18/06/2013
Las universidades autónomas y experimentales no intervenidas por el gobierno están en paro. Aunque el ministro Calzadilla hable de 64 universidades en el país para minimizar el impacto del cese de actividades docentes en la UCV, USB, UDO, UC, ULA, LUZ, UPEL, entre otras, en realidad éstas son las más importantes del país, las más atractivas para los estudiantes y las que entran en los ranking mundiales, continentales y regionales.
Los colegios e institutos universitarios amén de las universidades no autónomas tienen importancia estratégica en la formación de cuadros laborales calificados, pero las universidades en paro son las únicas capaces de producir conocimiento nuevo, inventar, transformar, innovar porque para ello fueron creadas. Y esta situación hace la diferencia: las autónomas son a la educación lo que la selección nacional es para el fútbol.
Pero aunque tengan este lugar en el concierto de las instituciones de educación superior, su sometimiento financiero al Estado en el siglo XXI ha puesto a las universidades mencionadas de rodillas.
Esta situación no se resolverá pronto, pero sin duda es el quid del asunto, sobre todo en el contexto de un gobierno neo-comunistoide que hereda ese odio a la autonomía que hacía decir al Che Guevara que había que defenderla en el contexto de la detestable sociedad burguesa pero dejarla a un lado cuando la revolución tomase el poder.
Es decir, las universidades para el santón Guevara tenían que convertirse en instrumentos de esa religión fundada hace 150 años llamada revolución socialista, que cambia de nombre pero siempre se convierte en lo mismo: la construcción de un super Estado que regula desde la producción del papel higiénico hasta los contenidos literarios en las escuelas y lo que gastamos cuando salimos del país. La revolución bolivariana es solo una iglesia más asentada en el milagro del dios petróleo.
Por tal razón, la resistencia al sometimiento ideológico es tan vital como las reivindicaciones presupuestarias y salariales y la (re)invención de las universidades de cara al futuro.
Siempre les digo a colegas y estudiantes, que el problema no es el paro, medida que puede suspenderse en cualquier momento si así se requiere, ni seguir dando clases como si nada, situación que no necesariamente implica arrodillarse frente al gobierno.
El problema es qué vamos a hacer en cualquiera de los escenarios y aquí no valen las predicciones estilo "cuidado con el paro, fíjate en PDVSA" o "los que no quieren paro están arrodillados". Aquí lo que vale es enfrentar esta guerra antiautonómica con flexibilidad, creatividad y audacia, siempre dispuestos al diálogo y a la negociación pero sin hacer concesiones por miedo.
Es una lucha titánica en sus exigencias que requiere golpes de audacia y también astucia y capacidad de adelantar y retroceder cuando sea necesario. Necesitamos gente que actúe con inteligencia, no suicidas ni agoreros.
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