viernes, 9 de abril de 2010

No al paralelismo sindical en las universidades

PARALELISMO SINDICAL

Absalón Méndez Cegarra

El movimiento sindical en todos los países del mundo acusa, todavía, el castigo de los cambios sucedidos en los mercados de trabajo hacia la década de los años 80, como consecuencia de la flexibilización y desregulación de las relaciones laborales, lo que permitió, en la práctica, el surgir de relaciones laborales atípicas y el fomento del trabajador por cuenta propia, con la consecuente pérdida de importancia de la contratación colectiva y de los sindicatos como la modalidad organizativa más importante del movimiento laboral e instrumento de lucha de los trabajadores. A este fenómeno desregulador contribuyó de manera significativa, bien como factor determinante o como resultado, los cambios en la esfera política, entre los que podemos señalar la caída del muro de Berlín, la destrucción de la URRS , el debilitamiento de los partidos comunistas y socialdemócratas y, junto con ello, la casi desaparición de las organizaciones sindicales más importantes a escala internacional.
Venezuela, no fue excepción, en la experimentación de estos cambios. En nuestro país, como en muchos otros, el sindicalismo se fortaleció con la consolidación de los partidos políticos, principalmente, los de orientación comunista, socialdemócrata y de la democracia cristiana; también, podría pensarse a la inversa, los partidos se consolidaron como resultado de una clase obrera militante que dio vida y contenido ideológico a las organizaciones partidistas al punto de establecer su sello distintivo.
Una nota característica del movimiento obrero o laboral mundial es lo que se ha conocido como “internacionalismo proletario”, surgido al calor de las luchas obreras y de los ideólogos del socialismo (Carlos Marx. Manifiesto Comunista). Se entiende por tal, un pensamiento y un espíritu de lucha que une y vincula a los obreros o trabajadores del mundo.
Los grandes esfuerzos del sindicalismo internacional se materializan en las luchas por los derechos y reivindicaciones de la clase obrera mundial, sin distinciones de ninguna naturaleza, aun cuando los trabajadores militen en movimientos ideológicos diferentes. Los convenios y recomendaciones de la Oficina Internacional del Trabajo, así como la legislación laboral de buena parte de los países miembros de la OIT , dan cuenta de la histórica lucha laboral.
Los venezolanos hemos presenciado durante los últimos diez años la ocurrencia de una serie de cambios que han dado al traste con una arquitectura económica, política, social y cultural construida a lo largo de la historia de Venezuela durante varias centurias. .Algunos cambios, muy pocos, sin duda alguna, se nos presentan como positivos. La mayoría, han estado y están orientados hacia la destrucción nacional. En este empeño destructivo debemos ubicar la estrategia gubernamental por aniquilar las organizaciones políticas policlasistas y el movimiento obrero y trabajador de igual signo, incorporado en las conocidas Confederaciones, Federaciones y Sindicatos de Trabajadores.
En Venezuela, sería absurdo decir que hemos tenido un movimiento obrero unificado; pero, las separaciones ideológicas no han sido obstáculo para la lucha común; por otra parte, el fraccionalismo sindical, aunque existente, es una práctica fuertemente condenada por todos los sectores.El gobierno nacional actual, como ningún otro en la historia nacional, auspicia, fomenta, apoya, financia y organiza un movimiento laboral de pensamiento único, vinculado fuertemente al partido de gobierno y de orientación fraccional. Tal movimiento ya ha dejado sus víctimas debilitando casi hasta desaparecer a las organizaciones sindicales de mayor fuerza en el país y de mayor raigambre en el seno de los trabajadores, tal es el caso de los sindicatos petroleros y de las industrias básicas de Guayana. Cuando la obra destructiva de estas organizaciones, al parecer, está por concluir, la mirada se orienta, ahora, hacia la organización de los trabajadores de la educación, principalmente, de la educación superior, pasando, por supuesto, como era de esperarse, por el control y sumisión patronal del movimiento organizado de los empleados públicos. Primero, fue la conquista de la vieja, combativa e histórica Asociación de Empleados Administrativos (AEA) de la UCV ; para avanzar luego, a paso de vencedores, a la aniquilación de las organizaciones de los profesores de las Universidades Nacionales, con un falso discurso unitario y comprensivo de todo el sector laboral de las Universidades. El ataque directo es a la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV), la cual agrupa 18 asociaciones de profesores y más de 40.000 profesores. Los esquiroles de turno son las organizaciones conocidas con las siglas FENASINPRES, FETRAUVE y FENASTRAUV, las cuales auspician con su mandante (MPPES) la firma de la Primera Convención Colectiva. Estas organizaciones deben saber que la FAPUV no se arrodilla y que se opondrá, en cualquier terreno, al paralelismo sindical, haciendo valer su condición de ente gremial representativo de los profesores universitarios de Venezuela. Si las cláusulas de este Proyecto de Convención se aprobasen, sería necesario asignar a su cumplimiento la totalidad y más del presupuesto universitario. Fraccionalismo, entreguismo y demagogia pura.

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