lunes, 30 de noviembre de 2009

Otro golpe a las universidades


Eleazar Narváez
Nuevamente el régimen chavista arremete de modo brutal contra la institución universitaria del país mediante procedimientos violatorios de nuestro ordenamiento legal. Después de haber sido aprobada la inconstitucional Ley Orgánica de Educación, con la cual, además de otras perversidades, se sientan las bases para que se distorsione la democracia universitaria y se profundice el debilitamiento del ejercicio de la autonomía en las universidades, el Ejecutivo Nacional pasa otra vez por encima de la aún vigente Ley de Universidades, al asignarles de manera arbitraria el presupuesto a estas casas de estudio para el año 2010.

Sin cumplir con lo estipulado en el ordinal 7 del artículo 20 de la citada ley, se desconocen, una vez más, dos atribuciones del Consejo Nacional de Universidades (CNU), las cuales son: por un lado, proponer ante el Ejecutivo Nacional el monto anual del presupuesto universitario para que sea considerado por la Asamblea Nacional como parte del Proyecto de Ley de Presupuesto; y por el otro, efectuar la distribución de ese presupuesto entre las universidades nacionales después de haber sido promulgada esta última.

Así, con base en esa arbitrariedad, sin plantearse en el CNU como lo ordena la Ley de Universidades, el Ejecutivo acaba de asignarle a la Universidad Central de Venezuela, por ejemplo, la cantidad de Bs. 1.016.099.112 para el ejercicio fiscal del próximo año, la cual representa menos del 50% de lo solicitado formalmente por el Consejo Universitario en función de las necesidades de esa institución y de acuerdo con las pautas de la Oficina de Planificación del Sector Universitario; y además, esa cuota constituye la reconducción del presupuesto de ese centro educativo, precisamente en unos momentos en los que la economía del país sufre los embates de una corrosiva inflación y los efectos negativos de las políticas gubernamentales.

Al actual gobierno le importa muy poco que esa mayor precariedad presupuestaria contribuya al deterioro las actividades de docencia, investigación y extensión de las universidades, así como al aumento de la descapitalización de su personal y a la depauperación de sus ya golpeados servicios estudiantiles, entre otros. Y ni hablar del gran desinterés gubernamental por adecentar los sueldos del personal universitario - hoy en día en un nivel inconcebible - y por honrar los compromisos que tiene el Estado con profesores, empleados y obreros, entre ellos, por ejemplo, los que tienen que ver con los pasivos laborales y con el incremento salarial por normas de homologación correspondiente a nueve meses del año 2008.

No obstante, mientras se golpea a las universidades y a otras instituciones fundamentales del país, el régimen prepara sus “trampitas” en la formulación del presupuesto de la Nación del 2010 para quedarse con los recursos que necesita para comprar votos en las elecciones venideras.


Artículo de Eleazar Narváez publicado en el diario Tal Cual, el 05 de noviembre de 2009

Seminario Internacional "Autonomía Universitaria: Compromiso Académico y Social"




Eleazar Narváez*

Hoy queremos reivindicar, una vez más, la necesidad fundamental de fortalecer el compromiso político de nuestra academia, que no es otro que el compromiso inquebrantable de nuestra universidad con el poder de su autonomía.

Es la continuación y reafirmación del propósito que tuvimos a bien hacer público el 12 de marzo del año pasado, en un acto realizado en la Sala de Conciertos de esta institución, momento en el cual disfruté del privilegio de leer la declaración del inicio del Jubileo de la Autonomía de la Universidad Central de Venezuela, con el Claustro de Honor integrado por los rectores de nuestra universidad.

Efectivamente, en ese entonces – la ocasión es propicia para recordarlo - comenzamos la celebración del Jubileo de la Autonomía Universitaria, con motivo de la convergencia de tres fechas históricas de gran relevancia para nosotros:

En primer lugar, el 24 de junio de 2007, cuando se cumplieron 180 años de la promulgación de los Estatutos Republicanos por Simón Bolívar, con los cuales, además de eliminarse la barrera de la “limpieza de sangre” como requisito indispensable para ingresar a la universidad, se consagró el principio de autonomía universitaria, al disponerse que el Rector sería elegido por el Claustro pleno, y, asimismo, se robusteció este principió al asignársele a la universidad un valioso patrimonio económico, el cual le fue posteriormente arrebatado por el gobierno de Antonio Guzmán Blanco.

