jueves, 30 de junio de 2011

Movilidad virtual, reto del aprendizaje de la educación superior en la Europa 2020

Ana Fe Gil Serra y Javier Roca-Piera
Educación y Formación 2020, el nuevo marco estratégico para la cooperación europea en el ámbito de la educación y formación, pone de manifiesto la necesidad de intensificar la movilidad transnacional con fines educativos, al haberse constatado su positiva repercusión en la formación universitaria y en el acceso al mercado laboral de los jóvenes europeos. En este contexto ha de destacarse la “movilidad virtual” que, de forma complementaria a la movilidad física y apoyándose en las crecientes posibilidades que nos ofrecen las TIC, será uno de los próximos retos de la oferta educativa virtual realizada por las universidades españolas. En este trabajo centramos nuestra atención en las ventajas que supone la utilización del Portfolio Europeo de las Lenguas en su versión electrónica (e-PEL) como herramienta metodológica que posibilita el desarrollo de competencias genéricas –como el aprendizaje a lo largo de la vida, la autoevaluación o la aplicación de las TIC- facilitando así la motivación y la movilidad internacional. Así mismo, presentamos también un ejemplo de actividad en la que se integran el aprendizaje de ambas competencias (TIC y lengua extranjera) y que confirma al e-PEL como una herramienta necesaria en la formación universitaria europea.

Independencia y educación

Luis Ugalde
El Nacional, 30/06/11
Esta semana celebramos los 200 años de nuestra Independencia y lloramos los 199 años de la pérdida del castillo de Puerto Cabello y de la Primera República: fracasaron las milicias improvisadas, sin preparación ni disciplina, pero, más que en las batallas, la república se perdió por la ineptitud, mezquindades, divisiones y zancadillas entre sus dirigentes, y por encima de todo porque la mayoría tenía ideas, sentimientos y afectos favorables a Fernando VII.

Es lamentable que la celebración del bicentenario de la república se limite a un desfile militar.

Gran oportunidad perdida para una reflexión educativa sobre el significado moral, jurídico y religioso del Acta de la Independencia y sobre la necesidad de transformar las ideas y educación de la población e incluir sus aspiraciones sociales en la república. Los cañones a la larga son inútiles frente a las ideas y necesidades.

El Acta de la Independencia es una argumentación civil para defender ante el mundo el derecho de ser pueblo soberano entre otras naciones soberanas y darse un gobierno propio. No se alega la fuerza de las armas, sino la fortaleza de la razón y del derecho natural, puestos por Dios en la condición humana. Derecho que incluye la potestad de rebelarse cuando los gobernantes (en este caso el Gobierno de España) se convierten en déspotas y tiranos. 

Trasformación universitaria

Abraham Gómez
El Nacional, 30/06/11
A juste de cuentas. Las excusas que se quieran anteponer sobran. Quienes somos hechura y sentimos serios compromisos con la academia nos encontramos en una interesante al tiempo que inevitable ocasión para abrir un fértil debate. Obligados estamos, por la superación de la universidad, a diseñar y promover una y muchas confrontaciones con carácter plural. Que, además, abra horizontes tal intercambio de disímiles posiciones para desplegar, con renovados pensamientos, el futuro de la universidad.

Seamos autocríticos y aceptemos que las universidades se han vuelto endogámicas: los tímidos intentos para crecer y reproducirse sólo han tenido más o menos cierta aceptación hacia adentro.

Resulta que cada vez que se desanudan los intentos para abrir los ojos, para percatarnos del atolladero en que se encuentra la universidad, a alguien se le ocurre que hay que nombrar una comisión de reforma universitaria. Pensamos que por el camino de la reforma no vamos para ninguna parte. Porque la re-forma lleva implícita la intención de analizar únicamente las formas, los aspectos, los bordes, los esquemas, las apariencias. 

miércoles, 29 de junio de 2011

¿Autonomía sin ejercicio?

Eleazar Narváez
El Nacional, 29/06/11

Le reconocemos al actual gobierno chavista la decisión histórica de haber hecho posible, en el inicio de su primera gestión, la consagración constitucional de la autonomía universitaria en el país. Sin embargo, hoy le atribuimos la responsabilidad de un hecho doloroso y nefasto, cual es, el haber dinamitado las condiciones necesarias para el ejercicio fructífero de ese principio en nuestras primeras casas de estudio en los últimos diez años. El deterioro de esas condiciones es de tal magnitud que en la actualidad, sin exagerar, cabe preguntarse si las universidades venezolanas pueden en verdad hacer uso efectivo de la autonomía para cumplir su misión primordial. En tal sentido, algunos argumentos permiten sostener, más bien, que la autonomía universitaria tiende a convertirse peligrosamente en letra muerta en la Venezuela de estos tiempos, sólo existente fundamentalmente en unas pocas líneas del texto de nuestra Carta Magna y de determinadas leyes.

La labor destructiva desarrollada al respecto por el régimen se ha expresado de distintos modos. Uno de ellos, mediante un discurso en el que la universidad autónoma es considerada un enemigo político de la llamada revolución bolivariana, y, como tal, en blanco de todo tipo de agresiones y acusaciones que contribuyen a enrarecer su clima institucional, creando recurrentemente zozobras y, por consiguiente, una desestabilización con efectos muchas veces paralizantes en su vida cotidiana. Es un discurso perverso con el que no sólo se ataca y descalifica a la institución por razones políticas e ideológicas, sino con el cual se estimulan igualmente contra ella, las acciones de algunos grupos violentos o radicales que, identificados con el gobierno, operan con total impunidad.

No menos desestabilizadoras han sido algunas decisiones de determinados órganos del Poder Público que, en circunstancias que indican la inexistencia en el país de un verdadero Estado de Derecho, se han pronunciado sobre varios asuntos universitarios con un sesgo claramente favorable a los intereses políticos del Ejecutivo, violando la Constitución y las leyes. El caso de la aprobación de la Ley Orgánica de Educación por la Asamblea Nacional es un claro ejemplo de ello, en cuyo contenido hay un articulado referido a la educación universitaria que destruye el concepto de comunidad académica, distorsiona el significado de la democracia universitaria y atenta contra la autonomía universitaria. Asimismo, cabe referir lo hecho recientemente por el Tribunal Supremo de Justicia, al ordenar de manera arbitraria la suspensión de las elecciones decanales en diferentes universidades, desconociendo en esto el legítimo derecho y la obligación de nuestras instituciones educativas de utilizar su reglamento electoral interno con base en el texto constitucional y en la aún vigente Ley de Universidades.

Agréguese a todo esto, la política sostenida de acorralamiento financiero y presupuestario del gobierno contra las universidades autónomas, con la cual se reducen de manera ostensible los espacios y las opciones para la acción verdaderamente autónoma de esas instituciones en el desarrollo de sus políticas académicas. En ese marco de enorme restricción presupuestaria, en el que más del 84% de los recursos económicos asignados por el Estado son para el pago del personal, entre ellos, al personal jubilado que representa cerca del 55% de la nómina, ¿se cuentan con las condiciones necesarias para que puede hablarse en realidad de autonomía para impulsar y poner en marcha proyectos de docencia y de investigación de envergadura? ¿Se tiene autonomía para potenciar la vida académica con docentes cuyos sueldos están muy por debajo de lo que devenga un profesor universitario en otros países de América Latina y del mundo? ¿Tiene sentido, entonces, que sigamos hablando de la autonomía universitaria sin pensar en las condiciones presupuestarias requeridas para su ejercicio?

