jueves, 29 de octubre de 2015

Reeducando al profesor universitario

Gioconda San Blas
Tal Cual, 29/10/2015

Usted, profesor universitario e investigador científico ¿está consciente de que tiene una “clara orientación al lucro”, está “desvinculado de su entorno”, desarrolla “investigaciones e innovaciones tecnológicas más orientadas a las demandas del mercado internacional que al de las comunidades”, a pesar de que su mísero sueldo no alcanza ni de lejos la categoría de lucro y de que trabaja por su país en condiciones precarias, investigando sobre nuestra realidad en temas de salud, energía, cultura, economía u otros?

Es así como quedamos definidos en el documento publicado por el Ministerio de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología bajo el título de “Sistema nacional de formación permanente del docente universitario – Conceptualización y estructura” http://www.mppeuct.gob.ve/multimedia/descargas/sistema-nacional-de-formacion-permanente-del-docente-universitario. Y porque somos así (dice el ministerio), debemos ser sujetos a un proceso de reeducación que exalta machaconamente los valores del pensamiento crítico y la democracia (participativa y protagónica, no olvidemos el vacío ritornello en uso), que en los hechos son reiteradamente pisoteados por el mismo régimen que los invoca.
Es un documento orientado a un proceso de “rearticulación” del profesor universitario en cualquier institución de educación superior donde se encuentre, a quien se despoja de su inseparable función de investigador para convertirlo en mero docente de un liceo mayor, con el pretendido fin de impulsar “una nueva sociedad que se sume a los preceptos socialistas de unidad y armonía”, un concepto con reminiscencias maoístas, resucitado por lacayos de XiJinping, bajo la hipócrita frase: "hoy, cuando la codicia lo ha invadido todo, inculcar un espíritu revolucionario es más importante que nunca".

martes, 27 de octubre de 2015

La custodia de la vida

Rafael Cadenas
27/10/2015

Teresa Berbín: Hoy quizá más que nunca, se habla del “fracaso” de la educación. Se observa que las escuelas, los liceos… tienden a reducir su labor formativa de varios años a la acumulación superficial de muchos conocimientos generales con el resultado de que un joven bachiller escasamente aprende a leer, escribir y expresarse. ¿Qué ve usted allí?

Rafael Cadenas: Si se fracasa en este aspecto de la educación, se fracasa en todos. Al ser deficiente la enseñanza del idioma y en general de las materias humanísticas, toda la armazón educativa se torna endeble. No puede haber educación si no existe la base que es el idioma, del cual depende todo. Las cabezas se forman por la lengua, según Rousseau y Bello.

Por eso planteo en términos radicales, dramáticos, urgentes, el asunto. ¿Qué se puede hacer?Habría que ver lo que en realidad ocurre en escuelas y liceos, aunque son los maestros y profesores los que deben verse a sí mismos con toda sinceridad.

De la calidad de los maestros y profesores depende todo y es lo que más se ha descuidado. Venezuela se ha vuelto muy cuantitativa casi en todo. En educación aquí no se habla de calidad sino de número. Tenemos o necesitamos –se dice– tantos maestros, tantas escuelas, tantos pupitres, tantas aulas, tantos lápices, y esta preocupación encubre lo más importante, la calidad.

lunes, 26 de octubre de 2015

La educación basada en lo local

Arturo Guillaumín Tostado
 México, 24/10/2015

La estandarización de la educación

Algunos fines de semana me traslado a la ciudad de Veracruz a dar clases en un programa de posgrado en educación. Son seis horas en las que tengo estrecho contacto con estudiantes provenientes de diversas carreras, principalmente de pedagogía. Más de la mitad de ellos se desempeña como profesores y profesoras en escuelas primarias, secundarias y preparatorias, tanto urbanas como rurales. Si bien la mayoría son jóvenes, hay quienes tienen ya una larga experiencia docente y ven desde una perspectiva más amplia los cambios recientes en las políticas educativas. En ese espacio discutimos sobre el estado de la educación en nuestro país, al tiempo que aprenden a plantear sus problemas de investigación. Una queja recurrente es la que se refiere a las horas que tienen que invertir atendiendo los diversos instrumentos de control de la cada vez más estricta programación de las actividades escolares. También abordan el problema de los vaivenes de los mapas curriculares en los últimos años, en los que desaparecen y aparecen materias como por acto de magia, así como el hecho insoslayable de que niños y jóvenes abrevan de contenidos de los libros y de Wikipedia, pero desconocen los problemas que suceden a su alrededor (a excepción del de la inseguridad creciente).

