martes, 26 de noviembre de 2019

La autonomía como principio de vida


Eleazar Narváez Bello
El Nacional
@eleazarnarvaez
 
Este artículo recoge varios textos que he escrito y divulgado en diferentes ocasiones. Me complace compartirlos nuevamente en momentos en los cuales rememoramos muy gratamente aquel histórico parto de gran transcendencia que tuvo lugar con la promulgación de la Ley de Universidades el 5 de diciembre de 1958. Que sirva este recuerdo para reafirmar hoy nuestro compromiso inquebrantable con la universidad autónoma venezolana.

Es preciso reivindicar la autonomía como principio de vida, en tanto componente esencial de la condición humana, es decir, como posibilidad que tiene cada cual – con fundamento en la independencia de pensamiento y acción - de elegir y responsabilizarse por la vida que se desea desarrollar, sin que represente una fuente de agresión o de calamidades para otras personas e instituciones.

Sin lugar a dudas, tal principio es indispensable para preservar la dignidad humana, para que cada quien – bien sea la persona o la institución - disfrute efectivamente del derecho de exigir que se le juzgue por sus méritos y deméritos, por su valor, por lo que realmente es y hace, y no en función de su pertenencia a uno u otro colectivo o de cualquiera determinación que no pueda cambiar.

martes, 19 de noviembre de 2019

Pensar la autonomía



Eleazar Narváez
El Universal,
17/07/2007

En Las preguntas de la vida, dice Fernando Savater, "Acosados por la muerte, debemos pensar la vida. Pensarla, es decir: conocerla mejor a ella, a cuanto contiene y a cuanto significa". Otro tanto podemos afirmar acerca de la autonomía universitaria en la situación actual del país, precisamente cuando arrecian las amenazas gubernamentales que ponen en jaque ese principio fundamental de la universidad. Sin duda, ahora se trata no sólo de defenderla sin desmayar, sino también de potenciarla siempre, para lo cual es necesario que se le conozca mejor en lo que respecta a su significado, contenido e importancia.

Pensar la autonomía -de las personas o de las instituciones- es conocer mejor este principio en tanto componente fundamental de la condición humana, es decir, como posibilidad que tiene cada cual -con base en la independencia de pensamiento y acción- de elegir y responsabilizarse por la vida que se desea desarrollar, sin convertirse en fuente de agresión o de calamidades para otras personas e instituciones.

Pensar la autonomía universitaria es conocer mejor la universidad como locus donde, a contracorriente de la idea de un mundo uniformado, conviven múltiples expresiones del saber; y en el cual se dan las condiciones necesarias y suficientes para el ejercicio de la libertad, es decir, para conjugar conocimiento, imaginación y decisión en el campo de lo posible: en su vida académica; en la elección de sus autoridades; en la escogencia de su personal; en el cuestionamiento a sí misma y a todo lo que le concierna; en sus normas de gobierno, funcionamiento y administración de su patrimonio; y en la proposición y contribución en la construcción de soluciones y alternativas de cambio que el país requiera.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

La UCV ante el acoso político

Eleazar Narváez Bello
El Nacional
@eleazarnarvaez

Y es de alto contenido simbólico el que, con la libertad para el pueblo, llegue paralelamente la libertad para la Universidad, y que cuando al pueblo se le respeta el derecho a escoger sus propios gobernantes, a la Universidad se le brinde la misma responsabilidad” Rafael Pizani, en acto de promulgación de la Ley de Universidades de 1958.

Nuestra primera casa de estudio, con coraje y firmeza, está llamada a responder urgentemente con un contundente pronunciamiento de reafirmación autonómica. Callar no es admisible. No debe ser una opción en estas graves circunstancias. El silencio que ahora se observa en ella, con la excepción de algunas voces, preocupa sobremanera y envía un mensaje de desaliento al resto de las instituciones educativas y al país en su conjunto. Esas voces de rebelión contra la sentencia interventora del TSJ han sido importantes, pero hoy lucen insuficientes. Es menester multiplicarlas, potenciarlas y articularlas.

Dejar que transcurra el tiempo, sin decir ni hacer más nada, hasta que el régimen opresor ejecute la amenaza de imponer nuevas autoridades universitarias, resulta contradictorio con el compromiso de defender y ejercer el principio de autonomía universitaria consagrado constitucionalmente.