Sin duda, hoy los universitarios nos encontramos ante el gran desafío de redimensionar la lucha por la autonomía universitaria.


martes, 28 de junio de 2011

PISA suspende a uno de cada cinco alumnos en lectura digital

El País, Madrid, 29/06/11
Los nativos digitales, chicos que han crecido con las nuevas tecnologías, saben descargarse juegos de un iPad antes de aprender a leer, pero eso no significa que sepan usar los medios digitales de forma efectiva. El primer examen de lectura digital que ha hecho el informe Pisa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que una parte de los alumnos de 15 años, a pesar de estar familiarizados con las tecnologías, tienen serias dificultades para navegar con éxito por la Red. Esto significa "que pueden tener complicado completar sus estudios y, después, buscar y solicitar un empleo, rellenar formularios para pagar sus impuestos e incluso reservar un billete de tren", escribe en un correo electrónico el director de Pisa, Andreas Schleicher. Esto le ocurre al 17% de los alumnos de 15 años de los 19 países que han hecho la prueba, pero en España alcanza al 23,1%.
Así pues, es poco probable que las destrezas de uno de cada cinco quinceañeros españoles les "permitan el pleno acceso a las oportunidades educativas, laborales y sociales que se ofrecen en el siglo XXI". Ahí queda España, la sexta por la cola de la clasificación, algo por debajo de la media (475 puntos frente a 499).
Que todos sepan usar el mundo digital para convertir la información en conocimiento requiere el apoyo de la escuela, concluye el estudio. Sin embargo, los que usan el ordenador en casa (un 85,7% tiene Internet) son los buenos lectores digitales, mientras que los que solo lo usan en la escuela salen peor parados en la prueba. "Los alumnos están desarrollando su competencia en lectura digital, sobre todo, a base de usar los ordenadores en su casa por iniciativa propia", dice el informe. A la escuela le falta camino por recorrer.

Enseñar a los alumnos a pensar

El País, Sevilla, 29/06/11
"Los alumnos españoles deben tener una actitud más crítica, tienen que pensar más". Ahí radica el problema de las competencias digitales. Es lo que opina José Antonio Cervero, el director del Instituto Fuente Nueva de Morón de la Frontera (Sevilla), que lleva varios años inscrito en el programa andaluz de nuevas tecnologías. No basta con que los chicos tengan acceso a los ordenadores, es necesario que desarrollen un criterio propio que les ayude a aclararse entre la ingente cantidad de información que hay en la Red.
La competencia digital se compone de cuatro patas: la búsqueda de la información, la selección, el análisis y la producción de textos nuevos a partir de la documentación localizada. El problema es que el alumnado se está quedando en el primer paso, según Cervero, que trabaja con los estudiantes todos los días a pie de aula: "El alumno cree que la información que hay en Internet es toda válida y se queda con lo primero que encuentra".
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lunes, 27 de junio de 2011

UNESCO-Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación. Financiar la educación: una ecuación compleja

¿Cuáles son las mejores estrategias para instituir una educación primaria completa? ¿Cómo se pueden organizar provechosamente servicios de educación secundaria y superior? ¿Qué se puede hacer para mejorar la calidad de los servicios educativos en todos los niveles? Éstas son las cuestiones que los gobiernos en todo el mundo vienen tratando de resolver, con distintos grados de éxito. De hecho, garantizar que un gran número de niños tenga una educación de alta calidad significa movilizar recursos humanos, materiales y financieros en gran escala. Los países de la OCDE, que destinan para la educación entre un 6% y un 7% de la riqueza generada a nivel nacional, pueden ofrecer a su juventud un promedio de entre 15 y 18 años de educación en condiciones adecuadas.

Equilibrio en las decisiones

Josefina Gallardo

El Consejo Universitario de la UNAM está por cambiar. Al momento que usted lea estas líneas ya se habrá aprobado, en su sesión del viernes 17 de junio, el documento Propuesta de fortalecimiento y ampliación del Consejo Universitario, que forma parte de las reformas estructurales que impulsa el rector José Narro.

La idea es tener una mayor representación de los distintos sectores de la Universidad, acordes con el crecimiento institucional de las últimas décadas. La propuesta señala que deben existir consejeros técnicos académicos, ya que este sector conforma 40 por ciento del personal docente; también habla de una mayor representatividad de los investigadores. En síntesis, habrá 20 representantes estudiantiles y 16 docentes más de los que actualmente hay. Será un Consejo Universitario con 283 integrantes, es decir, se sumarían a este órgano colegiado 55 miembros que representarían a más sectores pumas.

Es la primera vez, en varias décadas, que se estructura un órgano colegiado en la UNAM y, por ello, no es cosa menor ponerle atención a esta propuesta. Otro sector que tendrá mayor representatividad será el de los trabajadores, con un total de siete consejeros, es decir, cinco más de los que ahora tiene, aunque no tendrán derecho a voto en las plenarias del CU.

El cambio propuesto es en las dimensiones del Consejo Universitario, más no así en sus funciones. Una cirugía de ese tamaño implicaría cambios a la Ley Orgánica y esa atribución únicamente la tiene el Congreso federal. No obstante, el ampliar a más sectores que, hasta la fecha tienen nula o casi nula representación, tiene la ventaja de que las discusiones se enriquecerían y, la desventaja de que, al hacerlo enorme, se vuelva poco funcional y difícil de llegar a acuerdos.

El Consejo Universitario es una figura orgánica fundamental en la vida institucional de casi todas las universidades (al menos las públicas) tanto mexicanas como en otros países. Hay salvedades, como la Universidad Autónoma Metropolitana cuya figura es la de un Colegio Académico, mayoritariamente representado por funcionarios, pero que tiene atribuciones similares a las de un CU.

La función de un Consejo Universitario, por lo general, consiste en expedir las normas que rigen la actividad institucional. Hay Consejos que son responsables de elegir a las autoridades universitarias y, por ello, la forma en que están conformados muestra las posibilidades de gobernabilidad de una institución. Sus decisiones y discusiones tienen un trasfondo en la vida política interna de gran peso.

Los CU son un equivalente al poder legislativo en una democracia, pues sus representantes, por lo general, deben ser elegidos mediante voto, salvo los casos que tengan un sitio ex profeso dada la función que desempeñan (rector, secretario general, directores escuelas y Facultades, entre otros). Los estatutos orgánicos establecen las condiciones que deben tener los representantes de alumnos y docentes para ser votados.

También es común que las votaciones para elegir representantes sean poco concurridas, al menos que exista un conflicto en cierne o bien haya competencia. Por lo general, son pocos los estudiantes que conocen a sus representantes en éste órgano colegiado, así que suelen ser los alumnos con mayor acercamiento a la autoridad o, por el contrario, los que suelen estar en contra de sus acciones quienes participan en estos procesos. Suele ocurrir que las decisiones que toman en las plenarias nunca o casi nunca son informadas a sus comunidades.

