jueves, 12 de marzo de 2015

Trescientos años de luz

José Rafael Herrera
El Nacional, 12/03/2015

Decía Isócrates, político y educador de la antigua Grecia, que “según sea la sabiduría del jefe del Estado así serán la gloria y prosperidad de su pueblo”. Los venezolanos, por cierto, hemos desatendido la conseja de esta contundente frase del versado heleno. Los resultados están a la vista. El país arde en una creciente descomposición social, en medio de una auténtica crisis orgánica, como llama Gramsci, en sus Quaderni, a esos momentos en los cuales el poder político se hace cada vez más coercitivo y se aleja sustancialmente del consenso civil, generándose una dolorosa escisión del “bloque histórico” que, en sus orígenes, lo había constituido. Semejante a un puño que aprieta con todas sus fuerzas una bola de masa, la sociedad se escurre entre los dedos de la mano que la oprime, generando los llamados “caminos verdes” y, por supuesto, las más diversas formas de anarquía. La ley férrea se transmuta en trampa. Los controles extremos generan, como respuesta, iniciativas extremas. La sombra de la ignorancia y de la consecuente barbarie se ha hecho carne y sangre del actual estado de cosas del país. El consenso, la forma propiamente dicha de toda democracia, hace tiempo llegó a su fin para dar rienda suelta al reino de la violencia, promovida desde esa “cosa” hostil en la que han convertido al Estado. Solo queda en pie la universidad autónoma, como último bastión de la libre civilidad.