jueves, 30 de marzo de 2017

Con la Intelligentsia desgarrada

José Rafael Herrera
30/03/2017

La historia de la cultura occidental es el resultado de una dolorosa –aunque necesaria y determinante– escisión. Solo de ella, de la escisión, surge lo múltiple, lo diverso, lo opuesto. La idea misma de democracia pudo surgir en Occidente porque en ella –en la idea de demos-kratós– se condensan la paciencia, el esfuerzo y la dilatación inherentes a los dolores de parto de su alumbramiento. Por eso mismo, hablar de democracia es hablar de Occidente, ya que hablar de Occidente es hablar de escisión. En efecto, Occidente porta en su seno “el privilegio del dolor”. De ahí que lo que no es diverso, lo uniforme y monolítico, el mundo de la “pura” unidad, de la unidad abstractamente entendida, le sea ajeno a Occidente desde su propio nacimiento. Este es el nervio central del Parménides de Platón: la cultura occidental sabe que no puede haber unidad de verdad si en dicha unidad no se comprehende lo múltiple. Una unidad vacía, indeterminada, sin la presencia de lo diverso, de la multiplicidad en su seno, no es una unidad sino una parte que ha decidido asumirse, por medio del dogma y de la fuerza, como “la” unidad. Esa abstracción, esa forma ficticia de la unidad, es, además, el “secreto” que oculta la llamada “dialéctica” del “polo” y del “no-polo”.

lunes, 13 de marzo de 2017

El crimen es pensar

Mibelis Acevedo Donís
13/03/2017

Con el supuesto objetivo de conjurar el “divorcio entre las masas y el partido” que amenazaba la suerte de la República Popular China, Mao Zedong concretaba en 1966 su vuelta al poder a lomos de una feroz campaña de reafirmación ideológica: la Gran Revolución Cultural Proletaria. Sí: aunque recobrar el mando perdido era el deseo que se agazapaba tras alegatos como la higiénica ruptura con el pasado -“cuanto más antiguo, más reaccionario”- o la erradicación de la “tentación capitalista” que trepidaba en las cabezas de dirigentes e intelectuales, el Gran Timonel no dejó dudas entre sus hinchas (sobre todo, los muy jóvenes y exaltados Guardias Rojos) de que la purga atendía a la urgencia de salvar el verdadero espíritu de la Revolución.