En segundo lugar, el 21 de noviembre de 2007, cuando rememoramos los 50 años de la gesta estudiantil que contribuyó al rescate de la democracia y a la restitución plena de la autonomía universitaria en Venezuela, un hecho que bien vale la pena tener presente cuando hoy tenemos en la calle, precisamente, un movimiento estudiantil que ha enarbolado, con mucho entusiasmo y firmeza, las banderas de la libertad, la democracia y la autonomía universitaria.

Y, en tercer lugar, el 5 de diciembre de 2008, fecha en la que se cumplirán 50 años de la promulgación del Decreto-Ley de la Junta de Gobierno presidida por el doctor Edgar Sanabria, cuando - “en una forma amplia y sobre sólidas bases democráticas”, como dijera el ilustre Rector Francisco De Venanzi -, a la universidad venezolana se le restituyó la autonomía que le fuera conculcada por la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez., recibiendo un extraordinario aliento en el compromiso con la defensa y el fortalecimiento de “una de las facultades que confieren mayor brillo a la dignidad humana: la capacidad de pensar críticamente”.

En esa oportunidad, lo repito, declaramos el jubileo de la autonomía universitaria en la era democrática, a fin de estimular la recuperación de la memoria institucional y en la perspectiva de establecer un amplio espacio participativo para la libre reflexión sin exclusiones; siempre en la búsqueda incesante de nuevos horizontes de transformación sobre la base del permanente fortalecimiento del ejercicio autonómico de nuestra comunidad.

Así, esta celebración de la autonomía la consideramos parte de su práctica y de lo que en la universidad habita, una convocatoria amplia y calurosa a los múltiples actores de este medio siglo. Homenaje que construimos como un momento de condensación de lo vivido y una propuesta colectiva, desde todos nosotros, sobre el paradigma del devenir. Un acto de comunión comprometido con la universidad de siempre, es decir, con la universidad digna, libre, orgullosa de ser la Casa que vence la sombra.

Con este acto de comunión con la universidad autónoma hemos querido, pues, abrir un espacio para la reflexión y el debate sobre un principio fundamental de la vida universitaria, el de su autonomía, con el objeto de lograr una mayor solidez de los cimientos para la lucha que en su defensa, preservación y potenciación estamos llamados a dar los universitarios en estos tiempos, donde hay claras señales de querer imponerse la esclavización del pensamiento.

Hoy, nuevamente, insistimos en la urgente necesidad de repensar la universidad, un desafío que implica en lo fundamental pensar su autonomía. En “Las preguntas de la vida”, Fernando Savater (2004:67) dice que “Acosados por la muerte, debemos pensar la vida. Pensarla, es decir: conocerla mejor a ella, a cuanto contiene y a cuanto significa”. Otro tanto podemos afirmar nosotros acerca de la autonomía universitaria en la situación actual del país, precisamente cuando arrecian las amenazas y agresiones que ponen en jaque ese principio fundamental de la universidad. Sin duda, ahora más que nunca, se trata no sólo de defenderla como un legado histórico que debemos preservar sin desmayar, sino también de potenciarla siempre, para lo cual es necesario que se le conozca mejor en lo que respecta a lo que es, a su contenido, a su significado, a su importancia y especialmente en relación al poder que nos da para mejorar y transformar nuestra institución en función de los retos que tenemos por delante.

Pensar la autonomía universitaria es conocer mejor la universidad como ámbito donde, a contracorriente de la idea de un mundo uniformado, conviven múltiples expresiones del saber; y en el cual se dan las condiciones necesarias y suficientes para el ejercicio de la libertad, es decir, de la capacidad de conjugar conocimiento, imaginación y decisión en el campo de lo posible: en su vida académica; en la elección de sus autoridades; en la escogencia de su personal; en el cuestionamiento a sí misma y a todo lo que le concierna; en sus normas de gobierno, funcionamiento y administración de su patrimonio; y en la proposición y contribución en la construcción de soluciones y alternativas de cambio que el país requiera.

