Para entender el concepto de “Autonomía Universitaria” es indispensable conocer su historia y ubicarla en el contexto de la historia de la humanidad en lo que usualmente llamamos el “Mundo Occidental”. Así como también conocer la historia del Derecho tradicional y romano, en cuanto a su evolución desde la Edad Media hasta nuestros días.
La Autonomía Universitaria es un Privilegio Positivo, es decir, una forma particular de derecho, según la cual la institución que genera, conserva y difunde los saberes, le corresponde la capacidad de regularse a sí misma para garantizar el ejercicio crítico y creativo del conocimiento, pero siempre en armonía con el contexto al que le presta el servicio de su saber científico. En consecuencia, no se trata de un privilegio excluyente, sino de una facultad que debe ser reconocida por el Estado, la Iglesia, los sectores privados y por todos los entes o poderes externos al Estudio Universitario. Todo ello bajo el funcionamiento de doctrinas jurídicas, leyes y jurisprudencia que impliquen el mutuo respeto entre dichas entidades externas y la propia Universidad. La Autonomía tampoco es un antojo reciente de las autoridades, del personal docente y de Investigación, de sus estudiantes y egresados. Es una forma antigua, que ya cuenta con mil años de existencia, y que ha sido una de las principales bases del origen y desarrollo de las instituciones republicanas y democráticas, modernas y contemporáneas del mundo Occidental.