No son pocas las historias en las que los conflictos graves se resuelven en las sesiones de Consejo Universitario o bien, allí tienen su origen. Los acuerdos y desacuerdos en estas sesiones suelen ser, en muchas ocasiones, motivo de cambios en la política institucional. Los casos más recientes son los de la UACM y la UABC, cuyos conflictos y desacuerdos tiene parte de su esencia en el papel que juega el Consejo Universitario.

Las universidades públicas mexicanas tienen dos tipos de CU: uno con una representación mayor de estudiantes (como el caso de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México) y otro con una representación mayor de funcionarios (como la UNAM). En todos los CU, el único que tiene derecho a vetar un acuerdo es el presidente de este máximo órgano colegiado que, en todos los casos, es el rector.

Casi siempre hay una sobrerrepresentación de la autoridad universitaria y, en los casos que este órgano colegiado tiene la facultad de elegir rector, suele hacerse en beneficio del que está en turno, ya sea a favor de su reelección o bien en la elección de su candidato.

La reestructuración, aunque sea numérica, del Consejo Universitario puma puede dejar muchas lecciones en materia de educación superior del país. Una de ellas, fundamental, es que la gobernabilidad descansa en gran medida en los consensos y si hay sobrerrepresentatividad de determinados sectores, este equilibrio se puede romper. También es cierto que si existen sectores no representados, la consistencia del trabajo académico también se pone en riesgo.

Cuando hay equilibrio de opiniones, discusiones abiertas y están bien organizados los Consejos Universitarios, la vida institucional suele ir por buen camino y sin tropiezos.
 

miércoles, 22 de junio de 2011

Conversaciones en la UCAB

Ignacio Ávalo Gutiérrez
El Nacional, 22/06/11

I .En una de sus más célebres frases, Ernesto Guevara decía que cuando lo extraordinario se hace cotidiano es la Revolución.

Hace pocos días, en la Universidad Católica Andrés Bello lo cotidiano se volvió extraordinario y que me perdone el Che si lo cito al revés. Hubo un encuentro para debatir -prefiero, más bien, decir conversar o, mejor aún, platicar, en el idioma de los mexicanossobre el tema universitario. ¿Cuál debe ser la Universidad del Siglo XXI?, fue la pregunta que motivó la cita, ideada para tejer reflexiones -que no respuestas, por ahora-, acerca de los temas que más le conciernen. Hasta la UCAB se acercaron personas con muy distintos puntos de vista y, por supuesto, con fotografías diferentes de la universidad deseable para Venezuela. Personas con orígenes disímiles en lo político y en lo intelectual que se hablaron con respeto, con ganas de oírse, no de imponer, cosa rara por desgracia, en el país en el que ahora vivimos, tomado por asalto por la intransigencia, disfrazada de apego sagrado a los principios ideológicos.

Lo dicho, lo cotidiano se volvió extraordinario y, de nuevo, mis excusas al Che. 
 
II. La Universidad es una institución en crisis desde hace rato, en muchos lados. Es una crisis de legitimidad, dicen, porque se la cuestiona desde afuera y se multiplican y cambian las demandas sobre ella. Que hay que revisarla de pies a cabeza y transformarla es la consigna. Que sea más útil a la sociedad, tal como asoma ésta en la época actual, y que rinda cuentas pareciera ser el acuerdo general. Y, de allí en adelante, casi todo lo demás es divergencia y debate, también en Venezuela, desde luego, se examinan los modos de financiamiento, su forma de gobierno, la orientación y la naturaleza de sus actividades de investigación, la masificación, la calidad, la autonomía, la pertinencia social, la organización interna, el movimiento estudiantil y otros asuntos más. Se trata, en fin, de una agenda amplia y compleja cuya consideración es prioritaria, como pocas, si el país toma en serio los signos de los tiempos, con sus principales condimentos: la globalización (o mundialización, conforme a la preferencia política de cada quien), la llamada sociedad del conocimiento (y la sociedad del riesgo, su contracara) y el cuestionamiento cada vez más severo, por razones ecológicas, políticas, económicas y sociales, de los actuales paradigmas de desarrollo, por sólo nombrar tres cosas que hacen insoslayable la discusión.

III.  Ojalá esta conversación extraordinaria, pero que debió ser cotidiana (y dale con el Che), en la UCAB marque un estilo en nuestro trato del tema universitario.

Un estilo que deje ver que sí se puede hablar con amplitud y que es necesario hacerlo porque en este caso no nos podemos dar el lujo de ser sectarios ni fanáticos (y perdón por la redundancia).

Como tampoco podemos, por cierto, darnos el lujo de evadir los cambios requeridos. Esto último lo señalo porque se ven universitarios satisfechos, como si todo estuviera bien, mejor imposible.

Harina de otro costal De nuevo, el casi eterno problema carcelario venezolano. Esta vez, otra vez, la prisión del Rodeo, en donde, a fin de asomar una explicación sencilla, y no perdernos en detalles escabrosos, diré que 3.000 personas habitan en un lugar pensado para alojar 700. Allí, después de varios días de violencia y por lo menos dos decenas de muertos, se ha recabado una prueba más, por si hiciera falta, del fracaso de la política penitenciaria del país.

El presidente Chávez guarda silencio, no se lo oye ni por el twitter, mientras el ministro Tareck el Aissami intenta, por su lado, lavarle el rostro al Gobierno y anunció -con cara de cómo no se nos ocurrió antes ¡carajo!- la creación del Ministerio del Poder Popular para la Atención Integral Penitenciaria, una medida concebida, suponemos, para intimidar la realidad a fin de que no siga haciendo de las suyas. Sin embargo, uno, incrédulo a fuerza de tanta retórica, piensa que, aún con el nuevo ministerio, el del Rodeo será apenas el penúltimo episodio de violencia en nuestras cárceles.

Intelectuales

Atanasio Alegre
El Nacional, 22/06/11
Como los buenos vinos, algunos de los mejores quesos y, tal vez, los paisajes urbanos más deslumbrantes, el intelectual es un producto francés. Tiene su origen en el siglo XVIII, cuando una serie de filósofos, novelistas y gentes de elevada conversación plantaron cara a la monarquía que tenía sometida a la sociedad con su concepción divina de la autoridad. Para ello se valieron de tres instrumentos: de la palabra convertida en acción; de las ideas, en armas, y de las teorías, en cánones de conducta. De modo que, si en el siglo XVIII el intelectual dio la batalla por la libertad, en el XIX la dará por la instauración de la democracia, y en XX contra los totalitarismos, cuyos residuos todavía son visibles.

El intelectual adquiere, en todo caso, vigencia plena con "el tenebroso asunto" Dreyfus sobre el que Zola escribió el artículo más famoso publicado hasta hoy en la prensa francesa. Se titulaba "J’acusse" y era, en realidad, una carta pública que su autor, en un momento de mala bají literaria personal, enviaba al rey.

Eso acontecía en 1898 cuando el mundo era en blanco y negro y no admitía otros matices: los del gris, por ejemplo, que fue adquiriendo con el tiempo o, mejor dicho, con las nuevas invenciones, de manera que no estaría de más preguntarse ahora si tiene cabida el intelectual en un mundo revolucionado por la segunda era de las comunicaciones después de la de Gutemberg.

