y prestigiosa.
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