sábado, 30 de abril de 2011

Comunidad universitaria

Jonatan Alzuru
El Nacional, 30/04/11
La solvencia económica de los profesores universitarios es una condición para investigar, para pensar, para producir intelectualmente. Para que las investigaciones básicas y aplicadas en el ámbito de las ciencias naturales, las teóricas o aquellas que tienen impacto en las comunidades, las llamadas investigación-acción, se desarrollen sin que el investigador se preocupe por las condiciones materiales de existencia. Esto no es una exigencia de unos intelectuales exquisitos, sino de un país que comprende la importancia del quehacer de los intelectuales para la producción científica, técnica y tecnológica que redundará en mayor bienestar para las diversas comunidades que hacen vida en el país. Pero, también, para la posibilidad de generar un clima cultural, en distintos órdenes, que alimenten las miradas del acontecer y configuren espacios donde la producción de horizontes de sentidos se transformen en una máxima de todo aquel que se preocupa por la convivencia, por el asunto del bien común y de sus formas de transar, entre diversos y opuestos actores sociales.

La solvencia económica institucional de las universidades es la condición para que la comunidad intelectual, no preocupada por su subsistencia, pueda dar todo de sí, pueda materializar los diversos tipos de proyectos, individuales, grupales, institucionales o en común acuerdo con la nación; que puedan estos desarrollarse de manera exitosa. 

viernes, 29 de abril de 2011

Universitarios vs milicias

Diego Sharifker
Tal Cual, 29/04/11
La universidad, espacio libre y plural, deber ser siempre abierta al diálogo, a la confrontación de ideas, donde los más genuinos sentimientos democráticos se encuentran para aportar al país avances en distintos ámbitos que permitan el desarrollo de cada uno de los venezolanos y venezolanas habitantes de esta nación petrolera. Un país que cada día observa con recelo y tristeza la asfixia ejecutada por el gobierno nacional, que cada día consolida políticas dirigidas a la asfixia de la universidad libre. Asfixia que se traduce en grotescos recortes presupuestarios que sin duda alguna afectan el desempeño de la comunidad universitaria.

Laboratorios sin instrumentos, bibliotecas desactualizadas, una infraestructura que se deteriora con el paso indetenible del tiempo en una ciudad concebida para la generación de conocimiento permanente, dibujada y recreada por ese habitante eterno que sin duda recorre los pasillos de la UCV nuestro ilustre arquitecto Carlos Raúl Villanueva.

Esa ciudad, denominada universitaria, ocupa un segundo plano para las altas esferas del poder, que por cierto le deben sus estudios, porque no fue otra sino la UCV la que les brindó la oportunidad de formarse como ciudadanos universitarios. Pero ahora vemos con suma preocupación que lo militar se impone ante el pensamiento plural y democrático al pretender que las llamadas milicias impartan conocimientos de guerra en nuestras casas de estudios, violando flagrantemente el marco jurídico vigente en nuestro país. No olvidemos que las competencias del Ministerio del Poder Popular para la Educación son usurpadas por el Ministerio del Poder Popular para la Defensa.

Esas llamadas milicias representan la guerra, el odio y la violencia, armas con las que el gobierno nacional pretende arrodillar a las instituciones educativas en todos sus niveles, sobre todo el nivel universitario, porque la universidad sigue siendo el bastión y el faro de luz de todo un país que reclama día a día mayores libertades.

El artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que "La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz". No entendemos por qué el gobierno nacional, en lugar de estrechar lazos que unan a nuestro país con el resto del mundo, persigue una guerra, con la movilización permanente de efectivos militares.

Como universitarios, abogamos por el diálogo, el saber y el conocimiento, elementos esenciales que necesitamos lo venezolanos para desarrollar a nuestro país.

Por eso es que los universitarios seguimos en pie de lucha, porque no vamos a regalar nuestro futuro, porque antes de querer ser milicianos seremos universitarios y defenderemos el derecho a pensar distinto, a opinar sin ser perseguidos y sobre todo a nuestro legítimo derecho a protestar.

¿Educación universitaria socialista?

Ricardo Antela
El Nacional, 29/04/11
Los artículos 1 a 6 de la Ley de Universidades de 1970 han definido las características de la educación universitaria venezolana en los últimos 40 años. Profesores y alumnos comulgan en la tarea de "buscar la verdad". La enseñanza debe inspirarse "en un definido espíritu de democracia... y estará abierta a todas las corrientes del pensamiento universal". Y en todo caso, debe respetarse la "libertad de iniciativa" de cada universidad.

En contraste con esta concepción autonómica, plural y universal, posteriormente reconocida por la Constitución, la fallida ley de educación universitaria, LEU, sancionada por el Parlamento, sobrevenidamente objetada por el presidente Chávez, define y concibe la educación universitaria de modo tal que restringe la pluralidad e impone la coerción ideológica en las universidades.

Si bien el artículo 17.2 dice reconocer la libertad académica para debatir las corrientes del pensamiento, el artículo 3 define la educación universitaria como un "bien irrevocablemente público", al servicio de la transformación de la sociedad, "en el marco de la construcción de una sociedad socialista". Disposiciones como ésta se repiten en los artículos 4.12; 5; y 48, pero las que señaladamente enfatizan en la aludida coerción ideológica son los artículos 64 y 111. El 64 establece que "la educación universitaria debe contribuir a la construcción del modelo productivo socialista"; y el 111 faculta al Ministerio de Educación Universitaria para dictar un reglamento especial "sobre la vinculación de las instituciones de educación universitaria con el modelo productivo socialista". 
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miércoles, 27 de abril de 2011

¿Y cuándo transformamos las aulas?

Alejandro Maldonado
El Nacional, 27/04/11
Gracias a la recientemente dejada sin efecto ley de educación universitaria y de la pregunta-título, comparto tanto una descripción apretada de las discusiones, como unas reflexiones.

Unos plantean que la transformación universitaria es simple si el Estado ejerce su papel de ente rector. Con ello, sería la voluntad colectiva en la forma Estado la que torcerá el rumbo de las desorientadas instituciones universitarias. Sus oponentes los llaman intervencionistas, violadores del precepto constitucional de la autonomía universitaria. Otros, autonomistas, creen que la universidad es capaz de generar su propia transformación, que el papel del Estado debe ser el de garantizar un presupuesto adecuado y la libertad plena para el desarrollo de las tareas de las universidades; eso junto con la buena voluntad de las autoridades llevará a que la universidad cambie sustancialmente.

Los de la acera de enfrente, no sin razón, les dicen privatizadores y elitistas. Otra corriente habla del sistema de ingreso e idealizan uno nuevo o mejoran el actual. En todo caso, las discusiones sobre este tópico parten de lo descrito antes. La democratización de la universidad y la paridad del voto es otro tema cuya discusión pasa por tener o perder privilegios: el grueso del profesorado se incomoda cada vez que escucha esto, pues considera que será aplanada; el estudiantado se inclina por la defensa de esta opción, en la medida en que responde a luchas históricas, aunque algunos creen que la paridad debe ser proporcional.

Por último, empleados y obreros creen que esta radicalización debe ser mayor, pues no debe quedarse en la paridad para ejercer el voto, sino que debe ampliarse y que puedan ser elegidos. Los cuatro puntos esconden profundos debates filosóficos, políticos e históricos, y son el centro de las disputas entre las facciones que hoy son visibles en los debates; algunas participan hipócritamente y con cálculos políticos para permanecer en el poder dentro de las universidades.

Sin embargo, me preocupa muchísimo que la mayoría de nosotros, quienes queremos una transformación radical y hemos luchado por ello, estamos dejando de lado algo sustancial: el aula de clases.

No hay transformación sustantiva si no transformamos en lo simbólico y en lo práctico ese espacio cotidiano de nuestra actividad universitaria: el aula, el laboratorio, el ambiente. Aún más, ésta sólo será posible si el sujeto-estudiante ­que todos debemos tener presente, en la medida que siempre debemos recordar que fuimos estudiantes y padecimos derrotas políticas así como el peso del poder simbólico y real del profesorado expresado en formas de evaluación, de segregación y violencia simbólica­ nos interpela y desde su fuerza moral comienza a cuestionar usos, prácticas, formas y representaciones de lo que ocurre en esos espacios.

Que el Estado cumpla su papel no garantiza que en las aulas el pensamiento crítico y la libertad de disentir sean los elementos que guíen el desenvolvimiento de los que allí, día tras día, conviven.

Que el principio de autonomía se respete no garantiza que la gente de bien de las universidades desee cambiar las relaciones de poder y dominación que históricamente han permitido, reproducido y sofisticado mediante reglamentos, normas, evaluaciones y en instancias universitarias de gobierno y dirección.

Que discutamos ampliamente sobre el mejor sistema de ingreso, que para mí debe ser libre, universal y orientado por el Estado, no garantiza que trastoquemos la lógica material y simbólica del aula de clase. Contar con un sistema más justo es deber del Estado.

Nuestra labor es hacer que la cotidianidad en la universidad sea de tipo democrático radical, crítica y transformadora.