Está todavía vigente la influencia de alguno de ellos, a l’ancienne, como ocurre entre nosotros con Uslar Pietri, cuyo legado resumió maravillosamente Manuel Bermúdez en una sola palabra: la uslaridad, capaz de explicar la evolución de tantos adelantos y retrasos en la sociedad venezolana o la presencia de Umberto Eco, que ocupa un lugar de privilegio entre los pensadores del siglo XXI. Lingüista es también Noam Chomsky, que, a diferencia de Eco, pretende conseguir su parcela de eternidad por haberse consagrado a la inútil tarea de la radicalización de una sociedad tan impávida a sus propuestas como la norteamericana.

En un mundo dominado por los mercados, capaces de haber creado en la Unión Europea episodios como los de Grecia y Portugal y el de haber puesto a circular un dicho como: "Entre la España y la pared", con referencia a la península ibérica, pareciera que el puesto de los intelectuales correspondería ahora a los economistas. Pero no existe una figura dominante en la actualidad capaz de representar las grandes causas por las que se mueve el mundo o lo acosan.
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lunes, 20 de junio de 2011

¿Para qué educamos?

Juan Navarro de San Pio
LAISUM, 18/06/11
La tendencia educativa actual sostiene que la finalidad básica es la rentabilidad: aprender saberes que sean útiles y que propicien un beneficio económico en el futuro. La concesión de becas y proyectos de investigación cada vez se deciden  más por su "impacto económico" en la sociedad. La grave coyuntura actual de la crisis -junto a los alarmantes recortes educativos anunciados- no ha hecho más que potenciar esta tendencia desde el punto de vista social y político. En primer lugar, el comprensible temor de las familias a que sus hijos queden fuera del mercado laboral o que no logren rentabilizar suficientemente la inversión efectuada (esfuerzo, tiempo, idiomas, etcétera). Pero también llama la atención el modo de legislar la educación en los últimos años, orientándola principalmente hacia competencias profesionales ampliamente demandadas por la sociedad. Prueba de ello es el llamado Plan Bolonia que recoge esta pedagogía utilitarista donde el mercadolaboral -y no el conocimiento o la ciudadanía- se erige en criterio para fijar la oferta de titulaciones, pudiendo quedar fuera algunos grados universitarios (artes y humanidades, fundamentalmente) que no se ajustasen en el futuro a este criterio de rentabilidad económica.

sábado, 18 de junio de 2011

Cambios académicos para la transformación universitaria


Una universidad se define desde el siglo XIX como aquel espacio donde se producen conocimientos, se utiliza los mismos en la formación de investigadores y profesionales y se difunden hacia la sociedad y el Estado, de manera que puedan ser utilizados en el mejoramiento continuo de las condiciones de vida de la gente. Al mismo tiempo, se contribuye con el enriquecimiento del acervo cultural de la humanidad. En Venezuela, la aplicación rigurosa de la definición anterior nos lleva a concluir que realmente son pocas las universidades existentes, pues la mayoría ejerce sólo la función docente con muy poco desarrollo de las actividades de investigación científica y de teorización. Esto es consubstancial con la historia de la universidad venezolana, en la cual, hasta 1958, la generación de conocimientos ocupaba un lugar clandestino en la sociedad y, por lo tanto, inexistente en la universidad. De clandestina pasó a legal, a partir de 1958, pero permaneció siendo marginal (Fuenmayor 1986). 

viernes, 17 de junio de 2011

El cambio verdadero

Emiro Rotundo
El Nacional, 17/06/11
Algunas cosas debo decir en relación con el artículo de A. Fergusson y R. Lanz del día 13/04/11 en este mismo espacio titulado "Para cambiar de verdad ". 1.- Se dice: "La crisis actual de la universidad es parte inherente de los atascos de una institución inviable como modelo de organización".

Pregunta: Si es un modelo inviable de organización, ¿cómo es posible que se haya mantenido durante tanto tiempo y que haya sido, además, tan resistente a los cambios que en diversas oportunidades se han querido hacer? Respuesta: No es inviable, porque ese modelo organizativo está perfectamente adaptado a lo que históricamente ha sido y ha querido ser la universidad: un mecanismo para la capacitación del alumnado en el desempeño profesional; es decir, una enseñanza encaminada al otorgamiento de licencias legales para el ejercicio de carreras liberales en cuyos programas de estudio las ciencias básicas son admitidas luego de ser previamente adjetivadas para servir específicamente a cada campo de aplicación profesional.

Esa organización, apta para ese fin, está basada en el modelo napoleónico (del siglo XIX), consistente en una federación de facultades y escuelas autárquicas, sin elemento integrador entre ellas que las capaciten para actuar corporativamente en búsqueda de un fin distinto del ya señalado. El asentamiento de toda la enseñanza está en la cátedra, unidad operativa básica de docencia a cargo de un titular designado mediante procedimientos burocráticos.

Esta estructura organizativa federalista, profesionalista, autárquica, elitista, duplicativa, inflexible, autocrática y burocrática está bien adaptada a los fines tradicionales de una sociedad que sólo en parte tiene pie en el siglo XXI. 

jueves, 16 de junio de 2011

A fuego lento

 Gioconda San Blas
AL COMPÁS DE LA CIENCIA
Tal Cual, 16/06/11
¿Sabía Ud. que en Venezuela, entre 1999 y 2006 casi 1,4 millones de escolares habían sido excluidos del sistema escolar, de los cuales 83% cursaba entre 7° y 9° grados, en edades comprendidas entre 12 y 15 años? ¿Que 52% de la población con 15 años de edad no cursa ningún tipo de estudios en el sistema educativo formal? ¿Que según el INE, la escolaridad promedio de la población mayor de 25 años de edad es de apenas 8 años? ¿Que el 20% más pobre tiene un promedio de años de estudio de 5,6, es decir, no llega a sexto grado? ¿Que en cambio el 10% más rico, que no asiste a escuelas oficiales, logra más de 14 años? ¿Que en pruebas de comprensión lectora los planteles privados obtuvieron 74% vs. 16% los públicos? ¿Que esa relación fue de 43% vs 24% en matemáticas? Destacados docentes han señ alado la relación existente entre pobreza y escasa escolaridad en el sistema educativo formal, de tal modo que los más pobres seguirán siéndolo porque su insuficiente escolaridad no favorece su inserción social ni económica.

Sólo a través de largos años de maduración, el proceso educativo se convierte en palanca para el ascenso personal y social. Sobre todo en ciencia y tecnología, indispensables para enfrentar la creciente demanda de conocimientos requeridos por los países modernos para su progreso y competitividad. Lograr estudiantes exitosos requiere, entre otros factores, docentes altamente motivados y preparados. Los países con sistemas educativos de alto desempeño escogen sus candidatos a la carrera docente entre aquellos bachilleres con mayores rendimientos durante sus años de formación: Corea del Sur, 5% superior de las cohortes; Finlandia, 10%; Singapur y Hong Kong, 30%. A la inversa, los países con peor desempeño rara vez atraen a la docencia a las personas más adecuadas.