Profesionales pobres

Editorial, 26/10/2015

No hay salario que alcance

Al que diga que ha escuchado al presidente Maduro hablar sobre los principales problemas que aquejan al venezolano, hay que por lo menos tomarle la temperatura, porque debe estar alucinando por la fiebre. Sin embargo, Maduro y su gabinete deben haber pensado que no hay medida más electoral que repartir bozales de arepa. Se han llenado la boca por más de 16 años diciéndole al mundo que han disminuido la pobreza en el país, cuando lo que en realidad han hecho es diversificarla y aumentarla, porque las arepas que reparten no bastan.

Y el que dude de que los últimos aumentos son para comprar los votos que les hacen falta para diciembre, que le eche un vistazo a lo que publicó El Nacional el viernes y se dará cuenta de que la diferencia de sueldo entre un militar de alto rango y un director de un hospital es abismal; ni hablar de los profesores universitarios, que ya son los últimos de la cola. Por eso no es aventurado afirmar que durante estos 16 años se ha diversificado la pobreza y pronto Venezuela será el país con los pobres más instruidos del planeta. La pobreza extrema sigue estando allí, lamentablemente esa empeora también.

jueves, 22 de octubre de 2015

Trescientos años de historia

El Nacional, 22/10/2015

El próximo 22 de diciembre del presente año, la Universidad Central de Venezuela, la “Casa que vence la sombra”, cumplirá 294 años de haber sido fundada. De modo que dentro de escasos 6 años, la gloriosa UCV arribará a los 300 años de su fundación oficial, hecha por Felipe V, mediante Real Cédula, fechada en la Villa Ducal de Lerma –ubicada en la provincia de Burgos–, en 1791, y pontificada un año después por el papa Inocencio XIII. Desde entonces, la más antigua y sólida institución de Venezuela –incluso, más antigua que la propia república– ha resistido con firmeza las impetuosas acometidas de la barbarie que, al decir de Vico, siempre retorna. Se trata de esa estrepitosa y vacía “sombra” que, una y otra vez, esta noble institución ha logrado vencer, tal como lo hiciera, por ejemplo, después de 1815, cuando cayó en manos de las muy reaccionarias huestes realistas. Fue aquella una triste fecha de recordación, centrada en la condena de toda innovación y desarrollo cognoscitivo.

Durante aquel período, los militares designaron a las autoridades universitarias, las cuales ordenaron a los catedráticos arrancar de las manos del estudiantado los libros considerados “perjudiciales” –nada menos que los de la Ilustración–, opuestos a la corona y a la fe, al tiempo de ofrecer “premios especiales” para todo estudiante “cooperante”, capaz de delatar a los sospechosos de conspiración contra el régimen. Pero, además, y no sin premeditación y perfidia, hicieron los “ajustes” necesarios para generar una de las peores crisis financieras universitarias, dejándola sin los fondos suficientes para su funcionamiento y estableciendo sueldos miserables para sus catedráticos. Fue, de hecho, una crisis que casi la condujo a su desaparición. Por cierto, cualquier similitud con el presente no es mera coincidencia.

lunes, 12 de octubre de 2015

Revolución de lucro sin fines

12/10/2015

Este título, “fusilado” a un colega de la Escuela de Educación de la UCV, refleja un juego de palabras que pretende ser ingenioso y hasta jocoso pues casi roza los predios del chiste; pero la verdad es que es un asunto muy serio el que una institución se quede sin fines y, en el plano teleológico, solo persigan objetivos que lucren su actividad; porque cuando evaporamos los fines en un contexto institucional, lo que en definitiva se logra es que la institución que ha sido objeto de tal despojo renuncie a su calidad institucional.

