Editorial, 26/10/2015
No hay salario que alcance
Al que diga que ha escuchado al presidente Maduro hablar sobre los principales problemas que aquejan al venezolano, hay que por lo menos tomarle la temperatura, porque debe estar alucinando por la fiebre. Sin embargo, Maduro y su gabinete deben haber pensado que no hay medida más electoral que repartir bozales de arepa. Se han llenado la boca por más de 16 años diciéndole al mundo que han disminuido la pobreza en el país, cuando lo que en realidad han hecho es diversificarla y aumentarla, porque las arepas que reparten no bastan.
Y el que dude de que los últimos aumentos son para comprar los votos que les hacen falta para diciembre, que le eche un vistazo a lo que publicó El Nacional el viernes y se dará cuenta de que la diferencia de sueldo entre un militar de alto rango y un director de un hospital es abismal; ni hablar de los profesores universitarios, que ya son los últimos de la cola. Por eso no es aventurado afirmar que durante estos 16 años se ha diversificado la pobreza y pronto Venezuela será el país con los pobres más instruidos del planeta. La pobreza extrema sigue estando allí, lamentablemente esa empeora también.
Que un profesor instructor a tiempo completo gane 22.562 bolívares mensuales no solo es inhumano, hay que pensar ya que se trata de una política bien trazada para ahorcar al grupo de venezolanos que tiene la tarea (o tendría, muchos no aguantan y se van) de formar a los más jóvenes. No podemos hablar de diferencias abismales de sueldo con respecto a quienes laboran en la administración pública, porque el de más alto nivel apenas lo supera por poco más de mil bolívares. Pero vamos a estar claros (y más ahora), la mayoría de los que trabajan para el gobierno son producto del clientelismo exacerbado, con sus contadas excepciones de profesionales que les prestan sus servicios a un Estado hipertrofiado desde hace años.
Por eso no es aventurada la afirmación. Los profesionales, como un médico especialista tipo I, con un sueldo de 13.000 bolívares poco puede hacer para salir a flote en esta realidad en la que la inflación campea y crece como la verdolaga. Si ya los boliburgueses son conocidos como los nuevos ricos, estos serán conocidos como los nuevos pobres, los que tienen que hacer maromas cada quincena para darle de comer a sus hijos.
El único consuelo que puede haber es ese, el de la instrucción y la educación que han recibido durante toda su vida de carrera. Profesores, médicos, administradores, sociólogos, ingenieros, arquitectos, y todos los egresados de la universidad, pueden entender que no hace falta hacer largas colas para comprar pollo en Mercal cuando pueden consumir proteínas de las caraotas. Otra cosa es que tampoco haya.
Pero la pobreza ahora se retrata en un título universitario. No puede caber la menor duda de que este gobierno ha trastocado hasta el fondo la sociedad venezolana, cuando ya el mérito no reside en prepararse para ser mejor y obtener un mayor nivel de vida. Lo que paga es ser el más vivo y el más enchufado.
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