Que tengamos una universidad más democrática en sus órganos de decisión políticoacadémico-administrativa y un sistema electoral en condiciones de igualdad para elegir y ser elegidos, con lo cual estoy de acuerdo, en nada garantiza espacios cotidianos radicalmente democráticos, en los que lo sustantivo sea el debate, la deliberación, la seducción política, el respeto a las diferencias y la búsqueda de la comprensión intercultural. Tenemos tarea.

martes, 26 de abril de 2011

Estafa educativa, o menos conocimiento y más panfleto

José A. Véliz
UDISTAS, Núcleo de Sucre, Cumaná
Los funcionarios gubernamentales en educación media y universitaria pensaron que cambiando nombres y soslayando algunos contenidos “el proceso socialista” avanzaría y nada grave acontecería. Sin embargo la realidad es terca, los resultados están a la vista. La educación media se ha convertido en una estafa y la superior sufre una crónica crisis.

Por un lado están las deficiencias presupuestarias que desde “la cuarta” ambos niveles educativos arrastran y por el otro están los estudiantes que egresan de educación media con una pobre preparación, con conocimientos mínimos en ciencias naturales y matemáticas, además de una reducida aptitud hacia la lectura y la redacción. Se supone que esas áreas debieron cubrirse y ampliarse durante su largo paso por el bachillerato; no es así. Estos estudiantes entran al sistema de educación superior con muy pocas herramientas y condenados al fracaso. La tendencia hacia el deterioro de la calidad educativa ciertamente no es nueva, pero en los últimos años se ha agudizado con la partidización de la carrera docente y con las “innovaciones” socialistas que se realizan.

La oferta educativa pierde valor, muere el interés de un futuro mejor a través de la instrucción y se desvanece la posibilidad de participar en el desarrollo del país. El número de egresados es significativamente inferior al que ingresó al sistema educativo y un cálculo básico revela que mucho se pierde en el camino; los que se mantienen tardan más de los cinco años pautados para culminar cualquier carrera, la gran mayoría deserta del sistema. ¿A dónde van esos estudiantes? Estadísticas no oficiales muestran fracasos en las tres “marías”: física, química y matemáticas -y en castellano- ¿Cuál es la causa? ¿Alguien las ha analizado? Creo que aquí hay un buen punto de partida para investigar las causas del fracaso estudiantil.

¿Se pueden buscar culpables? Algunas culpas recaen naturalmente sobre el sistema de educación media. En el afán de inclusión excesiva, ha importado más la cantidad que la calidad; esto se nota en la incorporación de docentes que, sin estar preparados y por supuesta necesidad, prostituyen el conocimiento y lo degradan a mera cosa inservible que cualquiera puede impartir. En el sistema de educación superior se admiten cada vez más estudiantes. Ni siquiera se les ofrecen cursos de nivelación, ni otras alternativas de formación. Aparentemente se les incluye, pero luego sus deficiencias académicas los excluirán irremisiblemente. Hay fallas en la educación media que la universidad, como continuación de un proceso engranado, no puede subsanar; superarlas implica una pérdida de tiempo y un esfuerzo titánico por parte de las instituciones de educación superior.

La capacidad de transformación de la universidad no es una consigna oficialista. Mucho antes había sido planteada por diferentes investigadores y docentes venezolanos. Como hemos sostenido varias veces, la autonomía pasa porque la universidad se vea críticamente a sí misma, por concebirse como una estructura autogeneradora, no de errores sino de soluciones. Por ello, a las deficiencias presupuestarias que impiden ofrecer espacios, herramientas y equipos dignos para la educación y docentes motivados y bien remunerados, hay que agregar las imposiciones convertidas en ley, como la del servicio comunitario, con las cuales “el proceso” quiere doblegar a la universidad.

Estamos atentos a la existencia de otro instrumento legal aprobado dirigido a los niveles básicos del sistema educativo; con tal decisión emanada del Ministerio de la Defensa, no del Ministerio de Educación, se quiere implantar la militarización desde los más niños, donde las nociones de guerra (y no los valores de paz, como establece la Constitución) pesan más que el conocimiento humano fundamental y tiene más preponderancia el panfleto que el texto crítico. Frente a una resolución tan nefasta una vez más se demostrará que la educación de los ciudadanos es asunto de civiles, no de militares.

La inextinguible brasa

Silvio Orta Cabrera
UDISTAS, Núcleo de Sucre, Cumaná
La participación múltiple y crítica en la elaboración de textos conceptuales no tiene por qué sorprender en un ambiente universitario. Pero, cuando en éste crece –entre otras malas yerbas– la silenciosa autocensura, y hay, además, otra –enrojecida, y no por vergüenza– que a veces aborta materiales ideologizantes, sin corrección, coherencia y calidad expositiva, luce sorprendente aquella participación. Sucede así en el Núcleo de Sucre de la Unoversidad de Oriente.

Aunque profesor jubilado, sentí crecer la desesperanza de que se volvieran a dar allí procesos participativos de consistencia universitaria. Diecisiete o dieciocho años de ‘academicismo’ en el decanato, direcciones de escuela y departamentos han ido cegando el debate de ideas, incluso acerca de la universidad misma.

Pero los “trabajadores ‘academicistas’ y ‘neorrevolucionarios’, no pudieron apagar la a brasa que mantuvo viva la búsqueda del conocimiento a partir del respeto al individuo, a su creación intelectual o artística, a sus inventos o conclusiones científicas, sumado a un idéntico respeto a la participación colectiva en la evaluación de lo propuesto o logrado, o en el quehacer creativo mismo.

En diversas formas, el grupo Udistas viene soplando aquella brasa. Una de tales formas, nada del otro mundo en un mundo académico normal, es la publicación semanal de un artículo en un diario local y en su propio blog http://udistasns.blogspot.com/. Si meritoria es su constancia, impresiona saber que si de la redacción de cada artículo se encarga un distinto miembro del grupo, los textos pasan por dos y hasta tres revisiones por tres o cuatro y hasta más Udistas. Tal revisión no queda en lo formal, aspecto que en nada se subestima, sino que además va a la franca contrastación de criterios y afinación de conceptos, sólo interrumpida porque el diario no espera más. Así, comienza a verse la conveniencia de abrir otros modos de discusión sobre puntos de comprobado interés generados por los artículos.

En las dos últimas semanas aporté a la revisión, trabajando –los profesores nunca necesitaron que el nominalismo insolente de los amos y los sigüises del poder bruto los llamaran “trabajadores” para trabajar– textos de los colegas Graciela Acevedo y Mario Fagiolo, mi tarea coincidió con la lectura de “Contra la censura”, texto del novelista surafricano J. M. Coetzee, Nobel de Literatura 2003, editado por DEBATE. Para Coetzee “la paranoia es la patología de los regímenes inseguros y, en particular, de las dictaduras”. Agrega que las modernas se diferencian de las anteriores por “la amplitud y la rapidez” con que “extienden la paranoia para contaminar a la población”. “Esta difusión no es involuntaria: se usa como técnica de control”, para imponer la censura y su forma superior, la autocensura.

Bueno para impedirlas es el ejercicio de la libre expresión como el grupo Udistas lo hace. Con coraje y corazón, para que arda la brasa universitaria en busca del conocimiento, la creación estética y la proyección social.
Cumaná, miércoles 5 de enero de 2011.

lunes, 25 de abril de 2011

La destrucción de las profesiones

Trino Máquez
El Universal, 25/04/11
Desde los inicios del régimen actual se produce un ataque sistemático a las profesiones. Las primeras víctimas fueron las universidades públicas autónomas. El 28 de marzo de 2001 un grupo violento apoyado por el Gobierno -que luego adoptaría el nombre de 28-M para conmemorar esa fecha- toma la sede del Consejo Universitario de la UCV, donde causa destrozos en instalaciones que son patrimonio cultural de la humanidad e hieren a personas indefensas. Los terroristas fueron desalojados por la comunidad universitaria dos meses después. La imposibilidad de tomar por asalto o ganar elecciones en las universidades autónomas, lleva al Ejecutivo a iniciar la creación de las universidades bolivarianas, donde el rigor intelectual y el aprendizaje de destrezas y habilidades propias de toda profesión, quedan subordinadas a la formación de cuadros ideológicos, según la vieja tradición comunista.

El allanamiento a las universidades autónomas es seguido por la descalificación y exclusión de los médicos venezolanos cuando el Ejecutivo decide instrumentar Barrio Adentro. Luego, el Instituto Nacional de Capacitación Educativa (INCE) se transforma en INCES (Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista), con lo cual aquel deja de ser un centro de formación técnica y profesional, apoyo del desarrollo nacional, para convertirse en un núcleo de respaldo a la revolución.

El ataque persistente a las profesiones civiles, liberales, se combina con el asedio a la Fuerza Armada en cuanto "institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación ... ", artículo 328 de la Constitución. La última embestida fue la reforma de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que en el artículo 66 propone la creación de los oficiales de milicia. Además de concebir la sociedad como un cuartel y fortalecer una guardia pretoriana similar a la financiada por Gadafi en Libia; esa modificación se orienta a degradar la profesión militar. Establece una analogía inaceptable entre los oficiales de carrera -sometidos a la disciplina, entrenamiento y capacitación, propias de un cuerpo élite con una larga tradición- y miembros extraños que no han recibido esa formación en ningún establecimiento militar especializado. La reforma no es inocente. Pretende convertir la milicia en un órgano incondicional de Miraflores, situado al margen del compromiso con la democracia propio de la Fuerza Armada regular en una nación moderna.

