jueves, 21 de noviembre de 2013

Reflexiones universitarias: La libertad de cátedra

Arnoldo Castilla
LAISUM, México, 13/11/2013

En días pasados, acudimos en la ciudad de Tecate a un panel que se denominó “Reflexiones Universitarias sobre los Derechos humanos”, organizado por el Centro de Estudios sobre la Universidad de la UABC y dirigido por el Dr. Alfredo Félix Buenrostro Ceballos, Presidente del mismo. El tema fue la Autonomía Universitaria en lo general, y en lo particular la libertad de cátedra. 

La libertad de cátedra esta estrechamente vinculada con la libertad de expresión y de conciencia, y es el apoyo intelectual, moral y político de la autonomía universitaria, tan devaluada en estos tiempos en que rigen los Estados autoritarios y antidemocráticos.

Si en la universidad no se conocen y discuten todas las corrientes de pensamiento, no hay espacio para la libertad de conciencia y de expresión. 

Hay quienes sostienen que la libertad de cátedra la ejercemos los profesores universitarios cuando exponemos un tema de los que forman parte de la carta descriptiva, instrumento académico que tiende a normar contenidos, tiempos de exposición y recursos didácticos para exponerlo. En mi concepto, cuando una universidad enajena su autonomía al Estado, es a través de la fijación de temas o de la supresión de los mismos en la carta descriptiva, como puede vulnerarse la libertad de cátedra y por lo tanto la autonomía universitaria. Es a mi juicio, correcto que de antemano se determinen genéricamente los temas a tratar en una cátedra, pero tanto el profesor como los alumnos están en libertad de darle la orientación teórica y metodológica que consideren conveniente, y es mas, me atrevo a decir que gran parte de la función del profesor de ciencias humanas, es no solo abrir la puerta a todas las corrientes del pensamiento, sino también debe de hacerlo con profundo sentido crítico-dialéctico.

Me asusta una Universidad que teme abrir espacios a la discusión de corrientes de pensamiento radical, pues el miedo a tesis que disienten con la cultura pasiva, sin compromiso, sin critica, comodona y forjadora de una erudición pragmática, no tiene sentido ni repercute en la formación humanística que deben tener nuestros alumnos.

La Universidad es un censor moral, político y económico de la sociedad. Su compromiso radica en lograr una interpretación objetiva de la realidad social y científica de un país. Se equivocan quienes consideran a las universidades como maquiladoras de profesionistas, listos y preparados para servir a los intereses de la economía global. Si bien es cierto la formación en ciencias y artes de un universitario, va encaminada a prestar servicios a la comunidad, no debe ser esta su única y preponderante función. En el universitario, debe de existir un espíritu abierto, transformador, generoso y honesto, que se contradice cuando los profesionistas que forma se convierten en agentes mercantiles.

Cuando un médico opera a un enfermo, sin ser necesaria esta intervención quirúrgica; un abogado cobra una defensa que no ejerce; o un arquitecto o ingeniero construye viviendas que pronto habrán de derribarse, hay síntomas de quiebra en los principios universitarios que debe presidir la conducta de todo egresado. Y cuando una universidad permite que el Estado limite su libertad de cátedra, influya en la designación de sus autoridades, elija los caminos que habrá de seguir en su orientación ideológica, esa universidad habrá fracasado. 

La Universidad es una suma de talentos, pero es también el esfuerzo de un grupo de personas con valores; si esto no se da, tendremos una escuela tal vez buena o mala, pero no una universidad. 

NOTA: Se Afirma que mientras el Estado proporcione el dinero que sostiene a las universidades públicas, éstas no serán autónomas, sin embargo, yo afirmo que es al Estado al que le conviene la presencia de la universidad como censor social, y para mejor desempeño de esta tarea, lo recomendable es fijar para cada universidad autónoma y pública, un porcentaje del presupuesto de egresos del gobierno de cada Estado.
Texto completo 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Conciencia crítica: de la tiranía a la libertad

José Rafael Herrera
El Nacional, 10/11/2013

Hablar de una “conciencia crítica” pareciera ser una tautología, porque la función esencial de toda conciencia filosóficamente comprendida, consiste en diluir la dureza de un ser que, con el tiempo, se ha petrificado y que, por ello mismo, se ha convertido en un supuesto, en algo ajeno y hostil para los hombres. Por lo cual, la función de la conciencia consiste, precisamente, en el ejercicio de la crítica. Acción necesaria y determinante, porque permite superar el dominio del objeto cosificado sobre el sujeto social, recuperando así su reciprocidad, su condición dialógica. 

