martes, 13 de abril de 2010

Mentiras, ignorancia y perversidad de un Ministro

Mentiras, ignorancia y perversidad de un Ministro

Eleazar Narváez

Ex Vicerrector Académico de la UCV

En los desafortunados tiempos que ahora vivimos en el país, en los que pareciera que más bien nos hemos acostumbrado fundamentalmente a reaccionar ante lo que nos perturba, perjudica o no nos gusta, y a esperar en la pura espera, a vivir un tiempo de espera vacío, como dijera nuestro querido Paulo Freire, da la impresión de que recibimos con bastante naturalidad las agresiones que, una vez más, dirige a la universidad autónoma el actual Ministro para la Educación Universitaria (Véase reseña de la entrevista que aparece en www.aporrea.org: http://bit.ly/brBefC)

Declaraciones de un Ministro que, según lo que nos ha mostrado en sus primeras actuaciones, interpreta fielmente y con claridad las conocidas pretensiones del Presidente en el marco de su proyecto político cuando se refiere a la “Universidad verdadera”: “La Universidad del Siglo XXI tiene que ser la Universidad Socialista”.

Discurso de un Ministro, cargado de lugares comunes, mentiras, ignorancia y perversidad, cuando afirma que nuestra universidad autónoma ha secuestrado el debate y es neoliberal, dependiente del imperialismo y de la oligarquía, cuales fantasmas que perturban sus sueños de modo obcecado; cuando señala, como uno de los logros de la revolución, que Venezuela tiene en estos momentos una tasa de matrícula de educación universitaria por encima del 85%, como si nosotros no conociéramos la verdadera realidad en esta materia, con estudios serios que desmienten categóricamente esa aseveración, al igual que los muy cuestionables resultados de la Misión Sucre tanto en el plano cuantitativo como en el cualitativo; cuando sobredimensiona la importancia que tiene para la Universidad y el país la docencia de pregrado (y resalta, sin fundamento en la realidad, que tenemos entre dos millones y dos millones doscientos mil estudiantes universitarios), sin darle la debida importancia a la calidad y sin destacar, por cierto, el peso que debe tener en esta institución la docencia de postgrado y la investigación; cuando confunde el derecho al estudio con el derecho a una educación de calidad como factor de inclusión social; cuando generaliza, seguramente pensando en determinadas carreras de la UCV y de otras instituciones, que los planes de estudio de las universidades permanecen iguales desde hace 20 ó 30 años, descalificando además, tildándolos de orientación neoliberal, aquellos que sí han logrado evidentes cambios importantes; cuando sostiene que la Universidad del Siglo XXI es la Universidad Socialista, con la mente fija en un proyecto político que, de acuerdo a lo que sabemos de él en 11 años del actual régimen, es, por su naturaleza, negador precisamente de la Universidad digna, de la Universidad autónoma, de la Universidad como ámbito plural de cultivo y difusión del saber, consustanciado con el diálogo, la tolerancia y el respeto, y como baluarte fundamental en la lucha por la democracia y la libertad; cuando no dice nada acerca de la responsabilidad gubernamental por los graves problemas presupuestarios que hoy padecen nuestras universidades, los cuales perturban sobremanera el ejercicio de su autonomía y el cabal cumplimiento de sus funciones; cuando igualmente no dice nada sobre el secuestro gubernamental de varias universidades, donde el nombramiento de sus autoridades y la dinámica de su vida se decide al pulsarse un botón por el líder supremo instalado en Miraflores; cuando dice que el actual Presidente es el presidente de los estudiantes, olvidando en esto la cantidad de estudiantes vejados, encarcelados, perseguidos y repelidos con “gas del bueno” por el simple delito de manifestar en defensa de sus legítimos derechos como ciudadanos; cuando omite en sus palabras la referencia al deterioro de la calidad de vida del personal de las universidades por el incumplimiento de los respectivos compromisos por parte del Gobierno.

Es hora de pasar de la espera en la pura espera a la acción, abrirnos más a un tiempo de quehacer, tanto para defender como para fortalecer a nuestra universidad autónoma. Digamos, parafraseando a Freire: desconfiemos de quienes nos digan "Es peligroso hacer, Es peligroso hablar, Es peligroso andar..."

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