El hostigamiento a las profesiones también se manifiesta de forma dramática en lo que ocurre en Pdvsa y en todo el sector eléctrico. La caída de la producción petrolera, los accidentes cada vez más frecuentes y letales, los problemas en la generación y distribución del fluido eléctrico, muestran cómo esos sectores fundamentales para la vida nacional, son administrados y gerenciados por personas que no reúnen las capacidades profesionales requeridas para conducir industrias complejas como esas. Lo mismo puede decirse de la zona industrial de Guayana, quebrada -entre otras razones- por la improvisación y falta de profesionalismo del personal que conduce a las empresas regionales.

El socialismo del siglo XXI, fiel a la tradición que surge con la utopía marxista de La ideología alemana y los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, margina el conocimiento especializado y las profesiones que le son propias. Ignora, como -siguiendo a Adam Smith- sí lo reconoce el Marx maduro de El Capital, que la sociedad moderna avanza a grandes trancos luego de que el trabajo va haciéndose cada vez más especializado, más científico y más profesional. En este punto se produce un deslinde claro y definitivo entre la antigua sociedad feudal atrasada, donde los artesanos se ocupaban de todas las fases del proceso productivo, y la moderna sociedad burguesa en la cual a cada individuo y grupo se le asigna una labor y una especialidad dentro de la totalidad.

Como el Presidente nunca ha leído El Capital, según su propia confesión, cree que ser socialista significa que todo el mundo haga de todo y al mismo tiempo (por supuesto que esto no lo incluye, pues él siempre será el Presidente). Nada de profesiones, nada de especializaciones, nada de jerarquías. Los resultados de semejante confusión mental están a la vista: en la revolución bolivariana todo funciona mal. Reina el caos, la incompetencia. Solo el desorden es eficaz.

martes, 19 de abril de 2011

domingo, 17 de abril de 2011

La desaparición de la universidad

Elías Pino
El Universal, 17/04/11
Una disposición del TSJ sobre elecciones en la UDO, inicia un camino cuya meta será la desaparición de las universidades. La lucha del Gobierno contra la autonomía de las altas casas de estudio, que en el fondo no busca sino la liquidación del pensamiento solvente debido a las fuerzas que genera para enfrentar los intereses de una "revolución" incapaz de ofrecer ideas dignas de atención, llega a su extremo más alarmante gracias a la aludida decisión de los magistrados en materia electoral. Cuando vio que no las tenía todas consigo el presidente Chávez vetó la reforma de la Ley de Universidades, que había causado la mayoritaria repulsión de la comunidad formada por profesores y estudiantes, pero persiste en su plan de intervención y dominación de los claustros. El designio encuentra ahora el apoyo de los magistrados, gracias a quienes se cumplirá una de las imposiciones de la reforma de tal ley después de que el primer mandatario sorprendiera a la ciudadanía con una supuesta fórmula de análisis y espera. La fórmula no era sino una engañifa, si consideramos la medida debido a la cual se deben disponer ahora las elecciones en la UDO y después en el resto de las universidades.

Las universidades deben elegir a sus autoridades "con base en la democracia participativa y protagónica y de mandato revocable, para el ejercicio pleno y en igualdad de condiciones de los derechos políticos de los y las integrantes de la comunidad universitaria", declara el TSJ. Partiendo de la declaración legítima el voto de "profesores y profesoras, estudiantes, personal administrativo, personal obrero y los egresados y las egresadas de acuerdo al Reglamento". Y ordena, por último: "Se elegirá un Consejo Contralor conformado por los y las integrantes de la comunidad universitaria". El TSJ acude a un principio que parece sacrosanto y frente al cual supone la imposibilidad de ofrecer elementos contrarios sin correr el riesgo del descrédito, pero apenas echa mano de una herramienta demagógica ante la que se debe reaccionar sin miedo. La "democracia participativa y protagónica" que fundamenta la disposición no es aplicable en todas las instancias ni en todas las parcelas en las cuales se distribuye la vida pública, como plantea el TSJ en sentido genérico, ni es deseable que se aplique para el adecuado funcionamiento de todas en general. Al contrario, una aplicación así de panorámica puede desembocar en innumerables aberraciones y calamidades. En el área de las instituciones médicas, por ejemplo, cuyo manejo según el credo de la "democracia participativa y protagónica" abarrotaría la morgue de cadáveres. En el área de las instituciones religiosas, por ejemplo, que trastornaría el entendimiento de los libros sagrados y el papel de los oficiantes y de los creyentes en determinada fe. En el área de las instituciones castrenses, por ejemplo, debido a que produciría un bochinche de charreteras y un bochorno disciplinario que pudiera convertir a los cuarteles en botiquines. 

sábado, 16 de abril de 2011

¿Quo vadis, Universidad?

Pilar Rahola
La Nación, 13/04/11

¿Qué le ocurre a nuestras Universidades? ¿Aún son el templo de la inteligencia, o se han convertido en un conspicuo reducto de la imbecilidad ilustrada? Y perdonen el supuesto oxímoron de estos dos substantivos, pero sabemos desde que el mundo es mundo que tener un título universitario y haber leído cuatro libros, no significa tener una cabeza bien amueblada. Muy al contrario, la historia está llena de grandes letrados que han construido edificios intelectuales que se caían con el movimiento de un simple naipe.

Este no es un artículo de historia, pero si hacemos un breve repaso de algunos grandes nombres, cuya categoría intelectual no les impidió tener una baja categoría ideológica (e incluso moral), la lista da miedo. Premios Nobel que han defendido a brutales dictadores de izquierdas, líderes de opinión que hace dos días daban la mano a Gadaffi, líderes sociales que se paseaban por Irán como si fuera el paraíso de la libertad, y por el camino de la confusión de conceptos, intelectuales, periodistas, escritores, políticos y el tutti quantti de la izquierda más ruidosa aplaudiendo las locuras de Chávez. Muchos de ellos, gentes de universidad, cuyas lecturas no han sido aprovechadas para la claridad del pensamiento.

¿Qué le ocurre a la izquierda? Y, por ende, ¿qué le ocurre a esa izquierda enquistada en los púlpitos universitarios, convertida en gurú de ideas caducas, cuyo romanticismo revolucionario es tan kitsch como irresponsable?
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viernes, 15 de abril de 2011

Repensar la universidad

Daniel Díaz
El Nacional, 15/04/11

Hace ya un buen rato que la rutina y el fastidio forman parte de la fisonomía del acto universitario. Como consecuencia de esto, se perdió el asombro, la novedad, la alegría; por esos predios cobró vigencia la mirada indiferente; por un lado anda el país y por otro lado anda la universidad. Esto se normalizó, se hizo vida común con algunas excepciones en todo el mapa institucional de la república; por ejemplo, los planes de la nación, siempre, han sido documentos ajenos y ausentes de la agenda de dirección de las universidades. Como ésta no ha tenido un entorno apremiante, entonces, las arrugas, los excesos, los sustos, desaparecieron del escenario y apareció el lienzo vacío, primordial, repentino, que reemplazó los argumentos gruesos del debate académico. 
Por más que intentamos separarnos de lo que está fuera, éste impregna con su subjetividad, con sus íconos, con sus estilos de vida, con sus valores a los conglomerados sociales de dentro y fuera; entonces, esa complejidad no tiene el rostro de la termodinámica, sino el filo de lo inmensamente cotidiano, cuyas huellas son elásticas, sensibles, en tránsito, barrocas, tradicionales, indefinidas, transculturales, posmodernas; estos gestos estéticos rotundos, ya no tienen una alcoba fuera, han entrado al universo de estudio, es más, esos lenguajes, actitudes, íconos, y otras cosas más, se han convertido en el lenguaje predominante de estas casas de estudio. Enciclopedias que rompen con la tradición clásica de la razón. Por lo tanto, la cotidianidad impone los registros e influye en las líneas de formación y de creación, hasta ahora no lo reconocemos, pero la tenemos ahí de manera notable; a continuación, se quiera o no se quiera, no existe un entorno exclusivo para la universidad, por el contrario, una de las líneas primordiales de ésta gravita en la búsqueda obsesiva de un universo nuevo, que emerja o compita con la espesura de la cotidianidad.  

La educación universitaria en el siglo XXI: de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento

Artículo de opinión  de Yamith José Fandiño Parra (Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de la Salle, Colombia), en "Las miradas de Jano" de la  Revista Iberoamericana de Educación N° 55/3

jueves, 14 de abril de 2011

Universidades inviables

Alexis Guerra
El Nacional, 14/04/11
El desaparecido Juan Nuño, en el texto La escuela de la sospecha, en un artículo titulado: "El fetichismo de la ley", deja clara su posición a este respecto, al señalar: "Lo malo de las leyes no son ellas, ni los abusos que permiten ni la fragilidad de su condición histórica en tanto productos pasajeros y reemplazables; lo malo de las leyes son los sacerdotes que viven a las sombras y medran del lucrativo oficio de hacerlas respetar".