En los términos de la Realpolitik, la crítica conlleva de la determinación autocrática del pensar a su determinación democrática. La crítica es, pues, el tránsito de la tiranía a la libertad. No obstante, como la propia definición de “conciencia” no es ajena a la condición antes descrita, conviene,por una vez, conceder el sentido enfático presente en el adjetivo, a fin de redundar en el elemento sustantivo que le da significado a su naturaleza creadora, libre y autónoma.

De este modo, la “conciencia crítica” resulta insustituible para todo ser que se ha “endurecido” y que, por ello mismo, ha perdido la fluidez que se requiere para superar sus insuficiencias, para corregir sus errores, para ponerse a tono con las exigencias del presente. En este sentido -y sólo en este sentido-, puede decirse que la Universidad es la “conciencia crítica” del Estado, del cual, por cierto, es arte y parte indisoluble.

Ser la “conciencia crítica” del Estado no quiere decir mantener una relación hostil con Él. Más bien, se trata de ejercer la adecuada función que le corresponde, al llamar la atención, saber en mano, acerca de la orientación de sus políticas, advirtiendo los posibles errores y cooperando con Él en la construcción de soluciones viables, evitando, en suma, que pierda la flexión dialógica ya mencionada y se aleje de las necesidades objetivas de los ciudadanos.

No obstante, para ello es necesario que la Universidad no sólo conserve sino que además profundice y enriquezca su autonomía. Porque la única forma posible de garantizar el cabal funcionamiento del Estado, y en consecuencia la mejora sustancial de la calidad de vida de la ciudadanía, es preservando el carácter autonómico de las universidades. La autonomía es la condición sine qua non para que el Estado pase de un ejercicio barbárico al ejercicio de la civilidad. Ella es el salto cualitativo del mero querer del individuo a la libre voluntad del ser social, de la dependencia infantil a la madurez y la responsabilidad. Por ello mismo, no es posible separar la autonomía universitaria del diálogo, pues no existe la una sin el otro y viceversa.

Es por ello que la Universidad no puede ser calificada como un“partido de oposición”, “insurrecta” y “conspirativa”, enfrentada, cual adolescente, al Estado. Muy por el contrario, en virtud de su estricta madurez cognoscitiva, sustentada en la investigación, la docencia y la extensión científica y humanística, la Universidad tiene la obligación de ejercer una constante labor con-ciente, es decir, crítica, justamente porque esa es su razón de ser. Y es por cierto de ese modo como cumple con su responsabilidad principal, toda vez que contribuye con la superación de los problemas de fondo,de estructura, con los cuales, no sin frecuencia, el Estado tiene que mostrar su pertinencia y capacidad frente a los retos que la sociedad va creando a su paso. Sin conciencia no hay crítica, y sin crítica no hay Estado.

Para que la Universidad siga siendo la “conciencia crítica” del Estado, el Estado está en la obligación de proteger la autonomía universitaria. Y ello no es posible sin un diálogo constante, abierto y directo, que acepta los errores cometidos y rectifica. Es la hora de cambiar el modelo coercitivo por el consensual, a fin de poder ajustarse a la razón. No comprenderlo implica la muerte misma del Estado.

martes, 5 de noviembre de 2013

Método de la educación nazi-comunista

Héctor Silva Michelena
El Nacional, 05/11/2013

En los años 30, el mediocre Antón Makárenko, de Belopole, Ucrania, escribió su Poema pedagógico, de obligatoria lectura en las escuelas de la UR SS. Si el comunista Maduro no leyó el poema, aquí va un fragmento:

“Pero también en la comuna, y en las marchas de verano, y en los días de trabajo de los comuneros (…), sale a la terracilla un muchachito, alza la corneta al cielo y toca una breve señal: ‘Reunión de jefes’ y, lo mismo que en los tiempos lejanos los jefes se sientan junto a la pared. Y con la misma sarcástica seriedad el secretario del Soviet de jefes dice al nuevo culpable: -¡Sal al centro!... ¡Ponte firme y explica cómo y por qué! (…). Y tal vez se deje muy pronto de escribir en nuestro país, poemas pedagógicos, y se escriba un libro simple y práctico: La metodología de la educación comunista”. 

