Representación profesoral FHE-UCV
Los jóvenes ya no desean ser profesores universitarios, la principal razón son los miserables sueldos que devengamos. Cuando alguien se entera de que un joven desea hacer carrera como docente en la universidad, se escuchan comentarios como: “mijo, ¿y por qué usted no busca otra cosa que hacer? Eso no da ni para comer”. O lo que dijo un comerciarte cuando se enteró de que su hijo, estudiante sobresaliente en la UCV, había decidido concursar por un cargo de instructor tiempo completo es esta casa de estudio: “Tendré que seguir manteniéndote”. Una expresión de lo poco atractivo que es ser profesor universitario para las nuevas generaciones son los concursos de oposición declarados desiertos por falta de aspirantes inscritos, así como las renuncias que se introducen cada semana en la universidades. Lo que antes era motivo de orgullo para una familia, hoy es casi un oprobio.
Es difícil creer que alguien en algún momento haya optado por ser docente universitario con una motivación crematística, pero lo menos que se espera de cualquier profesión es que su remuneración sea suficiente para vivir dignamente. Lamentablemente, eso no está ocurriendo con los profesores universitarios. El más reciente aumento de sueldo recibido por el sector universitario se efectuó, sin discusión con los gremios y por decisión del presidente de la República, en mayo del 2011, con lo cual, por ejemplo, un profesor instructor DE tiene un sueldo nominal del Bs. 3.335, mientras que un titular en esa misma dedicación gana Bs. 7.232. Desde 2011, el sueldo mínimo en Venezuela pasó de Bs. 1.223 a Bs. 2.047, es decir, que mientras el salario mínimo aumentó el 67%, los profesores universitarios recibieron 0% de aumento