Parafraseando al filósofo, asumimos ­para el debate­ que mucho de eso hay alrededor de la cuestión universitaria: gerencia y gerentes de casas de estudios superiores en Venezuela, como artífices de la resistencia al cambio. El análisis parte de un enfoque metodológico que incorpora otras dimensiones como lo histórico, lo social, lo institucional y lo político, además de lo propiamente legal, en primer lugar; y, en segundo lugar, ubica el problema de la gerencia universitaria, desde el punto de vista epistemológico, en la ruptura paradigmática que ocurre en el seno de la ciencia, en general, tratando de mostrar que la gerencia tradicional desde la cual muchas autoridades rectorales encaran la dirección de las instituciones de educación superior, sobre la base de un modelo burocrático, termina convirtiéndolas en organizaciones no viables.

Algunos datos que el Gobierno exhibe como logros para el sector, en lo social, son del siguiente tenor, por ejemplo: en el periodo comprendido entre 1990 y 1998, la matrícula de educación superior aumentó sólo en 139.252 personas.

Esta matrícula ha ido incrementándose constantemente desde el año 2000 hasta 2009.

Pasó de 835.596 estudiantes a 2.013.946. En cuanto a asignaciones presupuestarias se refiere (en miles de millones de bolívares), el año 1999 fue de 1.259, mientras que en el año 2010 alcanzó la cifra de 10.297.

En el período 1998-2008, la inversión en educación pasó de representar 3,38% del PIB a 7% del PIB en este último año.

Entre 1989 y 1998 se crearon apenas 5 instituciones de educación universitaria; en cambio, hasta el año 2010, la revolución ha creado 25 instituciones de educación universitaria oficiales, de las cuales 19 son universidades. A la falta de voluntad política para ordenar y regular el sector universitario durante la cuarta república, es decir, en un lapso de 30 años, se le suma más de una década de la quinta república, si se toma en cuenta que la vigente Ley de Universidades data del año 1970, y fue el año pasado cuando se intentó aprobar la fallida ley de educación universitaria.

Los gerentes universitarios, en su mayoría, privilegian un modelo burocrático tradicional cuyos rasgos son: estrategia formal, estructura jerárquica, procesos rígidos, estilo solucionador, liderazgo transaccional, focalizado en la institución, y la fortaleza basada en la estabilidad. Obviamente, de espaldas y en contraste con un modelo posburocrático sustentado en los nuevos paradigmas, soportado en rasgos tales como: la intuición, que funciona en red, procesos flexibles, innovador, focalizado en la persona, liderazgo participativo, y cuya fortaleza es, precisamente, la transformación frente al cambio.

El otro rasgo de ese modelo burocrático clientelar alimentado por ese tipo de gerencia y de gerentes es la composición del personal universitario, en general. De acuerdo con cifras del año pasado de la Asamblea Nacional, cuando se aprobó el crédito adicional, en el mes de agosto, se tienen 65.949 docentes; 46.116 empleados administrativos, y 31.941 obreros.

Al parecer, es cierto que la burocracia se ha ido engullendo la academia, con todas las consecuencias que de allí se derivan. ¿Cuál equipo rectoral, al momento de las elecciones, no ofreció un programa de transformación para la universidad, desde la gerencia? Alguien llegó a señalar en una oportunidad que la universidad es un reflejo de lo que ocurre en el país. A contracorriente, siempre pensamos que esa metáfora había que invertirla.

¿Cuál Estado soporta dicho modelo? Salvo mejores argumentos, hoy tenemos universidades inviables.

martes, 12 de abril de 2011

Populismo universitario y oposición

Gisela Kozak Rovero
Tal Cual 12/04/11
E ste artículo es antipático. Nuestro igualitarismo ­mezcla de ignorancia, ley del más fuerte y miedo a oponerse a la mayoría­ somete no sólo a los oficialistas sino también a los opositores. Tanta blandenguería ayuda a entender la existencia de los "nini", seis o siete millones de personas que no votan porque, equivocadamente, asumen que sufraguen o no seguiremos igual. 
Me pongo en este momento en el lugar de un "nini" que se entera del debate sobre la ley de educación universitaria en la UCV. El voto y el ingreso son los puntos fundamentales, no la calidad de la educación impartida.
Disculpe lector(a) la generalización y hasta la exageración, pero no hallo otra manera de describir lo que ocurre. Los jóvenes opositores deberían estar defendiendo el mérito, la calidad y el esfuerzo como vías de autonomía individual y transformación colectiva en lugar de aceptar una aberración como el voto paritario entre profesores, estudiantes y empleados o la impracticable ausencia de mecanismos de ingreso. El profesorado es testigo resignado, amedrentado y humillado por los sueldos de hambre. Al igual que en el liderazgo opositor hay miedo a defender la autonomía de la ciudadanía frente al estado, único protagonista de la vida colectiva y dispensador de limosnas.
La población mayor de 18 años debe votar en las elecciones nacionales y regionales porque todos(as) somos ciudadanos(as). Pero en las universidades las decisiones académicas deben ser tomadas por quienes hacen vida académica. Yo tengo un doctorado en Letras, no puedo decidir sobre los destinos académicos de Ingeniería o Derecho.
Como bien ejemplificó el profesor Erik del Búfalo en una conversación, es como si se consultase a empleados y estudiantes sobre las acciones a tomar en un quirófano.
¿Por qué los empleados y soldados rasos no eligen a los generales en las Fuerzas Armadas? ¿Por qué no se vota por las autoridades en la UNEFA? No, lo único que se discute es el voto en las autónomas porque no son "rojas rojitas" y la oposición cae en la trampa populista por miedo.
El estudiantado ha sido un movimiento de gran interés pero el lugar de salvadores de la patria que se le ha dado irrespeta el que son personas en formación. La juventud es una etapa, no una condición permanente como tener un color de piel o detentar una nacionalidad; al estudiantado debería interesarse más en la calidad de la educación, la investigación, el esfuerzo propio, las nuevas tecnologías de información y comunicación, las bibliotecas, la flexibilidad de las titulaciones, la salida de la exclusión social a través de un sistema educativo que dé la posibilidad de convertirse en ciudadanos(as) con autonomía y no en sirvientes a bajo sueldo del Estado.
Si en Venezuela se pudiese votar por tener los mejores investigadores, docentes y bibliotecas del mundo o tener los mejores comedores, residencias y autobuses, ¿cuál de las dos opciones ganaría? Me reservo la respuesta. 

lunes, 11 de abril de 2011

Objeción de conciencia y militarización del futuro

Fernando Facchin B
El Carabobeño, 08/04/11
Las escuelas van a ser utilizadas como trincheras del grupo paramilitar denominado "Milicias" para adiestrar en las hostilidades políticas del régimen contra la sociedad civil, desconociendo el gobierno que los niños y adolescentes tienen la condición de bien protegido por la Constitución, la LOPNA y los tratados internacionales, situándolos en grave riesgo al convertirlos en objetivo militar.

Internacionalmente, el único garante en materia de derechos humanos es el Estado, la afirmación según la cual los actos de los grupos paramilitares pueden catalogarse como una violación a los mismos, se fundamenta en la responsabilidad por acción y omisión de éste respecto de su respeto, fortalecimiento y consolidación. Las "Milicias", grupo paramilitar inconstitucional, actuarán en los colegios, más como mafia oficialista, que como un componente regular de la FANB, lo que no son ni serán.

Además de los impactos negativos a los derechos de los niños y adolescentes, la militarización de las escuelas trae consigo modificaciones en la manera de actuar de los niños y adolescentes, quienes crecerán incorporando dinámicas guerreristas a sus códigos de conducta y asimilándolas como normales, imitación a los "misioneros", a quienes consideraran un ejemplo de autoridad, posteriormente, terminan vinculándose a grupos de delincuencia común o siendo reclutados por otras fuerzas irregulares. Esto exige la reflexión y la organización de la sociedad para oponerse a tal aberración político-ideológica, agudizada por la decadencia social y política del gobierno. El objetivo es implantar un mecanismo arbitrario de control social.

La militarización es un recurso indispensable de los gobiernos ilegítimos y de las ofertas políticas que carecen de contenidos genuinos. Mano dura, cámaras de vigilancia, delación, tolerancia cero, ideologización infantil y juvenil, es lo único que el gobierno está dispuesto a ofrecer. Por eso invierten enormes sumas de dinero en su propaganda del miedo, para eso promueven la desconfianza, la delación, el desgarramiento del tejido social mediante la penetración de paramilitares en la educación, estrategia psicológica que es inaceptable por la sociedad civil, no podemos permitir que el miedo se apodere de nuestras vidas. Este proceso de militarización de nuestros escolares sólo se detendrá si denunciamos abiertamente que la abominable estrategia oficialista desprecia la vida humana y nos desensibiliza con la violencia.

Este es el momento de presentar nuestra "Objeción de Conciencia" para oponernos, por razones éticas, a la militarización escolar, debemos imponer la ley de la conciencia humana por encima de la ley pretoriana e inconstitucional, la "Objeción de Conciencia" es un derecho humano fundamental que tiene por finalidad socavar toda la farsa seudo democrática del régimen.