Mejorar la calidad de la educación venezolana requerirá de un esfuerzo de largo aliento. No será con improvisadas misiones, en donde ilusionados "vencedores" (estudiantes) son entrenados por "facilitadores" sin adiestramiento académico formal. Así, la Misión Rivas integra la "Educación Bolivariana para el Desarrollo Endógeno... para impulsar el proceso revolucionario de Refundación de la República". A través de esta misión, los "vencedores" cursan en cuatro semestres un laxo programa de estudios, teñido con una fuerte dosis de adoctrinamiento, que pretende sustituir la formación que en cinco años debe adquirir un alumno regular para obtener su título de bachiller. Documentadas como están las insuficiencias del sistema educativo regular, este esfuerzo improvisado de graduar a la carrera sólo conduce a una ilusa ­por lo falsa­ elevación del nivel de instrucción, sin aumento en la calidad del producto. En educación, sólo una preparación obtenida a fuego lento, sin quemar etapas, es la vía para un desarrollo sólido y sustentable. 

Gobernar es educar

Luis Ugalde
El Nacional, 16/06/11
En los siglos XVIII y XIX se pensaba y decía "gobernar es poblar". Dentro de ese pensamiento, Venezuela, desde los días mismos de la Independencia, hizo planes y esfuerzos para atraer migrantes ofreciéndoles tierras ociosas, y así poblar vastos territorios con gente dispuesta a trabajar y producir.

Uno tras otro se estrellaron los planes nacionales para atraer migrantes, pues durante más de un siglo nuestro país era poco atractivo por su clima tropical, el paludismo reinante y la plaga de interminables guerras y guerritas. En cambio, millones de europeos expulsados por la miseria llegaron a Estados Unidos, Argentina, Brasil, Uruguay, entre otros, con su voluntad de trabajar y ganarse la vida. La tendencia cambió después de la Segunda Guerra Mundial y en tres décadas la Venezuela petrolera atrajo migraciones masivas hasta convertirse en la nación que más gente recibió en proporción al número de habitantes.

Luego se pensó que "gobernar es construir". Gran parte del ingreso petrolero se sembró exitosamente en infraestructura de carreteras, autopistas, tendidos eléctricos, edificios públicos, escuelas, centros de salud, fábricas y viviendas. Pocos gobiernos en América construyeron tantas viviendas populares como el nuestro, a través del Banco Obrero (luego Inavi) en Venezuela. Entre 1943 y 1983 la construcción transformó la cara geográfica del país, el hábitat de su gente se hizo urbano y se desarrolló su infraestructura productiva, con industrialización sustitutiva dependiente.

miércoles, 15 de junio de 2011

Inclusión excluyente

José A. Véliz*
UDISTAS, 15/06/11
El recorte presupuestario que el gobierno nacional ha impuesto a las universidades data de los tiempos de la “cuarta república”. Es una vieja dolencia, la presupuestaria, que se agravó en estos tiempos de “inclusión”, de demagogia y falsas promesas. La calidad de la educación no está ni remotamente garantizada. La Universidad de Oriente es un ejemplo fehaciente de ello.

Las luchas universitarias de otros tiempos tuvieron como motivo, primero, la autonomía, y luego el presupuesto. Las consignas “no a la intervención” y “presupuesto justo para las universidades” fueron las banderas de todas las acciones combativas llevadas a cabo por los gremios universitarios. Bastantes “peinillazos” y bombas lacrimógenas se emplearon en apaciguar aquellas protestas estudiantiles donde muchos vehículos fueron quemados y muchos presos, torturados y desparecidos hubo por defender esas premisas. Hoy estamos reclamando lo mismo, con la diferencia de que muchos de aquellos que trataron de inmolarse para que esas consignas se respetaran, atentan ahora, desde altos cargos, contra aquellos preciados principios.

Da pena ajena la hipocresía de quienes en nombre de la inclusión, violando las actas convenio, abarrotan salones de clases sin las más mínimas condiciones, argumentando que se inscriben 60 alumnos porque no todos llegarán al final. Semejante argumento, además de falso, es la prueba clara de que quienes planifican no creen en la inclusión verdadera ni en la capacidad de cada estudiante de avanzar, sino que ven sólo el redondeo, el número de “incluidos” que, al inicio del semestre, es lo que cuenta. Vulgar demagogia. No hay inclusión cuando se planifican, en horarios inapropiados y aulas sin condiciones mínimas garantizadas, secciones de clase para “maximizar” el uso de los pocos espacios que maneja cada departamento, en un campus donde después de las 6 de la tarde reinan la oscuridad y la inseguridad, donde no hay vigilancia efectiva y el último bus del transporte universitario parte antes de que finalicen los horarios de clase. Es difícil exigirles buen rendimiento a nuestros estudiantes cuando las situaciones básicas del ámbito cotidiano no están resueltas.

No hay inclusión cuando, aduciendo la falta presupuestaria, se imposibilita la capacidad de acción de las autoridades universitarias –violando el principio de autonomía– para la contratación de nuevos profesores. Con un mayor número de profesores sería posible atender más adecuadamente, en un mayor número de secciones, a la cantidad de estudiantes que ingresan por semestre.

Siendo la educación algo tan fundamental e importante para todos no se entiende cómo el ministerio encargado (en definitiva, el gobierno nacional) puede prohibir contratar más personal docente, se niega a mejorar significativamente los sueldos de los docentes, no se dispone con eficacia a construir nueva infraestructura universitaria o contribuye efectivamente a mantener o reparar la existente, ni aporta sustancialmente para incrementar la dotación de bibliotecas y laboratorios, etc.; pero, omitiendo este maltrato a las universidades, exige a éstas la inclusión de un número cada vez mayor de estudiantes. El resultado de este sinsentido es una universidad suspendida, que se mece en un hilo muy débil, un hilo que no puede estirarse más. Poco a poco van flaqueando los que hacen vida en ella, desmejorando su existencia y flexibilizando sus exigencias. Si no hay auténtica intención de inclusión, ésta excluye y, por lo tanto, mata. Parece que para aparentar ser inclusivos debemos excluir la calidad.
*Profesor del Departamento de Biología de la Universidad de Oriente

