miércoles, 19 de junio de 2013

La universidad de pie

Fernando Rodríguez
Tal Cual, 19/06/2013

La cosa no está sino en sus inicios, creemos que es el primeraxioma para hablar de la situación universitaria. Se dio un primer paso que es un aumento considerable de los salarios de profesores, empleados y obreros de esas casas de estudio. 

Pero que a todas luces no es suficiente, dado el piso, mejor el subsuelo, del que se partió, sueldos de miseria mantenidos durante años. 

Dicho de otra manera, no se restituyó el status de que gozaron los universitarios en la anterior y apostrofada república, donde más de un mandamás tenía conciencia de que señores como Carlos Raúl Villanueva, Francisco de Venanzi o Juan David García Bacca tenían una decisiva importancia para la construcción de un país en serio. 

Pero digamos también, al respecto, que ese acto pareciera distinto al repudio al mérito y el saber que profesaron el Caudillo y sus troperos y populacheros y que se cebó con insólita crueldad (desde ahogo financiero hasta bombas de sus bandas armadas) en universidades en las que siempre, profesores y estudiantes, les mostraron su desafecto. 

Pero se hizo a la manera chavista: desconociendo las Normas de Homologación, perfectamente legales, y a la multitudinaria representación profesoral (FAPUV), sustituyéndola por sindicatos piratas, politiqueros y raquíticos. Y trasladando la negociación a sitios inadecuados donde podían imponer sus designios. 

Cortando así la posibilidad de abrir un verdadero diálogo constructivo con esos sectores decisorios e imprescindibles de nuestra inteligencia, elemento indispensable para cualquier desarrollo nacional. 

Pero ese aumento de salarios no es sino un primer paso. Más importante todavía es el problema general del presupuesto, reconducido desde hace siete años (sic) de galopante inflación y que han dado al traste con la investigación, la extensión, los servicios estudiantiles (becas de miseria y comedores sin comida, transportes desvencijados y bibliotecas arruinadas...). Valga decir, todo aquello que hace que una universidad sea tal. 

Todavía no hay respuestas sobre asuntos tan vitales. 

Y hay aún más, tanto o más grave, la amenaza de acabar con la autonomía, para empezar con la espada de Damocles de unas elecciones "participativas", donde votarían por igual los que viven y conocen la academia y los que desconocen mínimamente sus sofisticados problemas, elecciones que no harían sino prostituirla. 

O, como se ha asomado con insistencia, la de someter su espíritu libertario y universal, que es su esencia misma, a los rigores cuartelarios de disciplinas "socialistas", que no son sino disfraces de la ignorancia y el resentimiento. 

No hay duda de que la lucha debe continuar. Ahora bien, no somos nosotros quienes diremos cómo ni cuándo, que es asunto de quienes la conocen y la ejercen directamente. 

Tan solo opinamos que esta dirección debe ser flexible y realista y comprender que es una tarea que parece tener plazos prolongados y complejos, y que hay también en juego asuntos de no poca monta, para empezar evitar la pérdida de semestres y trimestres estudiantiles en fechas terminales. 

Pero no hay duda de que el paro asumido después de años de desprecio y vejaciones ha restituido el espíritu de lucha universitario y ha conseguido un primer logro nada despreciable. 

Ojalá, igualmente, ello acarree que el gobierno alcance a leer esos signos y entienda que llegó a su fin el martirologio de las academias y sus luces. Dispuestas a defenderse ahora por la razón o por la fuerza.
 

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