Con ocasión de la promulgación de ese adefesio jurídico denominado LOFANB y su grotesco texto, hemos podido apreciar a diferentes personajes de gris trayectoria, convertidos en tartufos, vacíos de intelecto, genuflexos del poder, con un desequilibrio intelectual inocultable defienden la ley, donde más que servilismo, hay un entreguismo absoluto ante un pragmático sin doctrina cuya única obsesión es el poder, sólo tenemos entreguismo y celestinaje servil. La defensa a la oprobiosa LOFANB es producto de una ciega y codiciosa obsecuencia. Sólo la bajeza humana tolera semejante degradación de la condición política, producto de la conveniencia y el oportunismo, síntoma de descomposición moral, de allí que hoy, el país no pasa de ser el remedo de una República Bananera, donde se ha puesto bajo sospecha el comportamiento individual caracterizado por una conducta anómala y una incomprensible falta de autoconciencia. Sin dignidad nada es posible.

Universidad: tres veces no

Rigoberto Lanz
El Nacional, 10/04/11
No a la simplicidad de pensar la transformación universitaria como una disputa politiquera de unos chavistas contra unos escuálidos. Esa es justamente la lógica que está agazapada detrás de los balances cuantitativos: hemos hecho más de esto, más de aquello. Como si una revolución fuera el "mejoramiento" de lo que hace mal la contrarrevolución. En esas disputas electoreras el fondo queda intacto. Cuando alguien dice: "Queremos que todos voten para elegir a las autoridades", por ejemplo, lo que está por detrás es la candidez de pensar la universidad con autoridades, como una fatalidad. ¿Qué es eso de "autoridades"? ¿Quién dijo que la universidad debe tener "autoridades" a juro? Pero es peor que eso: en tal razonamiento lo que está prefijado es la figura del "rector", del "vicerrector" y tonterías parecidas. Este esquema empobrecido se repite en todos los ámbitos.

La gente que no ha pensado a fondo la cuestión de la crisis del modelo de universidad que ha colapsado no puede, así nomás, visualizar otros caminos. Es por eso que vemos con tanta ingenuidad a la gente que parece muy radical agotada en las simplezas presupuestarias o en los "logros" de esta o aquella autoridad.

No a la perversión de una educación para pobres. Es cierto que puede colearse una importante distorsión elitista en la discusión del tema de la calidad. Pero llegado a un cierto punto no queda otra que afrontar la realidad que está en todas partes: cualquiera sea el criterio de calidad con el que nos manejemos, tenemos universidades de primera, de segunda y de tercera, es decir, hay un gran diferencial en la calidad de procesos que termina marcando la distinción. Ese no es un dato menor a la hora de valorar qué tipo de formación estamos procurando para el conjunto de la sociedad. Es obvio que la presión por el acceso ­que es una reivindicación fundamental­ ejerce un importante impacto en las condiciones de gestión de la formación universitaria.

Si esto se deja por su cuenta, terminará en los hechos deteriorando los niveles de calidad de todos los procesos allí involucrados. Al final, se reproduce una lógica perversa en la que los derechos de los excluidos de siempre no pasa de la caricatura del "acceso": a transporte para pobres, a medicina para pobres, a alimentos para pobres, a trabajo para pobres.

No al estatismo que se esconde detrás de ciertos enunciados de políticas públicas donde el funcionariado controla todo. En el campo específico de la formación universitaria es vital expandir la esfera de la autogestión responsable, es decir, plena asunción de todos los asuntos concernidos en la gestión académica. Ello incluye una idea de la autonomía que no tiene por qué estar condicionada ("autonomía sí, pero...") a ninguna consideración gubernamental (del gobierno que sea). Todo estatismo es sospechoso. Todo afán de control burocrático debe ser rebatido. Toda tentativa de alinear el mundo académico a presuntos "planes de la nación" termina siendo una coartada para funcionalizar el pensamiento. La universidad no es una fábrica de cabillas sino un ambiente intelectual de complejísimas relaciones humanas: heterogéneas, conflictivas, incluso antagónicas.

Allí no se enlatan sardinas sino que se construyen sensibilidades, maneras diferentes de relacionarse, modos de pensar alternativos, olfato crítico para tomar distancia. Querer comandar estos procesos desde los aparatos de Estado es lamentable. Empeñarse en "controlar" lo que allí acontece es demasiado ruin. Inquietarse porque la gente se rebela es una miseria del espíritu.

La transformación de la universidad, incluida la formulación de una apropiada ley de educación universitaria, pasa hoy por recuperar con seriedad el papel de la política y, sobremanera, por rebelarse frente a creencias ingenuas, dogmas y desvaríos.

Desarrollo y decadencia académica (II)

Orlando Albornoz
El Nacional, 16/02/11
Aceptado el supuesto de cómo el sistema de educación superior de Venezuela se halla en "caída libre", es obligante decir quién es responsable de tal proceso. Es fácil y expedito señalar al actual Gobierno por tal estropicio. Ello no sería falso, pero es parcial, porque la responsabilidad es para una sociedad que ha sido incapaz de construir una maquinaria de producción y mantenimiento del conocimiento. Lo trágico del asunto es que Chávez ya no tiene respuestas para los grandes y graves problemas de la sociedad, pues enfocó sus objetivos en la preservación del poder y no en el ejercicio de gobierno. A pesar de su optimismo a Chávez se le pasó la hora de construir y lo único que le resta es defender su posición: permanecer en el poder.

Tal caída no comienza en el año 1999, sino que tiene su origen en 1958, porque para hablar con propiedad de decadencia tendría que hablar de desarrollo y éste, en todos estos años, no ha podido ser construido por una sociedad que ha mirado para el lado opuesto a lo que la academia persigue como objetivos.

Tenemos aún un sistema en donde las instituciones conceden títulos profesionales de por vida, sin control de calidad.

Tenemos una fórmula inoperante de seguridad social que permite que el personal pasivo tenga los mismos derechos que el activo, incluso con carácter hereditario. Tenemos un calendario escolar universitario de nivel básico y se pretende incluso hablar de currículo en el nivel superior.

¿Qué podremos hacer en el futuro para disponer de un sistema de educación superior eficiente y de calidad? Quienes adversan al actual Gobierno están a la vera del camino esperando que éste cambie.

Quienes lo favorecen esperan que el mismo llegue hasta el año glorioso de 2030, pasando por 2012, 2018 y 2024. Ni unos ni otros saben cómo hacer; un buen ejemplo de la inercia es lo que ocurre con el PPI. Para ello, el país tendrá que organizar una comisión internacional para que elabore un diagnóstico, análisis y prospectiva del sistema para los próximos 20 o 30 años. Hay talento en el país y en el mundo para resolver este problema, en un año y a bajo costo. Digo buscar ayuda internacional porque el actual Gobierno no tiene cómo resolver el problema, sobre todo porque concede la dirección de estos asuntos a personas con notables deficiencias técnicas para incluso comprender lo que pasa en la escuela superior. La mayoría de los venezolanos que sabrían cómo hacerlo están descartados porque son sospechosos habituales ­como quien firma esta breve nota­.

Más bien en el país muchos parecen creer que la solución del problema así llamado de la educación superior es jurídico. Esto es, de la ley adecuada, en un Gobierno que ve en las leyes un fetiche o un tótem.

Ideas van y vienen pero a falta de un instituto de investigaciones en el área, que valorase las variables en juego, cabría la solución tecnocrática y meritocrática de una comisión como la citada. Supongo que los miembros de dicha comisión tendrían que escogerse en Estados Unidos, Europa o Asia, en segunda instancia en expertos de la región, en Argentina, Brasil, Chile y México, y en tercer lugar en países como los del ALBA, pero que yo sepa en este bloque no se hallan estas experticias, excepto en Cuba, que son expertos universales.

Si existe algún interesado en examinar con objetividad estos conceptos de desarrollo y decadencia de la academia venezolana basta que lea las propuestas de la nueva Ley de Ciencia y Tecnología, así como las que hacen quienes promueven la nueva ley de universidades. Ambas revelan una mentalidad que nos remite a etapas superadas del pensamiento y de las tecnologías educativas del caso. Por cierto, el doctor Rigoberto Lanz habrá arado en el mar, porque la actual propuesta de la nueva Locti nos regresa al positivismo del siglo XIX en vez del avance epistemológico que él ha propuesto, con el cual se puede estar en desacuerdo pero que ciertamente envuelve una superación del antiguo positivismo. Por ello, entonces, en vez de hablar de desarrollo y de decadencia, cabría referirnos a otro estadio: cómo una sociedad contemporánea aborda el problema del conocimiento.

