El Nacional
30/11/2015
El semestre debió comenzar por lo menos en octubre, pero aún muchas escuelas están cerradas, y los muchachos están en sus casas frustrados, sin nada qué hacer.
No hay duda, con lo que está pasando en las universidades el gobierno no puede mentir: su objetivo es acabar con la academia, con la excelencia, con la preparación sistemática de una generación que no se ha dejado meter mentiras por lo menos en la última mitad del tiempo que tiene este régimen en el poder.
La Universidad de Oriente acaba de anunciar que no comenzarán clases este año. La Central trabaja parcialmente, igual que otras casas de estudio autónomas que se han caracterizado por formar a profesionales de alto nivel. Y pensar que todo lo que piden las autoridades, los profesores, los alumnos y hasta el personal obrero es un presupuesto decente que les permita encarar las duras circunstancias económicas que el mismo gobierno ha impuesto.
Los sueldos de los profesores son los peores en Latinoamérica, y se trata de docentes que tienen más de un posgrado y años dedicados a la formación de la juventud venezolana. Nuestras universidades atraviesan por la más grave situación que les ha tocado encarar. Cuando no se habla de las aulas de clases y se dirige la mirada hacia la investigación, la realidad es dantesca: no hay manera de que ningún académico pueda llevar a cabo un trabajo si no cuenta con los recursos. La frustración ya no es solo de los estudiantes, sino de los científicos e investigadores de diversas disciplinas que se ven de manos atadas porque no pueden cumplir con la función de contribuir de manera tangible con el desarrollo del país.
Esto es sencillamente otro crimen de lesa humanidad, aunque no esté tipificado de esa manera en las leyes internacionales.
Destruir las universidades, y lo que es peor, sustituirlas con supuestas casas de estudio que no llenan los requerimientos para formar a los venezolanos es un golpe muy bajo, pero están dispuestos a hacerlo, no cabe duda. Lo que sucede es que, como casas de estudio que son, en donde el valor del debate y el intercambio de ideas es lo primordial, se han encontrado con un muro que les ha parado el trote. Los universitarios, profesores y alumnos, le han plantado la pelea al régimen y han logrado retrasar el plan de tierra arrasada que tiene el socialismo del siglo XXI para la academia.
"No somos gente de migajas o mediocridades. No engañamos a nuestros jóvenes". El autor de esta frase es el vicerrector académico de la UCV, el alma mater de algunos de los que están hoy en el gobierno y que parece que se olvidaron de haber pasado por sus aulas. Los profesores piden sueldos justos y también presupuesto para ofrecerle a los venezolanos las mejores condiciones para su preparación. Tienen claro que la universidad es la vía para recuperar el país y enrumbarlo hacia un futuro mejor.
La pelea continúa, sobre todo porque es seguro que los miles de jóvenes que están en sus casas sin poder ir a clases van a salir el domingo en masa a votar y a defender los votos. Es el primer paso
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