Impactante deterioro educativo

Marcos Aguinis
La Nación, 15/06/11

LOS pueblos educados trabajan, producen, crean y practican el respeto mutuo entre sus miembros. Pero, como en toda manifestación humana, existen las excepciones. Ahora bien, las excepciones -debe marcarse desde el principio- son eso: solamente excepciones.
La Argentina es el caso notable de un pueblo que se fue conformando con un embarazo difícil, un parto doloroso y una primera infancia llena de sinsabores. Pero en la adolescencia realizó un giro portentoso en materia de educación. Al margen de problemas internos y mundiales, apostó por la educación de una forma vehemente y excepcional. Mientras Juan Bautista Alberdi insistía en que "gobernar es poblar", la elite política e intelectual del país agregaba "sólo se progresa educando". Y puso manos a la obra. En escasas décadas consiguió que un pueblo abrumado de analfabetos comenzara a estudiar. La escuela argentina se convirtió en un templo y una fábrica. Era el motor ardiente del progreso, la armonía social, el anhelo de crecer, la vitamina de la creatividad, la constructora del civismo, la orientadora de conductas y el tonificante de la moral. Las oleadas inmigratorias fueron integradas y en todo el territorio se afirmaron las bases de una convivencia basada en la ley. No fue fácil y, como dije al comienzo, hubo excepciones. Pero fue posible caminar desde la irrelevancia hasta la gloria. En el primer Centenario de nuestra independencia llegamos a ocupar el octavo puesto entre las principales naciones del mundo.
Después, de un modo casi invisible, se introdujo el deterioro. Un deterioro perseverante y mendaz. Es cierto que nunca se dejó de insistir en los méritos de la educación y la necesidad de apoyarla. Pero se fueron trastrocando los valores. En lugar de ser premiado el esfuerzo, se apostó al facilismo. Y se olvidó la importancia de la calidad. Por eso nos encontramos ante paradojas increíbles: el presupuesto destinado a la educación argentina no es inferior al de los países donde titilan los buenos resultados, pero no es un presupuesto que rinda frutos. Ocurre que todos coinciden en la importancia de este rubro, pero pocos se han empeñado en descubrir las razones de su caída. Y aún menos son los que ofrecen propuestas concretas, sabias y valientes para revertir el descenso.
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martes, 14 de junio de 2011

La universidad y sus apóstatas

Jorge Linares Angulo
El Universal, 14/06/11
Es un hecho que al gobierno del socialismo del siglo XXI en Venezuela, la universidad autónoma y democrática le resulta incómoda. Recalco los términos: autónoma y democrática, porque resumen la naturaleza de la universidad secular. Autónoma en tanto se da sus propias normas y su propio gobierno; democrática en tanto en ella se producen y debaten las ideas, caben todas las corrientes de pensamiento, se asienta la pluralidad. Todo gobierno autoritario, dondequiera se establezca, ve en la universidad autónoma un escollo pues ésta siempre cuestionará el dogma y el pensamiento unilateral.

La universidad venezolana tiene una autonomía que es un legado de la independencia de América Hispana. En efecto, en 1827, consolidada la independencia con la Batalla de Ayacucho, Simón Bolívar, a través de los "Estatutos Republicanos de la Universidad", confirió a la Universidad Central de Venezuela su autonomía y donó a su favor las haciendas Chuao, Cata y La Concepción a fin de garantizarle un desempeño a salvo de las intromisiones gubernamentales o de cualquier otro poder. Desde esa fecha hasta 1958 la universidad vivió los avatares del caudillismo y de los gobiernos dictatoriales y tuvo más persecuciones que normalidad. En 1958 se aprobó la Ley de Universidades, ley que, reformada en 1970, consagró la autonomía como hoy la conocemos. 

domingo, 12 de junio de 2011

Misión casi imposible

Rigoberto Lanz
El Nacional, 12/06/11
La universidad pasó de ser un combustible importante para el impulso de los cambios de la sociedad a ser un peso muerto respecto a los ambientes de reformas que se animan en todos lados. O no se producen cambios significativos o se generan con tal lentitud que resultan intangibles. La evolución natural de la dinámica universitaria no conduce a su transformación espontánea. Conduce sí al reforzamiento del conservadurismo, a la reproducción de prácticas y discursos, a la perpetuación de lo mismo.

Este inmovilismo estructural de la universidad no es una exclusividad; hay otro tipo de organizaciones que están allí durante siglos reproduciéndose sin mayores cambios: los aparatos religiosos, los aparatos militares, la familia. Nadie se escandaliza por ello; diríase, más bien, que todo eso es "normal". Pero en el caso de la universidad (y en cierto modo en los aparatos escolares y culturales) se supone que en su propia naturaleza está el rasgo singular de ser un espacio del pensamiento, un lugar donde la gente estudia y entiende, donde lo esencial debería ser la comprensión de la realidad. Decir la comprensión de la realidad es apuntar justamente a la lógica del cambio, es preguntarse cómo se transforma esa realidad, o lo que es lo mismo: ¿cuáles son los obstáculos del cambio? Aquí comienzan las paradojas: la universidad perdió la conexión de sentido con la dinámica social y, por tanto, difícilmente puede formular las preguntas apropiadas sobre su transformación. De rebote, la autocomprensión de sus límites y posibilidades también se escapa; por ello, las pulsiones transformadoras son succionadas por la inercia de los procesos de conservación. La traducción práctica de este curioso fenómeno es lo que se observa a simple vista durante décadas: una universidad implosionada, menguada en su trascendencia, errática en la direccionalidad de cualquier horizonte de significación, decadente en todo su accionar. 

Deberíamos pagar más a los investigadores...

Esteve Giralt
La Vanguardia. com, 12/06/11
Las herramientas de trabajo de Roger Guimerà son su cerebro y potentes ordenadores. Investigador especializado en redes complejas, Roger se entusiasma al explicar las aplicaciones reales de un campo de conocimiento relativamente nuevo. Los artículos en revistas internacionales de referencia que revolucionaron el estudio de las redes complejas se publicaron a finales de los 90. Ahora, estas redes viven precisamente su momento más álgido, con aplicaciones muy diversas, sea para el estudio de los ecosistemas, el sistema financiero mundial, la propagación de una epidemia o las redes sociales en internet.
"Podríamos encontrar el punto débil del metabolismo del E. coli", explica Guimerà. De este modo, se podrían localizar una treintena de agentes posibles para luchar con la temida bacteria. Aunque licenciado en Física por la UB, Roger ha acabado por establecerse en Tarragona como profesor investigador del ICREA (Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats), en el departamento de Ingeniería Química de la Universitat Rovira i Virgili (URV).
Antes estuvo siete años como investigador en Chicago, donde acabó como profesor. Las redes complejas, física estadística mediante, se han convertido en el objeto de su deseo: aprender de sistemas con muchas unidades que están conectadas siguiendo patrones que no son ni totalmente ordenados ni absolutamente caóticos.
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Conflicto en la UAM. Cuando la Universidad se vuelca contra sí misma

Luis Porter*
LAISUM
Desde siempre vengo escuchando el concepto participación académica, y sólo cuando los conflictos rebasan el límite de lo tolerable, surge la pregunta: ¿hay una intención real por parte de las autoridades universitarias de aplicar la ley, de respetar al profesor que desde los cimientos (o quizás desde el sótano) sostiene a la institución con su labor cotidiana? Pregunta a la que le sucede otra no menos importante, ¿Frente a las injusticias y manejos dolosos, existe una voluntad por parte del académico de participar y unirse para hacer algo frente a la destrucción de proyectos por parte de colegas y autoridades? A mi criterio la respuesta es no.