La universidad cercada

Rigoberto Lanz
El Nacional, 03/04/11
Insistamos en esta idea básica: es cada vez más improbable que las universidades retengan el monopolio de la titularización o la acreditación de saberes. Hay otra agencias, otras vías, otras modalidades que se irán imponiendo por fuerza de la dinámica del trabajo (de su "extinción" dirían algunos autores). La exclusividad de las certificaciones de saberes llega a su fin. La universidad como el único lugar donde se obtienen diplomas ya no aguanta más.
Pero además hay otra pequeña tragedia para la universidad profesionalizante: el famoso mercado laboral, fundado en la idea moderna de trabajo, también llega a su fin. Por eso ya no hay correspondencia entre profesiones y empleo, entre transferencias tradicionales de conocimientos y trabajo. El remedio de las "nuevas profesiones" tiene el límite de los mismos viejos modos de pensar, de los mismos viejos modos de enseñar, de los mismos viejos modos de trabajar. Esta "frontera del diploma" como la llama Cristovam Buarque es uno de los muchos vectores en los que se expresa el agotamiento del modelo de universidad que se arrastra, esa es parte de su crisis, por allí difícilmente se llegue a alguna parte.
La cuestión es que el sentido común dominante no ve más allá de esta imagen simple de la universidad que forma profesionales. A la gente que no piensa estos asuntos le cuesta muchísimo entender la idea de una universidad constituida esencialmente por comunidades intelectuales. Eso es ya de suyo un grueso problema. Pero es que una buena porción de la gente que está en el medio universitario tampoco entiende de qué va la cosa. Esto es desde luego casi una tragedia: porque revela la enormidad del vacío teórico en el que se ha vivido en todos estos años; porque ubica fuera de esos ámbitos las claves de su transformación; en fin, porque pone de bulto la inquietante paradoja de un espacio que es por definición humus de la reflexividad pero en el que se piensa poco o casi nada.
Hay una manera de minimizar la gravedad de la crisis universitaria sacando unas cuentas que tranquilizan la mala conciencia: tantos profesionales graduados, tantas revistas, tantos posgrados y cosas parecidas. No digo que esto se haga deleznablemente para engatusar. Al contrario, muchos colegas intentan con ello mostrar "que no todo está perdido", que "hay cosas positivas", que mucha gente hace esfuerzos honestos porque las cosas mejoren.
En efecto, no podemos partir de un barrido en el que nada queda en pié. "Partir de cero" nunca ha sido un buen punto de arranque cuando queremos pensar en estrategias de transformación.
El problema es otro. Entender la magnitud de la crisis del modelo universitario que padecemos no es sentirse evaluado y, por tanto, obligado a justificar lo que se hace en las universidades como si se tratara de una acusación personal. De ese modo se crea la curiosa imagen de unos "críticos malagradecidos que no quieren a su universidad". Parece una trivialidad al pasar pero les aseguro que funciona como un poderoso antídoto frente a la angustia de una realidad congelada... dura de cambiar.
Haber vivido durante décadas "como si" todo marchara bien, o más o menos bien, produce esta psicología de la resignación en la que los pequeños intereses y el parroquialismo son ya suficientes para que un profesor pase veinticinco años entrando y saliendo de un salón de clases sin pena ni gloria, o que varias generaciones de estudiantes vayan y vengan anónimamente. En ello consiste el agotamiento del paradigma universitario que nos trajo hasta aquí. Es a esa realidad a la que se dirige el esfuerzo transformador de muchos sectores que tienen conciencia de la inviabilidad de las cercas académicas, de las jaulas teóricas, de los encierros conceptuales, de los claustros escolásticos.
Es relativamente fácil derribar los muros, resulta algo más complicado derribar los dogmas.

Universidad: cambiarlo todo

Rigoberto Lanz
El Nacional, 27/03/11
Los reformistas de siempre tienen sus propias mañas para escamotear las transformaciones de fondo con el buen argumento de que los cambios no son para mañana, que es preciso ir poco a poco, que "la gente no está preparada", que gradualmente llegaremos a la revolución. Esta trucología está desparramada en todos los ámbitos de la sociedad. Desde luego, también la encontramos en el seno de las universidades.

Cuando planteamos la necesidad de asumir las transformaciones en clave de cambios radicales no quiere ello decir que debemos partir de cero, que todo lo dado está perdido, que hay que hacer "borrón y cuenta nueva". Desde luego, hay en todas las áreas de la vida social un acumulado histórico que debe potenciarse. Ese espesor cultural lo damos por sabido. Allí no está el problema. La cuestión es colocarse en el dilema esencial de la conservación de lo dado o su transformación verdadera. No se trata de despreciar los pequeños cambios en nombre de los grandes acontecimientos. Tampoco se trata de subestimar el papel de las reformas o las modificaciones parciales. De lo que sí se trata es de poder caracterizar cuáles son los límites sustanciales de cada ámbito de la realidad, es decir, qué hace la diferencia entre lo dado ­la universidad realmente existente­ y lo que se proyecta como cambio radical (la universidad que queremos). En ese contexto, entonces sí podemos valorar el papel de este o aquel cambio, la significación de las pequeñas mutaciones que se van encadenando "disipativamente" (Prigogine).

La clave en estos procesos de gestión del cambio es encontrar los horizontes de sentido que conectan ­subterráneamente­ las diferentes experiencias que se van suscitando en todos lados: sin comando central, sin ninguna estrategia maestra urdida por el partido tal o cual, sin ninguna "planificación". El desafío mayor consiste justamente en lograr los dispositivos de intersección de esas experiencias dispersas y desiguales, pues en la medida en que cada iniciativa de cambio se agota en los límites de su territorio acotado, en esa medida el statu quo se reproduce impunemente, los esfuerzos se traducen en desgaste y la frustración se instala.

No hay ninguna fórmula previa que asegure el destino exitoso de los pequeños cambios encadenados en "la gran transformación". Se trata por ello de apostar permanentemente a una recursividad de esos procesos en los que cada quien parece actuar por su cuenta, sin concertación previa y con pocos mecanismos de articulación a la mano.

La universidad es un complejo entramado de discursos, prácticas y aparatos que demanda una combinación de miradas muy exigente: manejo específico de cada ámbito y contextos inclusivos a escala mundial, comprensión del presente en los espacios discretos y manejo de sus nexos en todas sus variantes. Los cambios de esa singular realidad no pueden transplantarse mecánicamente de un lado a otro por efecto de la pura voluntad. Es muy fácil que la energía que se pone en movimiento para impulsar una transformación se agote ante las adversidades, los intereses en juego y las típicas resistencias que vienen de todas partes.

La ventaja en esta coyuntura es tal vez que no se encuentra ninguna área de la que pueda decirse: "Esto está bien como está". En verdad, todo debe ser cambiado. Todo está en juego. Es preciso interrogarse sobre cada componente de este espacio y formular una reconstrucción crítica que desemboque en la emergencia de una nueva realidad. Es allí donde cobra su máxima significación político-intelectual el esfuerzo por dotarse de unas reglas de juego cónsonas con el presente, es decir, un marco normativo que esté en diálogo con los procesos de transformación de la sociedad misma.

Para ello la discusión abierta y franca es esencial. Hay grandes desacuerdos, eso es normal. Que también haya convergencias es lo que debemos buscar.

Ese es el camino más empinado... pero es el camino.

Universidades: ¡transfórmense!

Rigoberto Lanz
El Nacional, 13/03/11
Recientemente hicimos un foro en el Centro Internacional Miranda sobre el debate universitario donde se pusieron en movimiento las ideas que hemos venido sosteniendo insistentemente en este espacio. Uno de esos asuntos que suscita controversia es precisamente el de las posibilidades de autotransformación de las universidades, es decir, lo que debería ser una cosa normal y corriente, en una organización dotada de los recursos intelectuales para corregirse a sí misma. ¡He allí el misterio! Lo que he planteado de todas las formas posibles no es una tesis inventada por un afán de originalidad; no, es una constatación a la vista de todo el mundo: la universidad no se transforma, permanece inmutable ante los cambios que ocurren a diario a su alrededor, las pequeñas cosas que parecieran cambios son en verdad simulacros para que todo siga igual. No sólo no hay grandes transformaciones, es que las cosas más triviales siguen en el marasmo. (Anécdota: en estos días me tocó visitar la Dirección de Personal de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Tenía un año que no pasaba por allí. Conversando con un viejo amigo que se ocupa de trámites, le pregunté esta elementalidad: ¿Ustedes están conectados con las dependencias de personal de la Universidad Central de Venezuela? ¡No, profesor, tengo años insistiendo y mire! Es decir, que todavía hoy la gente agarra los papeles, los mete en un sobre y tiene que ir físicamente de oficina en oficina. Me parece el colmo de la negligencia, de la falta de imaginación, de la pereza mental de quienes tienen esas responsabilidades).

La gente que no vive muy de cerca lo que es la universidad por dentro se escandaliza de estos comentarios. También aquellos colegas que viven el campus universitario como segunda residencia reaccionan afectivamente como si estuvieran hablando mal de su mamá.

Así es muy difícil que la discusión prospere. Es muy fastidioso estar aclarando que no tenemos ningún interés en tonterías de este tipo. Por ello es vital el desbrozamiento de tantos malentendidos, prejuicios, locateras normalizadas, dogmatismos que van y vienen con toda impunidad, mediocridades que ya se hicieron hábitos de la cotidianidad, disparates que circulan con todo desparpajo, mentalidades arcaicas que desfilan por los cafetines con la mayor desvergüenza.

El impacto intelectual de este marasmo es letal. El vaciamiento teórico del campus universitario ha ocurrido sin pena ni gloria. Que la gente lea, estudie o se preocupe por asuntos trascendentes es una rareza. Los profesores vegetan a la espera de su jubilación y en el camino lo que más preocupa es cuándo pagan. ¿Qué puede esperarse en un clima como éste? No es mucho lo que puede esperarse de este tremedal.