Maduro en Twitter: “Sigamos dándole lecciones de ética a la prensa burguesa que destila su odio lleno de malas intenciones. Que la Patria brille con su Verdad”, (16/09/13). Lea la “verdad” en la Constitución repartida en las escuelas, ya que pasó por mis manos un ejemplar de esta “Constitución Ilustrada” y cito, sólo a manera de ejemplo, que la ilustración contenida en: lámina 1: portada con la figura de Chávez como el nuevo libertador; lámina 2: texto citando al “comandante eterno” y a Nicolás Maduro como su heredero; lámina 8: claro mensaje de división y racismo entre los venezolanos: los pobres son negros, los ricos son blancos; lámina 11: el big brother con camisa roja, “protegiendo” a los niños y estudiantes; lámina 12: Chávez y Maduro como los benefactores nacionales; lámina 14: en una asamblea “constituyente”, alguien, con una boina roja, toma nota; lámina 15: identidad étnica con protagonismo de personas de países árabes y asiáticos; lámina 18: la imagen representa claramente los contenidos de la Resolución 058 que convierte a la escuela en corresponsable de los asuntos de su comunidad; lámina 19: huelgan los comentarios, cuando el mensaje directo es que los representantes del actual partido de gobierno son los reales garantes de la democracia, de “su democracia”; lámina 20: el culto a la persona, leit motiv de los regímenes totalitarios. lámina 23: en ninguna parte de nuestra Constitución figura el concepto de unión cívico-militar. Sí en los postulados del MBR200, luego del MVR y ahora del PSUV. Se miente abiertamente a nuestros estudiantes y maestros; lámina 25: Jesucristo, Bolívar y Chávez, juntos y a la par; lámina 26: el nuevo “libertador”; lámina 27 y lámina 28: mensaje a nuestros niños: la Constitución es de Chávez; lámina 30: Chávez el “gran maestro”; lámina 31: milicianos y “rojos”, protegidos por Bolívar, son los defensores de la patria ante la agresión imperial; lámina 32: de nuevo la exaltación del “comandante eterno”, el “segundo libertador”; lámina 33 y ahora igualados ante el poder celestial.

Es probable que muchos de quienes reciban este artículo lo vean sin sorpresas, sin alarmas. Es más, dirán, quizás, que es más de lo mismo, de lo que todos los días hace el gobierno nacional y sus aliados regionales y municipales. Sin embargo, los invito a ponerse en los zapatos de sus hijos, de sus sobrinos, de sus nietos, de sus hermanos, de sus alumnos y de sus maestros, cuando en el día a día en el aula de clases, deban enseñar y aprender esta historia oficial de nuestra Constitución.

Hasta hoy, han amenazado y arremetido con las armas nuestro legítimo derecho a pensar libremente. Vienen por nuestras almas y la de nuestros niños. ¿Lo permitiremos? En cada uno de nosotros está la fortaleza, el derecho y el deber de entregar una nación libre a nuestros hijos.

Es la ruta de los métodos “científicos”, al igual que Josef Mengele, el cirujano de Auswitz-Birkenau, o “Ángel de la muerte”. En muchos casos Mengele ordenó que a la madre parturienta se le vendase el pecho para que no amamantara a su bebé. Recopilaba datos sobre la muerte por inanición de los infantes.

Mengele explicaba a otros colegas su actitud: “Cuando nace un niño judío no sé qué hacer con él: no puedo dejar al bebé en libertad, pues no existen los judíos libres; no puedo permitirles que vivan en el campamento, pues no contamos con las instalaciones que permitan su normal desarrollo; no sería humanitario enviarlo a los hornos sin permitir que la madre estuviera allí para presenciar su muerte. Por eso, envío juntos a la madre y a la criatura”.

Ars gratia artis, pues. El arte mismo de lavar el cerebro a nuestros niños.