Lo que hoy está sucediendo en la UAM-Cuajimalpa vuelve a poner de manifiesto el problema del abuso de autoridad y la violación de la legislación universitaria, conductas conducentes a la ingobernabilidad que termina perpetuando la inercia de los usos y costumbres contraria al desarrollo y a la búsqueda de calidad y armonía tan necesarias en nuestro país hoy convulsionado. La escisión entre carrera política y carrera académica lleva a que muchos funcionarios, insensibles ante el trabajo intelectual, impongan sus criterios de poder, partiendo de la idea de que el puesto ganado es propiedad de quien lo ocupa. De esta forma, por encima del modelo colegiado que debería de garantizar cierta democracia en la UAM, se imponen decisiones y se frustran proyectos en función de revanchas y facciones, por encima de toda ética y legalidad. Como en otros casos, esta versión en proceso de nuevos actos de impunidad política, prevalece hasta que se rebasan ciertos límites y la gente reacciona y se moviliza.
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Un encuentro con John W. Meyer. Teoría institucional y educación

Angélica Buendía Espinosa
El interés por analizar y comprender las instituciones ha llevando al Departamento de Estudios Institucionales de la UAM-Cuajimalpa, a organizar diversos eventos académicos con reconocidos investigadores de todo el mundo, entre los que se cuentan Stewart R. Clegg, Nils Brunsson, Tom Christensen, Geoffrey M. Hodgson, John L. Campbell, Fernando Leal, Ramsés Fuenmayor y Erhard Friedberg. Próximamente nos visitará Elinor Ostrom, premio Nobel de economía 2009. Su finalidad ha sido fortalecer los proyectos de investigación que llevan a cabo los investigadores de este Departamento, a la vez  de compartir con colegas de otras instituciones de educación superior del país los conocimientos generados recientemente en este campo emergente que comienza a posicionarse fuertemente en el ámbito de las ciencias sociales gracias a la relevancia de los problemas que aborda y al carácter transdisciplinario de sus enfoques.
El pasado mes de abril se llevó uno más de estos seminarios bajo la temática Teoría institucional e investigación en sociología de la educación, que estuvo a cargo de John W. Meyer,  profesor emérito de sociología en la Universidad de Stanford, y cuyos aportes en los campos de la sociología de la educación, la educación comparada y la investigación organizacional han contribuido al desarrollo de una de las vetas más promisorias de la teoría institucional.
John Meyer es uno de los investigadores pioneros del nuevo institucionalismo y el análisis organizacional. Sus trabajos seminales  incluyen “The Effects of Education as an Institution” (1977) e “Institutionalized Organizations: Formal Structure as Myth and Ceremony” (1977, en co-autoría con Bryan Rowan), pueden considerarse como el origen de esta relevante perspectiva teórica. La obra de Meyer, acumulada a lo largo de más de tres décadas, es extensa y se ha centrado en el estudio del impacto de la globalización en las sociedades nacionales, la ciencia y las estructuras organizacionales. Recientemente su investigación se ha centrado  en el análisis de los derechos humanos en los sistemas educativos, especialmente en la educación básica. 

jueves, 9 de junio de 2011

EN APOYO A LAS UNIVERSIDADES NACIONALES

EN APOYO A LAS UNIVERSIDADES
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LOS PROFESORES UNIVERSITARIOS RECHAZAMOS LA VIOLACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN Y LA SUSPENSIÓN DE LAS ELECCIONES EN LAS UNIVERSIDADES NACIONALES

Los abajo firmantes, profesores de las universidades nacionales, denunciamos ante el país, que el Gobierno Nacional y la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia violan la Constitución Nacional y desconocen de forma flagrante la decisión del pueblo venezolano que rechazó la Reforma Constitucional en el año 2007, en la cual estaba incluida la modificación de la comunidad universitaria definida en la Carta Magna.

La gravedad de la violación de la Constitución y el rechazo a la opinión del pueblo venezolano, se evidencian de lo que sigue:

La universidad venezolana en el siglo XXI

Francisco José Virtuoso
El Universal, 09/06/11
La universidad no es exclusiva para sí misma; ella está al servicio de unos fines concretos demandados por la sociedad global en que vivimos. Sobre estas bases es su deber evaluarse y repensarse continuamente. Para ello es necesario no caer en demagogias fáciles o en la tentación de tergiversar su sentido más profundo expresado en sus fines constitutivos.

Entre estos fines se encuentran: la búsqueda y producción del conocimiento, entendiéndolo como un bien social fundamental para el desarrollo de las personas y las sociedades, y la formación y capacitación profesional basada en el cultivo de las habilidades y destrezas de la gente.

Una condición fundamental para garantizar el logro de estos grandes fines es el reconocimiento de la autonomía universitaria. En el artículo 109 del actual ordenamiento constitucional, autonomía universitaria significa darse sus normas de gobierno, funcionamiento y administración de su patrimonio, así como planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación, docencia y extensión. Finalmente se señala como parte de esa autonomía la inviolabilidad del recinto universitario. 

miércoles, 8 de junio de 2011

¿Autonomía universitaria sin su ejercicio?

Eleazar Narváez

Le reconocemos al actual gobierno chavista la decisión histórica de haber hecho posible, en el inicio de su primera gestión,  la consagración constitucional de la autonomía universitaria en el país. Sin embargo, hoy le atribuimos la responsabilidad de un hecho doloroso y nefasto, cual es, el haber dinamitado las condiciones necesarias para el ejercicio fructífero de ese principio en nuestras primeras casas de estudio en los últimos diez años. El deterioro de esas condiciones es de tal magnitud que en la actualidad, sin exagerar, cabe preguntarse si las universidades venezolanas pueden en verdad hacer uso efectivo de la autonomía para cumplir su misión primordial. En tal sentido, algunos argumentos permiten sostener, más bien, que la autonomía universitaria tiende a convertirse peligrosamente en letra muerta en la Venezuela de estos tiempos, sólo existente fundamentalmente en unas pocas líneas del texto de nuestra Carta Magna y de determinadas leyes.

La labor destructiva desarrollada al respecto por el régimen se ha expresado de distintos modos. Uno de ellos, mediante un discurso en el que la universidad autónoma es considerada un enemigo político de la llamada revolución bolivariana, y, como tal, en blanco de todo tipo de agresiones y acusaciones que contribuyen a enrarecer su clima institucional, creando recurrentemente zozobras y, por consiguiente, una desestabilización con efectos muchas veces paralizantes en su vida cotidiana. Es un discurso perverso con el que no sólo se ataca y descalifica a la institución por razones políticas e ideológicas, sino con el cual se estimulan igualmente contra ella, las acciones de algunos grupos violentos o radicales que, identificados con el gobierno, operan con total impunidad.

No menos desestabilizadoras han sido algunas decisiones de determinados órganos del Poder Público que, en circunstancias que indican la inexistencia en el país de un verdadero Estado de Derecho, se han pronunciado sobre varios asuntos universitarios con un sesgo claramente favorable a los intereses políticos del Ejecutivo, violando la Constitución y las leyes. El caso de la aprobación de la Ley Orgánica de Educación por la Asamblea Nacional es un claro ejemplo de ello, en cuyo contenido hay un articulado referido a la educación universitaria que destruye el concepto de comunidad académica, distorsiona el significado de la democracia universitaria y atenta contra la autonomía universitaria. Asimismo, cabe referir lo hecho recientemente por el Tribunal Supremo de Justicia, al ordenar de manera arbitraria la suspensión de las elecciones decanales en diferentes universidades, desconociendo en esto el legítimo derecho y la obligación de nuestras instituciones educativas de utilizar su reglamento electoral interno con base en el texto constitucional y en la aún vigente Ley de Universidades.