La pérdida de sus fines por parte de la revolución bolivariana despojó a ésta de lo institucionalmente sustantivo. Así, seguimos teniendo tribunales y jueces pero ya no tenemos justicia; tenemos leyes, normativas y hasta una institución para generarlas (AN), pero es otro poder (Ejecutivo) el que las confecciona y dicta; tenemos fiscalías y fiscales pero nadie nos salva de la impunidad frente al poderoso y la complicidad con el delincuente; tenemos contralorías que no controlan el miedo, soborno o chantaje; y un CNE, teóricamente un monumento a la imparcialidad, pero que está al servicio de quien verdaderamente decide cuándo, cómo y dónde se realizan y ganan elecciones en este país. 

viernes, 9 de octubre de 2015

La universidad venezolana 2015...


La universidad venezolana 2015. Algunas breves consideraciones casuales acerca del documento de los indignados profesores zulianos miembros del Movimiento Bolivariano de Indignados Universitarios, quienes pueden ser llamados, amablemente, los indignados light

Para mi amigo y colega Miguel Ángel Campos, trujillano de nacimiento, maracucho por adopción, quien sabe de estas cosas académicas, por vivencia y experiencia 

Es posible reaccionar al documento publicado por un grupo de profesores de la Universidad del Zulia, de primer nivel profesional y académico, miembros del Movimiento Bolivariano de Indignados Universitarios. Según la fuente el documento en cuestión se titula: 

―Indignados Universitarios se pronuncian sobre los últimos acontecimientos que afectan el devenir de las Universidades Venezolanas‖ Es posible llamarles indignados light porque, entre otras cuestiones, se alejan de todo radicalismo y más bien se acercan a posiciones sumamente conservadoras, como veremos más adelante, anticipando que según mi parecer no hay nada más conservador que salir a tambor batiente a defender el poder, como tal, sin ejercer el obligado principio de la crítica, como lógica del pensamiento académico. [Documento recuperado el 23 de septiembre de 2015: bolivarianosindignadoszulia@gmail.com - www.aporrea.org/educacion/n278078.html]

Las Universidades y el país

Mariano Nava Contreras
El Universal, 09/10/2015

Casi todos los estudiosos de los asuntos de la sociedad y el poder coinciden en la importancia de las comunicaciones en estos tiempos. Se trata, podríamos decir, de una característica fundamental de este atribulado comienzo de siglo. Cuidado, hemos dicho comunicaciones, no información ni mucho menos conocimiento. Sabemos que las comunicaciones son fundamentales para el éxito de cualquier empresa política, de cualquier intento colectivo que tenga que ver con el poder. Hoy en día, el éxito de una empresa política depende en gran medida de su éxito comunicacional. Se trata de un asunto extremadamente peligroso cuando falta, como vemos que falta y ha faltado, la ética, pues una empresa comunicacional puede ser perfectamente exitosa sin que necesariamente lo que comunique sea verdad. El éxito de las estrategias comunicacionales no necesariamente implica el que los contenidos comunicados sean ciertos, lo que importa es que sean convincentes. Retórica pura, en el peor de los sentidos. Esto es algo que no necesita demasiadas explicaciones para los que vivimos en la Venezuela de estos oscuros días.

Veo con preocupación que la situación actual de nuestras Universidades constituye un claro ejemplo de esto. Apelando a viejas falacias y lugares comunes, se ha querido presentar el conflicto universitario como un problema meramente salarial. Nada más lejano de la realidad, pero también nada más útil a la hora de revolver viejos rencores y resentimientos, arma de probada eficacia política. Siempre es fácil simplificar, y siempre es rentable manipular apelando a las peores pasiones. Presentar el problema de nuestras Universidades como un conflicto impulsado por la sola sed de lucro de los universitarios reporta una doble ganancia: por un lado estigmatiza a los profesores, y por el otro niega la verdadera dimensión de la crisis.

