Ricardo Ríos
Tal Cual, 18/06/2013
Ser profesor es algo apasionante, intenso, vital; al menos así lo he vivido yo. Es pasar por las cuatro estaciones cada año con inviernos, primaveras, veranos, y otoños; agrego días de lluvia y de sequía, para ver si me ahorro un apátrida por esta vez.
Los dos nombres que uso para el título son de dos alumnos de los muchos que he tenido en este montón de años dedicado a esto, ambos muy queridos por mí. Revisando sus biografías, me paseo por un jardín de emociones de todo tipo, como con esta nueva y eterna lucha universitaria, llena de justezas por todos lados.
El Trosco, joven sabio de El Cementerio, culto como pocos, fue mi primer tesista de pregrado. Nuestra relación intelectual, y de amistad, fue un liquen: ambos aprendimos mucho. Mi novatería lo puso a hacer una tesis muy difícil para el nivel requerido y lo hizo bien.
Muchacho de sonrisa infantil y trato gentil, de dulce hablar y muy riguroso debatir, estuvo conmigo en el MAS y fue delegado al CU de la UCV. Se fue por la vida y hoy lo veo al frente de la OPSU tratando con desprecio y pedantería a los representantes gremiales de la FAPUV. De flores y frutos a caídas de hojas y frío invierno, confieso mi tristeza por lo que el poder le hace a la gente buena.
Mairene, nombre seleccionado entre muchos semejantes por razones de cariño, es una muchacha del 23 de Enero con una brillante carrera en Matemáticas que la llevó a tener dos maestrías y un doctorado en el área, con varios idiomas en el camino. No siempre fueron reconocidos sus méritos en la UCV y libramos un par de peleas para apoyarla.
No me equivoqué, hoy dirige el grupo de investigación en Probabilidades de la Facultad de Ciencias y hace interesantes investigaciones en grandes flujos de llamadas telefónicas. A Mairene se le ocurrió llevarse sus libros, revistas, alumnos, colegas y esperanzas a la Plaza del Rectorado de la UCV y acostarse en el piso porque allí estaban sus condiciones de trabajo.
Ayer la vi junto con Cristinita, Summa Cum Laude en Matemáticas, bajarse de un autobús frente a la embajada china, peleando porque sus esfuerzos son vituperados y desconocidos por los gobernantes, aparte de mal remunerados.
El Trosco, salvo la masiva atracción que la cabellera de Mairene genera, no la recuerda. Mairene nunca lo vio, sin embargo ambos son protagonistas de lo que está marcando la pauta hoy: el conflicto universitario, que va mucho más allá de la pelea por subir los salarios y las becas. La imbecilidad de los dogmáticos los ha llevado a decir que Mairene es una oligarca elitista.
Yo me niego a creer que el Trosco sea ese ser hostil que aparece en las pantallas. Si sacamos el totalitarismo del debate, en particular si callamos a Maduro, estoy seguro de que podemos lograr acuerdos importantes. Por lo pronto, ni sueñen que verán doblegadas a las universidades, como dijo el aguerrido presidente de la APUCV Víctor Márquez. Por más que los violentos maltraten a las niñas de Ciencias Políticas, Mairene le ganará al Trosco como Vargas a Carujo. U U UCV.
Los dos nombres que uso para el título son de dos alumnos de los muchos que he tenido en este montón de años dedicado a esto, ambos muy queridos por mí. Revisando sus biografías, me paseo por un jardín de emociones de todo tipo, como con esta nueva y eterna lucha universitaria, llena de justezas por todos lados.
El Trosco, joven sabio de El Cementerio, culto como pocos, fue mi primer tesista de pregrado. Nuestra relación intelectual, y de amistad, fue un liquen: ambos aprendimos mucho. Mi novatería lo puso a hacer una tesis muy difícil para el nivel requerido y lo hizo bien.
Muchacho de sonrisa infantil y trato gentil, de dulce hablar y muy riguroso debatir, estuvo conmigo en el MAS y fue delegado al CU de la UCV. Se fue por la vida y hoy lo veo al frente de la OPSU tratando con desprecio y pedantería a los representantes gremiales de la FAPUV. De flores y frutos a caídas de hojas y frío invierno, confieso mi tristeza por lo que el poder le hace a la gente buena.
Mairene, nombre seleccionado entre muchos semejantes por razones de cariño, es una muchacha del 23 de Enero con una brillante carrera en Matemáticas que la llevó a tener dos maestrías y un doctorado en el área, con varios idiomas en el camino. No siempre fueron reconocidos sus méritos en la UCV y libramos un par de peleas para apoyarla.
No me equivoqué, hoy dirige el grupo de investigación en Probabilidades de la Facultad de Ciencias y hace interesantes investigaciones en grandes flujos de llamadas telefónicas. A Mairene se le ocurrió llevarse sus libros, revistas, alumnos, colegas y esperanzas a la Plaza del Rectorado de la UCV y acostarse en el piso porque allí estaban sus condiciones de trabajo.
Ayer la vi junto con Cristinita, Summa Cum Laude en Matemáticas, bajarse de un autobús frente a la embajada china, peleando porque sus esfuerzos son vituperados y desconocidos por los gobernantes, aparte de mal remunerados.
El Trosco, salvo la masiva atracción que la cabellera de Mairene genera, no la recuerda. Mairene nunca lo vio, sin embargo ambos son protagonistas de lo que está marcando la pauta hoy: el conflicto universitario, que va mucho más allá de la pelea por subir los salarios y las becas. La imbecilidad de los dogmáticos los ha llevado a decir que Mairene es una oligarca elitista.
Yo me niego a creer que el Trosco sea ese ser hostil que aparece en las pantallas. Si sacamos el totalitarismo del debate, en particular si callamos a Maduro, estoy seguro de que podemos lograr acuerdos importantes. Por lo pronto, ni sueñen que verán doblegadas a las universidades, como dijo el aguerrido presidente de la APUCV Víctor Márquez. Por más que los violentos maltraten a las niñas de Ciencias Políticas, Mairene le ganará al Trosco como Vargas a Carujo. U U UCV.
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