Agréguese a todo esto, la política sostenida de acorralamiento financiero y presupuestario del gobierno contra las universidades autónomas, con la cual se reducen de manera ostensible los espacios y las opciones para la acción verdaderamente autónoma de esas instituciones en el desarrollo de sus políticas académicas. En ese marco de enorme restricción presupuestaria, en el que más del 84% de los recursos económicos asignados por el Estado son para el pago del personal, entre ellos, al personal jubilado que representa cerca del 55% de la nómina, ¿se cuentan con las condiciones necesarias para que puede hablarse en realidad de autonomía para impulsar y poner en marcha proyectos de docencia y de investigación de envergadura? ¿Se tiene autonomía para potenciar la vida académica con docentes cuyos sueldos están muy por debajo de lo que devenga un profesor universitario en otros países de América Latina y del mundo? ¿Tiene sentido, entonces, que sigamos hablando de la autonomía universitaria sin pensar en las condiciones presupuestarias requeridas para su ejercicio?

Sin duda, hoy los universitarios nos encontramos ante el gran desafío de redimensionar la lucha por la autonomía universitaria.

martes, 7 de junio de 2011

sábado, 4 de junio de 2011

40% de aumento, ¿y ahora qué?

Tomás Guardia Ortega
El Universal, 04/06/11
Una vez más los universitarios caímos en la trampa. Se instalaron unas mesas de conversación para llegar a un acuerdo de aumento de salario para el sector universitario ¿y qué sucedió? Lo mismo que ha venido sucediendo desde hace ya algún tiempo. Se aumenta el salario del universitario sin discutirlo con nadie.

A todas estas ¿cuáles fueron los objetivos para convocar estas mesas? ¿Por qué no se decretó el aumento de una vez? Los cuatro últimos aumentos de salario han sido por medio de decisiones personales del Presidente de la República. El primero de este cuarteto ocurrió en 2006 donde se decretó un 44% de incremento salarial, este incremento contemplaba el año 2004 y 2005. Luego en 2007 se hizo un aumento doble de 16% cada uno para compensar el 2006 y el mismo 2007. A finales de 2008 se decreta un aumento del 30% y la promesa de pagar el retroactivo a mediados del 2009, cosa que el Gobierno incumplió ya que dicho retroactivo se vino pagando a finales del año pasado. Pasaron tres años desde 2008 y ahora nuevamente con los sueldos asfixiados por tres años sin recibir incremento de salario pero con una devaluación escambrosa del poder adquisitivo, finalmente recibimos la dádiva del 40% en compensación con los índices de inflación acumulada de los últimos 2 años que según cifras del BCV es de 47,2%, es decir el salario quedó depreciado un 7% en comparación a nuestro poder adquisitivo en 2009 luego de la devaluación.

Pero el problema va más allá de los sueldos, nadie dice por ejemplo que a pesar de no haber recibido aumento de salario los últimos 3 años los empleados administrativos y obreros de la UCV trabajaron por casi 6 meses media jornada laboral, no había transporte de retorno ni comedor en las noches y las bibliotecas trabajaban medio turno y durante ese mismo período los profesores universitarios nunca dejamos de dar nuestras clases. Nadie dice que cada vez que se convoca a un paro de profesores de 24 o 48 horas los profesores de la UCV y en especial los de la Facultad de Ciencias venimos a dar nuestras clases siguiendo el ejemplo de nuestros profesores que nunca acataban un paro. Nadie dice que durante estos tres años en la Escuela de Matemática de la UCV se abrieron 18 concursos de oposición para admitir a 18 jóvenes matemáticos, todos ellos prospectos de futuros investigadores que acaban de culminar su maestría y están iniciando sus doctorados y que también durante este mismo período 5 matemáticos obtuvimos el grado de doctor en ciencias, mención matemática y ahora somos los nuevos líderes de la Escuela de Matemática con mayor tradición en formación de recursos humanos del país. Y durante ese mismo período ocurrieron cosas similares en las otras escuelas de la Facultad de Ciencias de la UCV, tenemos dentro de esta Facultad el mejor recurso humano y científico de este país y estamos comprometidos no sólo con el avance de la ciencia sino con el desarrollo integral de la nación.

En la Asamblea de Profesores del pasado miércoles en el Auditorio Naranja de la Facultad de Farmacia manifesté mi categórico rechazo a un paro general indefinido por considerarlo un error, declaré que una universidad sin clases es una universidad muerta. Hay que seguir, es obligar al Gobierno a que se siente con nosotros a discutir, conversar, dialogar y convencer al gobierno de que el problema va más allá de los salarios, que necesitamos presupuesto para investigar, salones de clases dignos, recursos tecnológicos, nuevas sedes, ampliación del campus universitario, un CDCH que funcione siempre y no cada dos años, y a lo interno comenzar a discutir cuáles pueden ser las formas de financiamiento de la universidad con las empresas privadas para no depender solamente del Estado.

Para ser una universidad de vanguardia tenemos que aprender a valorarnos primero como seres humanos, segundo como venezolanos y tercero como universitarios, si comprendemos esto, habremos dado un gran paso hacia adelante. La universidad no es nuestra, es del país y en la medida de que el país ame a la universidad, la universidad responderá de manera eficiente a las peticiones de nuestra sociedad.

Escuela de Matemática/UCV.
tomas.guardia@ciens.ucv.ve, tguardia@gmail.com

Universitarios: criticamos y nos oponemos, pero falta algo

Eleazar Narváez
Con suficientes y válidas razones nos opusimos en su momento a la LOE. También lo hicimos con la LEU. No llamo ahora al arrepentimiento por haber hecho esto, pues los universitarios han dado  serios y válidos argumentos en reiteradas oportunidades para rechazar varios de los exabruptos de ambos dispositivos legales. En nuestras casas de estudio se han hecho innumerables reuniones, foros, seminarios, etc., sobre diversas propuestas que por diferentes medios el oficialismo y otros sectores han puesto a circular. Asimismo, es preciso reconocerlo, distintas universidades han consignado en la Asamblea Nacional, sugerencias y anteproyectos de ley sobre la educación y en particular sobre la educación superior. Sin duda, ha habido mucha actividad al respecto. Sin embargo, sentimos que hemos descuidado dos cosas: una, no hemos contado con mecanismos ágiles para recabar los múltiples planteamientos que se han hecho, a fin de sopesarlos, sistematizarlos y divulgarlos. Y tampoco hemos podido concretar, por otro lado, una agenda para la transformación universitaria  ni  un cuerpo de proposiciones en un documento que llegue a toda la comunidad universitaria y a la sociedad venezolana para orientar y enriquecer el debate y movilizar a la gente en aras de defender y fortalecer a la universidad autónoma. Hay que tomar conciencia de que, por esto, tenemos una deuda pendiente con nosotros mismos, con la universidad y con el país. Es fundamental que lo asumamos con coraje, pero sobre todo, hay que hacer lo necesario para llenar esos vacíos lo más pronto posible. Son desafíos académicos y políticos urgentes que hoy tenemos por delante los universitarios venezolanos.