miércoles, 26 de diciembre de 2012

Acuerdo para mejorar el acceso a la universidad

La Nación, 26/12/12
 
El Rectorado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires decidieron articular, a partir del próximo ciclo lectivo, mecanismos para facilitar que los estudiantes de quinto y sexto año de las escuelas medias públicas del distrito puedan ingresar en esa casa de altos estudios. El anuncio fue efectuado por las autoridades de ambas entidades, preocupadas por las dificultades que tienen los alumnos bonaerenses en aprobar los exámenes obligatorios para el ingreso universitario en esa casa de estudios. La directora general de Cultura y Educación bonaerense, Nora de Lucía, explicó que por medio de ese acuerdo la repartición a su cargo buscará "brindar el apoyo institucional para facilitar el ingreso del personal de la Universidad Nacional de La Plata en las escuelas secundarias públicas". En tanto, en declaraciones a la agencia DyN, el decano de la UNLP, Fernando Tauber, explicó: "Desde la universidad entendemos a la educación como un bien público y, por lo tanto, nuestro objetivo estratégico es garantizar la permanencia en las aulas de todos aquellos chicos que tengan la vocación de cursar una carrera universitaria".

viernes, 21 de diciembre de 2012

Las Academias y Venezuela

Rafael Díaz Casanova
El Universal, 21/12/12

Las Academias son el foro más selecto y granado de la intelectualidad de un país. Dice el DRAE en su primera acepción: 1. f. Sociedad científica, literaria o artística establecida con autoridad pública.

El origen de las academias científicas lo encontramos en Italia con la conformación, a comienzos del siglo XVII (1603) del grupo de científicos que se denominaron "Dei Lincei" , Los Linces, quienes inicialmente se reunieron en la casa de Federico Cesi, donde se acompañaron Anastacio De Filis, Francesco Stelluti y Johanes van Heek. En 1610 se incorpora al grupo Giovanbattista della Porta y poco tiempo después uno de los hombres emblemáticos del Renacimiento, Galileo Galilei.

Los Linces y su sucesora, la Academia Pontificia de las Ciencias, en ese largo discurrir de más de cuatro siglos, sufrió los embates de la Iglesia y también los de la dictadura de Benito Mussolini. La primera, que los tildó de herejes, cambió su parecer y se constituyó en su protectora, y el Segundo, los acogotó y tuvo un final consecuente con sus actuaciones.

martes, 18 de diciembre de 2012

De la autonomía universitaria

Carlos Paván Scipione
eluniversitario, 07/07/12

Hoy en día se habla mucho de autonomía universitaria; mucho y desde las más distintas perspectivas. Pues bien, a mí me interesa enfocar el tema desde lo que considero su núcleo teórico fundamental, a saber: la cuestión del conocimiento.

La Universitas Studiorum, creación tardo-medieval, nació como una corporación de profesores y estudiantes dedicada al estudio y la enseñanza. En nuestro lenguaje, la Universidad es una institución dedicada a la investigación, docencia y extensión. Ahora bien, no se necesita un particular esfuerzo intelectual para entender que no hay docencia que tenga algún valor sin una seria y -hasta donde ello sea posible- original investigación y, paralelamente, toda investigación tiene que comunicarse al público mediante la docencia. Parafraseando a un gran filósofo alemán, hoy casi desconocido en nuestros predios, la docencia sin investigación es ciega y la investigación sin la docencia es vacía. En suma, los investigadores primero necesitan formarse y los formadores, si son en verdad lo que dicen ser, necesitan descubrir. Lo dicho me parece tan evidente que no necesita de ulteriores explicaciones: lo que, en cambio, sí necesita atención es el tema del conocimiento y, más allá de toda postura epistemológica, lo que sin duda no se puede negar es que el conocimiento es un fenómeno cuyo desarrollo no se puede prever. Si se considera que uno de los rasgos fundamentales de todo conocimiento que pretenda ser científico es la previsión, lo que acabamos de decir podría resultar paradójico, pero no es así: si en verdad el futuro del conocimiento fuese previsible entonces, obviamente, no habría nuevo conocimiento, es decir, el conocimiento no se ampliaría. Ahora bien, ¿qué consecuencia tiene esto respecto de la autonomía universitaria?

Si el conocimiento no es previsible, entonces ningún proyecto de investigación, aunque parezca alejarse de las tendencias más prometedoras, ni puede ni debe ser cercenado. Obviamente, ello no significa que el proyecto no tenga que someterse a los cánones que imponen la coherencia formal y la seriedad de los contenidos a tratar; lo que sí significa es que nadie puede decidir a priori que un tema o problema no puedan ser investigados, así como nadie, tampoco, puede decidir por los demás cuáles son las cuestiones que merecen ser estudiadas y ello, justamente, porque nadie puede prever el desarrollo posible del conocimiento. Dicho con otras palabras, hay que aceptar con humildad nuestra ignorancia y, por lo tanto, no poner límites a lo que hay o no hay que investigar. A manera de ejemplo, si alguien hubiese impuesto a Galileo, Newton, Einstein o a cualquier otro genial innovador, las pautas del conocimiento propias de la época respectiva, la física, así como nosotros la conocemos, no existiría. Pues bien, en esto estriba, en mi opinión, el núcleo del concepto de autonomía universitaria. La Universidad tiene que impedir a toda costa que ideologías impuestas desde los poderes fácticos externos así como tendencias teóricas internas a la misma Universidad dicten las pautas y los temas que deben investigarse y, si no lo hace, la consecuencia inevitable es la parálisis del conocimiento lo cual es de sobra confirmado por la Historia. Ahora bien: ¿cuál es la razón de ello?