Con ley o sin ley, este mar de fondo es lo que en verdad debe inquietarnos. Usted puede democratizar el acceso... y todo seguirá igual. Usted puede profundizar la autonomía... y todo seguirá igual. Usted puede entregar todo el dinero que haga falta... y todo seguirá igual. Usted puede democratizar el gobierno universitario... y todo seguirá igual.

Usted puede cambiar el pénsum... y todo seguirá igual.

¿Demasiado pesimista? No tanto, tal vez un poco realista, sobremanera después de tantos años conociendo al detalle cómo se bate el cobre en estos ambientes. Yo no apostaría ni un centavo a la posibilidad real de que la universidad cambie por sí sola. No obstante, creo que hay que dar todo el apoyo a los colegas que piensan lo contrario, es decir, dar campo abierto a cualquier iniciativa que provenga de los esfuerzos de tantas personas y grupos que han pasado toda su vida intentando cambiar aparatos, prácticas y discursos allí dentro.

En este punto es saludable recordar las palabras de Sartre: "Siempre será más fácil proclamar que se rechaza que rechazar realmente".

¿Qué es una comunidad intelectual?

Rigoberto Lanz
EL Nacional, 06/03/11
En los debates que hemos podido compartir a propósito de la nueva ley de educación universitaria, he planteado de una manera bastante enfática que el modo de salir del síndrome de la universidad corporativa que hoy padecemos es afirmando con fuerza la idea de comunidad intelectual.

Así ha ocurrido en los recientes conversatorios que el Centro de Investigaciones Post-Doctorales está realizando, donde tuve la oportunidad de debatir estas ideas con ponentes como Alex Fergusson, Javier Biardeau, Ana Julia Bozo, Magaldy Téllez, Alicia Inciarte. También en el CIM, en la Universidad de Carabobo y en la Sala "E" de la UCV.

El asunto viene a cuento a propósito de la reiterada pregunta sobre la universidad misma, es decir, el concepto que está detrás del texto de la ley y que termina guiando lo que se dice (y lo que se omite). ¿Qué es una universidad? A lo que cabe agregar de inmediato: ¿Qué no es una universidad? Lo que sostengo es que las instituciones que acreditan carreras, que se organizan para formar profesionales, que se basan en la existencia de profesores y estudiantes, no tienen ningún chance de sobrevivir al cementerio de la Modernidad educativa. La clave de un mundo académico trascendente está en otro lado: la generación de comunidades intelectuales (de "tribus" en el lenguaje maffesoliano) que se definen por la proxemia epistémica, por la convergencia en torno a una agenda, por la pasión de las ideas.

Cuando este magma está en el centro de la razón de ser de un espacio como la universidad, entonces viene de suyo que también haya formación y nexos orgánicos con la sociedad. Pero cuando este humus constitutivo está ausente (como es el caso de la universidad realmente existente), entonces lo que tenemos es una corporación de operadores (profesores, estudiantes, empleados, obreros, autoridades) que se reparten la torta de acuerdo con las correlaciones de fuerzas que se van turnando en cada coyuntura.

La definición tradicional de una tal "comunidad universitaria" que se desvive en la "búsqueda de la verdad" es francamente ridícula. Esa es justamente la concepción decimonónica que nos tiene metidos en el hoyo. Lo que existe en realidad es un conglomerado de intereses contradictorios que se estructura según la agenda pragmática de cada sector (con visibles conexiones hacia los mismos intereses que se disputan en el resto de la sociedad). Además las apelaciones a la "verdad" forman parte de la retórica vacía que sirve para lo que sea.

La universidad por la que vale la pena luchar hasta sus últimas consecuencias es aquella que asume la producción de conocimiento como su norte primero, la generación de nuevas ideas como su fin principal, el quehacer intelectual como el eje vertebrador de toda otra función, el debate teórico y la interpelación del pensamiento como su tarea vital, el cultivo del espíritu y la recreación de la dimensión estética como una condición constitutiva de ese espacio. De ese modo, la actividad de formación estaría siempre en sintonía con ese magma cultural en donde no es posible el docentismo repetitivo, acrítico y esterilizante. Las comunidades intelectuales son justamente esos dispositivos académicos y organizacionales que garantizan un dinamismo interior volcado a las grandes preguntas, a las agendas trascendentes, a los problemas en los que convergen las inquietudes y las búsquedas de cada investigador.

Sin la fuerza de un torrente intelectual de esa envergadura la universidad está condenada a lo que es hoy: un ámbito de transferencia de conocimientos en el que se aspira a "formar" las destrezas profesionales que presuntamente demanda el mercado de trabajo. La transformación de fondo que está planteada consiste primeramente en la asunción plena del quehacer intelectual como el sentido y justificación de todo lo demás.

Sólo las comunidades intelectuales podrán dotar a estos espacios de la densidad y espesor político-culturales que se perdieron en la larga noche del pensamiento simple.

La milicia educativa

Santiago Quintero
El Universal, 11/04/11
Venezuela no quiere ser Cuba ni Corea del Norte. Venezuela no quiere ser Libia. Venezuela no quiere ser la Alemania nazi ni la Italia de Mussolini. Venezuela no quiere Führer ni Duce. En síntesis, Venezuela no quiere milicias en sus escuelas. Pero tampoco las quiere en la Fuerza Armada. Venezuela no quiere milicias en ninguna parte. 
Justamente, porque la violencia como valor es lo que siembra una milicia. El miliciano es un soldado mal formado, un individuo de instrucción bizarra que no respeta la civilidad ni sus derechos, para el cual no hay otra ley que la de la obediencia. Cualquier orden demencial puede tener cabida en la acción de una milicia. 

domingo, 10 de abril de 2011

Sociedad del conocimiento y la información

Luis Jaime Cisnero
La República, Perú, 23/01/11
Una sociedad abierta al conocimiento y a la información es un mundo urgido de una actividad inteligente constante y eficaz. Para que esta realidad sea fruto de un empeño estatal, la escuela asume grave responsabilidad, ajena a todo tipo de improvisación. Para empezar, la escuela debe tener presente esenciales rasgos que caracterizan a este tipo de sociedad, desde el punto de vista de la comunicación. Lo explicó con su natural acierto Habermas: la comunicación en esta hora del mundo sirve para expresarse, para informarse, para caminar, buscar, investigar; para proponer, argumentar, criticar, defender. La escuela tiene que estar preparada para entrenar al alumno a enfrentar estos menesteres. 

sábado, 9 de abril de 2011

VII Jornadas Nacionales de Investigación Humanística y Educativa

Publicamos aquí los discursos pronunciados por Arturo Sosa y Eduardo Vásquez en las "VII Jornadas Nacionales de Investigación Humánistica y Educativa. Visiones para un Pensamiento en Libertad", realizadas del 6 al 8 de abril de 2011, en la Universidad Católica del Táchira.

viernes, 8 de abril de 2011

Milicias escolares

Jesús Elorza
Tal Cual, 08/04/11
María la del barrio, conversa animadamente con sus amigas en la bodeguita de su sector. Estoy asombrada, les dice, con los avances que ha tenido mi hijo en su conducta, desde que impusieron el Plan Integral de Educación Militar en todo el sistema educativo venezolano. Ahora, se levanta todos los días a las 5 am para hacer ejercicios físicos e izar la Bandera Nacional. Antes de salir de la casa, deja su cuarto arreglado. Cuando le pido algo, me responde "ordena, madre, estoy aquí para obedecerte"... qué bello es mi hijo.

Democracia universitaria

Tulio Ramírez
Tal Cual, 08/04/11
L a actual ministra para la Educación Universitaria, profesora Yadira Córdova, y el diputado Luis Acuña, inauguraron el debate sobre la LEU lanzando al ruedo dos consignas que anunciaba el interés real del sector oficialista, el cual al final no era la calidad, la investigación, el presupuesto, sino el ingreso irrestricto a las universidades y el voto de estudiantes, personal administrativo y obrero para la elección de las autoridades universitarias.

Abordaremos este último aspecto.

El voto del personal administrativo y obrero es inconstitucional ya que violenta el artículo 109 de la CRBV, que indica quiénes conforman la comunidad universitaria.

Sin embargo haré algunas consideraciones. La universidad es un espacio para que una comunidad conformada por profesores, estudiantes y egresados se dediquen a la producción, transmisión y aplicación del conocimiento. Como en toda organización compleja, hace falta un personal que se encargue de lo administrativo y los servicios. Estos son los empleados y obreros, quienes pertenecen a la comunidad de trabajadores de la universidad, pero no a su comunidad académica porque no se dedican a la generación de conocimientos. De igual manera, y para efectos comparativos, en el TSJ trabaja este tipo de personal y no por ello se les da el derecho a votar en la elección de la Directiva de cada Sala. El no poseer la cualidad de Magistrados, los excluye como votantes; y, hasta donde conozco, no ha habido ningún movimiento para reivindicar un supuesto derecho al voto de este personal, bajo el argumento de pertenecer a la comunidad de trabajadores de ese máximo Tribunal.

miércoles, 6 de abril de 2011

Una visión equivocada

Jaime Rivière
EL PAÍS, 07/04/11
Es indiscutible que el sistema educativo español no está orientado específicamente a reforzar lo que se llama "excelencia", si por ello se entiende la capacidad para acompañar a los mejores estudiantes a aprovechar al máximo sus capacidades. Esta función se debería cumplir mejor. En condiciones normales, la atención a los alumnos que destacan debería estar contemplada como atención a la diversidad, que tiende a concebirse solo del lado de abajo de la distribución de capacidades o resultados. La intención de construir una vía del sistema en torno a la de excelencia tiene aspectos atractivos y siniestros. Son atractivos los relacionados con la idea de extraer de cada alumno lo mejor de sí mismo; y profundamente siniestros los que sugieren la necesidad crear una vía de élite dentro del sistema.