Distinguidos académicos y académicas, invitados nacionales e internacionales y demás participantes en este evento que nos honran y entusiasman con su presencia, estas son algunas de las reflexiones que nutren la celebración del Jubileo de la Autonomía Universitaria que nuestro Vicerrectorado Académico, con el invalorable apoyo del Rector Antonio París y de los otros miembros del equipo rectoral, ha venido impulsando y desarrollando como una actividad de toda la comunidad ucevista. Reciban ustedes la más cordial bienvenida y nuestras más sinceras palabras de gratitud por acompañarnos.

A quienes con elevado entusiasmo, perseverancia y compromiso universitario han llevado sobre sus hombros la organización de este seminario internacional, muchas gracias. Nuestro agradecimiento y reconocimiento a nuestros queridos profesores y profesoras José María Cadenas, Ernesto González, Luken Quintana, Elsi Jiménez, Sara Gheller, Liliana Céspedes, Avelis Guevara, Rodolfo Rico y Carlos Monsalve. Muchas gracias a Maribel Dam, a Humberto Luque, a Betty González por su extraordinario apoyo, y asimismo, a los estudiantes pasantes y al personal administrativo y obrero que nos auxiliaron en esta reconfortante faena.

Muchas gracias a todos ustedes, pues nos han ayudado a alimentar y a fortalecer la convicción de que la autonomía universitaria es uno de esos temas de gran significación histórica que mantiene su vigencia porque precisamente conserva vivos sus fermentos y su mensaje. No en vano decía Hannah Arendt (2003:79) que “...no sólo el futuro – ‘la ola del futuro’ – sino también el pasado se ve como una fuerza, y no, como en casi todas nuestras metáforas, como una carga que el hombre debe sobrellevar y de cuyo peso muerto el ser humano puede, o incluso debe, liberarse en su marcha hacia el futuro”.

Reivindicando con mucho optimismo este compromiso con la autonomía universitaria – que es para nosotros un compromiso histórico, un compromiso con el presente y un compromiso con el futuro de nuestra institución y del país – les digo, para finalizar, muchas gracias por su presencia y apoyo.

*Palabras de Eleazar Narváez en la Sala E de la UCV, el día miércoles 27 de febrero de 2008, en el acto de instalación del Seminario Internacional "Autonomía Universitaria: Compromiso Académico y Social",  en su condición de Vicerrector Académico de la Universidad Central de Venezuela.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Ejercicio de la autonomía universitaria

Trastornos del ejercicio de la autonomía universitaria como derecho constitucional


Eleazar Narváez


Puede decirse, por lo menos en el papel, que la consagración constitucional de la autonomía universitaria en Venezuela en el año 1999 significó un paso muy importante o de avance para nuestras instituciones universitarias. Con tal decisión se elevó a un rango superior los distintos tipos o especies de autonomía previstas en la aún vigente Ley de Universidades de 1970.

No obstante, también es preciso afirmar con claridad y contundencia que en los años del régimen chavista - fundamentalmente por diversas acciones gubernamentales, si bien es posible considerar otros factores tanto internos como externos - el ejercicio real de ese derecho ha sufrido serias perturbaciones, con el agravante de que en la actualidad corre el riesgo de debilitarse más todavía por las implicaciones de la Ley Orgánica de Educación (LOE) aprobada el mes de agosto del año en curso.

Sin duda, la profundización de esos trastornos del ejercicio autonómico en las instituciones universitarias venezolanas es una amenaza real que cabe derivar del artículo 35 de la mencionada ley, referido específicamente a las leyes especiales de la educación universitaria.

La reflexión sobre estas perturbaciones nos lleva a la convicción de sostener que es esencial para los universitarios revisar el discurso sobre la autonomía universitaria. Por un lado, hay ir que más allá de la sola preocupación por defender ese principio de los viejos embates del poder político; aun cuando reconocemos que esa defensa en determinados momentos de nuestra historia, tanto en el país como en América Latina, contribuyó notablemente a legitimar la universidad autónoma. Por otra parte, es menester tomar mayor conciencia de la necesidad de fortalecer ese principio mediante su ejercicio en perfecta sintonía con la misión esencial de una institución que está llamada a ser, como lo corrobora su historia, algo mucho más que una entidad dedicada a formar profesionales.

Es fundamental que hoy pongamos el acento en las condiciones en la vida real que posibilitan el ejercicio en libertad de la autonomía universitaria en Venezuela, más allá de lo que esté previsto en la Constitución o en determinadas leyes.