Personalmente, aunque la cuestión sea muy controvertida, me gusta pensar que somos seres libres. Somos seres libres “para” y “de”. En tanto seres libre “para”, depende de nosotros orientar nuestra existencia según lo que consideramos vale la pena conseguir. En tanto seres libres “de” nadie tiene que obligarnos a aceptar sus criterios. El conocimiento en sí mismo es un acto de libertad; es el desafío a lo que se considera obvio; nace y se nutre de la crítica, del diálogo entre distintos puntos de vista; de la tolerancia, del respeto; prospera en un clima democrático y se extingue en un clima autoritario. Al ser el conocimiento un acto de libertad, su desarrollo no puede ser previsto y, por ende, intentar violar la necesaria autonomía del saber es la manifestación de la más brutal ignorancia. Desgraciadamente mala tempora currunt pero son en épocas como la que vivimos en las que se hace absolutamente necesario defender la autonomía universitaria, es decir, la autonomía del conocimiento. Francis Bacon decía que la verdad puede nacer del error pero nunca de la confusión. Pues bien, es preciso saber defender los errores porque, a veces, la verdad nace del error o de lo que, desde cierta perspectiva ideológica, se considera un error. ¿Y, por otra parte, qué es la ideología sino el más asfixiante asylum ingnorantiae en el que se atrincheran los que se creen señores de la verdad absoluta? En suma, defendamos nuestra institución recordando siempre lo que es y debe ser: asylum scientiae.

domingo, 16 de diciembre de 2012

La Complutense se cae a pedazos

María Isabel Serrano
ABC, 16/12/12

La investigación y las instalaciones están en precario, frente a unos sueldos desorbitados

Edificios emblemáticos de la Universidad Complutense como sus facultades de Farmacia, Medicina y Odontología, en pleno campus de Moncloa, son la radiografía del deterioro y la quiebra de esta institución superior madrileña a casi todos los niveles. Ventanas rotas, inmuebles abandonados y suciedad son el foco de una imagen marcada por la falta de liquidez.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cambios profundos en la educación universitaria

Ariana Gómez Guevara
El Nacional, 12/12/12

Las academias nacionales editaron un libro con soluciones para la crisis de los centros de estudios superiores

El declive de las universidades preocupa a las academias nacionales. Su funcionamiento –señalan los académicos– se ha visto afectado por el presupuesto escaso, la disminución de la calidad e, incluso, la violencia. Para ellos, es indispensable hacer transformaciones profundas en la educación universitaria.

Cinco de las siete academias prepararon documentos con recomendaciones que se publicaron en el libro Reflexiones y propuestas para la educación universitaria, bautizado el lunes. No solamente se trata de mejorar las deficiencias, sino también de cambiar los paradigmas. Benjamín Scharifker, rector de la Universidad Metropolitana y ex presidente de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, participó en la elaboración del documento. Dijo que las universidades deben darle prioridad a la producción del conocimiento y la innovación.

lunes, 3 de diciembre de 2012

La autonomía universitaria implica entregar resultados: Juan Carlos Romero Hicks

Carlos Reyes
Laisum, México, 29/11/12

Las universidades públicas del país han dejado atrás el temor a ser evaluadas. Su autonomía ya no es el pretexto idóneo para rehuir a la transparencia. Juan Carlos Romero Hicks, presidente de la Comisión de Educación del Senado de la República, señala que las reticencias y dudas que generaba la evaluación externa en la comunidad universitaria, es cosa del pasado.

Ahora las instituciones entienden que es una relación dinámica. Hay necesidades financieras, pero hay resultados académicos que tienen que ser entregados. A unos días de asumir el cargo, el ex rector de la Universidad de Guanajuato, habla de esta transición que le ha tocado vivir a la educación superior.
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¿Y entonces para qué leer?

Juan Domingo Argüelles
Laisum, México, 29/11/12

Aunque ya no me asombra, sí me inquieta la postura de muchos ideólogos y expertos del libro que propalan la especie de que, entre las obligaciones o consecuencias de la lectura, no está el “conseguir una ciudadanía más asertiva ni mucho menos contribuir a formar una sociedad más responsable e inteligente”. Por esta vía se llega a la pobre conclusión de que no hay sociedades más aptas que otras, ni individuos más ineptos que otros.

Esto lo suscriben hoy hasta los escritores, en buena medida para quitarse un peso de encima al desentenderse de la responsabilidad social y educativa, pues si su ejercicio nada tiene que ver con la ética, sino sólo con la estética, se pueden permitir cualquier cosa (la que sea) con el falaz argumento de que su única obligación es “escribir bien”. (Por supuesto, ¡no hay uno solo que piense que no escribe bien!)
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