La excelencia es ya urgente

J. A.Aunión
El PAÍS, 07/04/11 
La Comunidad de Madrid ha anunciado la creación de un bachillerato de excelencia para los mejores alumnos. Se trataría de un modelo que separa en unos pocos institutos a los estudiantes con un ocho de nota media mínima en la ESO y un siete en la prueba externa que hacen todos los madrileños a los 14 años. La presidenta regional, Esperanza Aguirre, ha dicho que este modelo, que arrancará el año que viene para 100 alumnos en un instituto piloto, ofrecerá a los estudiantes "una enseñanza que, como ellos, aspire a la máxima excelencia".
 Dejando de lado el impacto real que pudiera tener la medida que aún no se sabe cómo se extenderá después -ya existen 19 centros públicos, dos de ellos en Madrid, que ofrecen el prestigioso programa de Bachillerato Internacional al que solo se accede con muy buenas notas-, lo cierto es que ha reabierto el viejo debate de si es mejor separar a los mejores alumnos del resto para que aprendan más o si mantenerles juntos es la mejor solución tanto educativa como socialmente. Máxime porque España, donde la escuela ha conseguido grandes avances en los últimos 30 años, aún debe dar el salto de la calidad.

La inclusión conduce a la excelencia

Sergio Muñoz Bata
Tal Cual, 06/04/11
Confieso que cuando oigo los nostálgicos argumentos de quienes abogan por revisar el pasado para recuperar la grandeza sin par del sistema educativo estadounidense me da escalofrío.

Primero, porque si bien es cierto que el triunfalismo posterior al fin de la segunda guerra mundial define el inicio de la llamada "Centuria Americana", una época en la que el despegue económico, militar, social y cultural de Estados Unidos es impresionante e indiscutible, ya para la década de los 80, la Comisión Nacional para La Excelencia en Educación publica su alarmante informe "Una nación en riesgo" en el que se describe en detalle las fallas del sistema educativo.

Tampoco estoy de acuerdo con la idea de que del pasado podrían salir las herramientas necesarias para enfrentar al futuro aunque estoy convencido de la necesidad de afrontarlo críticamente para remediar los errores y las omisiones que lo han caracterizado.

Hoy, la brecha en aprovechamiento académico entre los estudiantes de nivel secundario de Estados Unidos y los de otros países desarrollados, por ejemplo, Finlandia, Holanda, Singapur o Japón es profunda. 

El Gobierno golpea a la universidad libre

José Guerra
Tal Cual, 06/04/11
Entre los gobiernos que han maltratado a la educación universitaria en Venezuela, sobresale el de Hugo Chávez. Es sorprendente la fobia de su gobierno y su funcionariado a la universidad. No quieren un centro de pensamiento sino más bien un cuartel donde se obedezca ciegamente, donde no se discuta sino que se cumplan las órdenes.

Como la universidad venezolana es crítica por naturaleza, se dio el gobierno a la tarea de estructurar una estrategia en dos fases. La primera, golpear inclementemente a las universidades autónomas, ahogándolas presupuestariamente y la segunda creando y fortaleciendo unidades de educación superior que no calzan la talla todavía para detentar el nombre de universidad.

Los presupuestos de las universidades nacionales se han mantenido literalmente en el mismo nivel durante tres años, lo cual con un incremento de la inflación de 126%, se ha traducido en una caída del poder de compra de los ingresos asignados a la universidad. Tal vez el caso más emblemático sea el de la UCV, la institución educativa más importante del país. 

lunes, 4 de abril de 2011

Universidad y poder

Francisco Rivero
Tal Cual, 05/04/11
El fin específico de la universidad no es capacitar, es educar. La capacitación no educa, instruye, enseña a operar, se ordena a la acción, al cómo hacer, es decir, a los resultados y la efectividad, y por lo tanto, a las técnicas y procedimientos que los alcanzan y aseguran. La educación, en vez, se ordena a la razón, al porqué, a los principios, a las causas, a lo que explica, norma, ordena, determina y define a los seres, las acciones y las cosas. Educar, en otros términos, es formar a la mente, y en y a través de la mente, a la sensibilidad ética y espiritual que gobierna la vida y quehacer de la persona en cuanto agente libre o sujeto moral.

Dicho de otro modo, la educación, al ordenarse a la verdad hace posible la justicia, define al deber y sustancia a la libertad. La capacitación, en cambio, se ordena al poder, esto es, al dominio y control metódico de un aspecto u otro de la realidad. 

Conocimiento: proyecto país

Teódulo López Meléndez
Tal Cual, 05/04/11
E n el llamado "Proyecto Nacional Simón Bolívar Primer Plan Socialista Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007­2013" está la concepción del presente régimen sobre el hombre, la sociedad y el proyecto político. Propongo otra visión del venezolano, de la sociedad a construir y del sistema político que deberá reemplazar al presente.

Los discursos viejos están deslegitimados. Escasean los inventores de mundo. Para emanciparnos de los graves problemas que nos aquejan hay que desatar un proceso filosófico­político emancipatorio. Este ser humano inteligente que es el venezolano debe organizarse hacia la aparición de un nuevo orden social. Debemos hacernos de un pragmatismo atento a las incitaciones del presente y a los desafíos de las circunstancias teniendo en la mano las respuestas de una filosofía política renovada. 

¡ Vaya PEI !

Jaime Requena
Tal Cual, 04/04/11
Hace unos días, el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (ONCTI) informó que la convocatoria del Programa de Estímulo a la Investigación (PEI) será prorrogada, otra vez, hasta mañana 5 de abril. Según su presidente, la prórroga no se debe a una pausa para atender los cientos de quejas hechas sobre la naturaleza del instrumento, o que un 70% de la membresía del PPI ha rehuido registrarse. Según él, la decisión es para compensar las fallas técnicas del sistema informático. Un alto volumen de solicitudes al Registro Nacional de Innovación e Investigación (RNII) tiene congestionadas las computadoras del ONCTI, por lo que hay que darles más tiempo a las 5.172 personas que están tratando de ser servidos por el sistema. A la fecha, 8.204 lo han hecho.

Esos números constituyen un auténtico milagro si recordamos que el PPI tenía registrados a 6.036 investigadores en el año 2008, quienes se vieron aumentados a 6.827 con los 791 integrantes de la Cohorte Fantasma del 2009. Al contar ahora con 13.376, habríamos experimentado en un año un crecimiento del 96%. Sobre proyectos de investigación, el progreso ha sido aún más impresionante.

Oficialmente el PEI ha recibido 6.200 peticiones de subvención por LOCTI en las cuatro áreas estratégicas prioritarias: vivienda y hábitat, desarrollo urbano, cambio climático y energía. En contraposición, en todos sus cuarenta años de existencia el CONICIT jamás alcanzó ese volumen de solicitudes. 

domingo, 3 de abril de 2011

Sobre "pedagogía" cuartelera

Elías Pino Iturrieta
El Universal, 03/04/11
El Plan Integral de Educación Militar, expuesto en la Resolución No. 017621 del ministro de la Defensa, ha causado justificada alarma. En los hogares tiemblan de sólo imaginar que sus párvulos puedan exponerse a una cátedra que tendrá el propósito de concienciarlos para participar en la madre de todas las batallas contra "la planta insolente del extranjero", o contra la "burguesía apátrida". La alarma es justificada, no se trata de chalequearla ahora, pero quizá más por los fundamentos de la disparatada "pedagogía" que por las trincheras que se puedan abrir partiendo de lo que enseñe a unos niños inocentes y entusiastas. Sobre la enormidad del dislate teórico en el cual se sustenta esa "pedagogía" se dirán de seguidas algunas cosas, a sabiendas de que no sonarán como música del cielo en patrióticos oídos.

viernes, 1 de abril de 2011

La tragedia de la educación

Rafael Díaz Casanova
El Universal, 01/04/11
El régimen que destruye el país pareciera (no nos cabe duda) que tiene un programa perverso. Ya, desde aquel aciago día de la írrita juramentación que no fue tal, el potencial dictador dijo que tenía que destruir todo lo que le pareciera inconveniente y que luego se propondría construir sobre las cenizas del país. Han transcurrido doce tenebrosos años y sigue la destrucción. Parece que los planos de construcción... se le perdieron.

Tan pronto como en el año 2000 ya anunció cambios radicales para le educación. Un decreto desafortunado que llevaba el número 1011 produjo una tremenda reacción y una de las manifestaciones más nutridas de toda la historia del país. Ese decreto, inexplicablemente, a quienes más perjudicaba era a los menos favorecidos.