miércoles, 7 de octubre de 2015

La tormenta perfecta

Carlos Raúl Hernandez
El Universal, 28/09/2014

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Venezuela fue desde 1950 hasta comienzos del siglo XXI el gran foco de inmigración en Latinoamérica, tal como Argentina a comienzos del siglo XIX. Españoles, italianos, portugueses y europeos de otras partes, vinieron llamados por la industria de la construcción que se expandía con la "política de cemento armado" de Marcos Pérez Jiménez, y luego con el milagro de Leopoldo Sucre Figarella, que convirtió un país aldeano en una nación de infraestructura moderna en los primeros diez años de democracia. El impacto del nuevo componente demográfico fue tan grande que en dos décadas alteró los patrones étnicos, tallas, medidas, colores de piel, ojos y cabello, y continuó el proceso de mestizaje que nunca se había detenido, en el país más mestizo de la región. En cualquier rincón del más apartado cuadrante del mundo, a la voz de "venezolano" el comentario entre pícaro y anuente era "Venezuela... petróleo". 

Con una moneda tan dura como el bolívar, a un viajero de Caracas o Maracaibo, perdido en el planeta, le parecía un curioso espectáculo ver mexicanos o colombianos contar penosamente calderilla para pagar la cuenta, mientras el grito de guerra nacional era "(es)tá barato, dame dos". En el plano interno, a diferencia de países vecinos que mantuvieron (mantienen) barreras étnicas, Venezuela asimiló también las poblaciones indígenas que dejaron de serlo y pasaron a ser ciudadanos a plenitud de derechos, profesionales, estudiantes, comerciantes, sin andar con un sello discriminatorio en la frente. Los partidos populares hicieron diputados, gobernadores y militares a negros, mulatos, indígenas que crearon el país igualitario, el étnicamente más mezclado, tolerante y libre de xenofobia y racismo en toda la región.

martes, 6 de octubre de 2015

Formar para transformar

Antonio Pérez Esclarín
El Universal, 06/10/2015

Por considerar que el educador es la pieza clave para la calidad educativa, he dedicado toda mi vida profesional y sigo dedicando mis mejores esfuerzos a la formación de educadores. Un buen maestro o profesor es la principal lotería que le puede tocar en la vida a un niño, una niña o un joven. Así como un mal educador puede ser una verdadera desgracia. El educador puede suponer la diferencia entre un pupitre vacío o un pupitre lleno, entre un delincuente o un joven trabajador y responsable, entre una vida vacía y hueca o una vida con sentido.

En formación

Entiendo que, en estos tiempos de cambio permanente, ser educador es vivir en formación. El docente que ha dejado de aprender, se convierte en un obstáculo para el aprendizaje de sus alumnos. Hay docentes que, con su práctica educativa, no sólo no provocan las ganas de aprender, sino que las matan. De ahí que todos mis esfuerzos se han dirigido a privilegiar la formación permanente de los educadores, que transforme profundamente su manera de ser, de pensar y de actuar, pues está claro que si bien "uno explica lo que sabe o cree saber, todos enseñamos lo que somos". Cada profesor, junto a su materia, enseña un montón de otras lecciones: honestidad o deshonestidad; respeto o irrespeto; responsabilidad o irresponsabilidad; desprecio o afecto; igualdad o diferencias; entusiasmo o desmotivación; alegría o fastidio; creatividad o rutina...

Frente a la degradación del hecho formativo que se suele reducir a la adquisición de conocimientos y al desarrollo de competencias, la auténtica formación es un proceso de liberación individual, grupal y social. Formarse es fundamentalmente construirse, planificarse, soñarse, llegar a desarrollar todas las potencialidades de la persona. Estoy hablando entonces de un proceso de construcción permanente de la personalidad y de un pensamiento cada vez más autónomo, capaz de aprender continuamente, para así poder enseñar en el sentido integral de la palabra. Esto sólo será posible si convertimos al docente en un "profesional de la reflexión", una persona que analiza y cuestiona permanentemente sus valores y su práctica pedagógica.