domingo, 6 de marzo de 2016

Carta de Orlando Albornoz a Pablo Gentili, Secretario Ejecutivo de CLACSO

Caracas 6 de marzo de
Dr. Pablo Gentili
CLACSO / Secretario Ejecutivo

Saludos Pablo. He leído con interés la defensa pro domo sua que haces del antiguo presidente de Brasil, Lula Da Silva, de fecha ​04 de marzo de 2016 (​http://www.clacso.org.ar/difusion/mensaje_2016_2.php) Escribes señalando que “Lo hago convencido de mi deber como responsable de una de las mayores redes académicas del mundo”

Ciertamente la detención de Lula tiene el componente de un show, típica estrategia destinada a desacreditar, más que a hacer justicia, ante un supuesto delito. Pero Lula es noticia y la misma le dará la vuelta al mundo, despertando el morbo de quienes creen que los políticos son ladrones de oficio.

Lula dibuja en Venezuela un perfil poco grato, al menos para mí, pues venia al país a apoyar políticamente a Chávez y a hacer lobby de intereses empresariales de Brasil. Tenía cercanía con Chávez y al parecer genuino afecto, tanto que alguna vez afirmó que la coincidencia histórica de su gobierno con los de Hugo Chávez en Venezuela y Néstor Kirchner en Argentina fue "como si estuvieran Pele, Messi y Maradona en el mismo equipo".

Al final de tu encomiable comunicación, que amparas bajo el paraguas de la CLACSO, si bien interpreto la tuya como una postura política personal, pues habrá muchos miembros de tan excelente organización que no comparten tus puntos de vista y comprometer así a CLACSO no le hace ningún favor a la organización -pero esta es mi opinión, tú habrás calibrado tal circunstancia. Del modo que sea terminas señalando que “…..estoy seguro que serán muchos los que sumarán su grito de indignación ante una ofensiva que no conseguirá disminuir nuestra energía militante ni nuestro compromiso inquebrantable con las luchas por la transformación democrática de América Latina”. Inclúyeme entre los indignados, pues en Venezuela estamos bajo un conflicto de poderes que viola los principios de la democracia, ya que el presidente Nicolás Maduro ha desarrollado una estrategia para desconocer a la Asamblea Nacional, cuyo control perdió en elecciones el pasado mes de diciembre de 2015. Ello a pesar de la agresiva propaganda que desplegó el gobierno, en costosas operaciones electorales en las cuales al parecer han participado asesores brasileros.

Dicho sea de paso, ha comenzado en Venezuela un movimiento de opinión que parece crecer por parte de quienes solicitan que Maduro renuncie y éste dice que, lógico, ‘de aquí no me saca nadie’, una bravuconada tan efectista como inútil. Mi criterio es, sin embargo, que debe respetarse el periodo de Maduro y así lo he hecho saber públicamente, porque el trauma de desplazarlo del poder es mayor que los beneficios, si alguno. Hay que permitirle seguir sus políticas, equivocadas como son, pero él fue electo y debe terminar su periodo. Maduro asume el estereotipo de un dictador mí querido amigo, además de inepto, porque ha perdido el capital político que le entregó su protector Hugo Chávez, quien contrariando los principios de la participación democrática le designó, mediante el ‘dedo dinástico’, como decimos en Caracas, como su sucesor.

Pablo, hace ya tiempo que Maduro abandonó un comportamiento democrático, como jefe de estado. En las últimas semanas ha tomado decisiones sorprendentes, pues firma a nombre de la república contratos neoliberales con intereses rusos, canadienses y chinos, entrega una porción de nuestra empresa petrolera a la fuerza armada, propone ideas de difícil aplicación, como creer que un país de 30 millones de habitantes puede alimentase con producción agrícola urbana, y calla sobre las numerosas acusaciones sobre su persona, desde su nacimiento, como su comportamiento en La Habana, cuando el fallecido líder Chávez sufría las últimas semanas de su agonía, cuando Maduro hizo el papel de impostor, inventando conversaciones con quien ya estaba imposibilitado de hacerlo, para no mencionar las supuestas conexiones –aún en la etapa del juicio en un tribunal de Nueva York- de familiares de la esposa del presidente con narco tráfico internacional.

La población está en este momento en modo de rechazo de Maduro y este es no solo impopular sino que tiene ya el rostro del caudillo arbitrario que ya no gobierna, sino que manda, en el mejor de los casos, prisionero de intereses innombrables y que avanza en un intenso proceso de desestabilización institucional. Maduro impone un discurso político contradictorio vinculado con un más que injustificado culto a la personalidad. El mundo de las ideas se deprime y nuestra comunidad académica se aísla y empobrece. Las universidades son una prueba de ello, y la fuga de talento disminuye las posibilidades para el desarrollo del país. La universidad de nuestro país es la universidad que los venezolanos no reconocemos, es la universidad del chileno Roberto Bolaño (1953-2003): La universidad desconocida (2007). Nicolás Maduro, ahora en los inicios del siglo XXI al igual que otro gobernante venezolano de ciertas fascinantes características comunes, de inicios del siglo XX, Juan Vicente Gómez, no ha sido amigo de la universidad, para él una desconocida. Ello es lamentable, porque si alguna institución necesita el millón de amigos de Roberto Carlos es la universidad, que sin amigos se marchita. En Venezuela, además, La desigualdad social y la pobreza aumenta, lo mismo que la inseguridad personal y la explotación de la población que sufre la injusticia de quienes pensaron más en su proyecto que en la nación. Todos somos víctimas de una inflación incontrolada, escasez de productos de consumo diario incluyendo alimentos y medicinas, abandono de la salud pública y una escolaridad que promueve las ventajas de los ricos y patrocina una baja calidad de la escuela para los pobres. De este modo se configura en Venezuela una crisis humanitaria, cruelmente democrática, porque nos afecta a todos, como señalé, excepto a los miembros de la nomenklatura y de la vieja y nueva burguesía venezolana, que no carecen de nada.

Los ideales de Chávez han naufragado en manos inexpertas y tal fracaso castigará es a quienes más necesitaban su voz, de reclamo para mejorar las condiciones de las salvajes desigualdades de nuestra sociedad. Ojalá que una voz como la tuya exprese la misma indignación, en relación a un país que, me consta, has visitado con gusto así como experimentado su fibra revolucionaria, ya consumida en el fuego fatuo de los intereses inmediatos de quienes nos mal gobiernan.
Cordialmente, Orlando Albornoz
Según el principio del caso te agradezco tomes mi comentario como una réplica y la hagas llegar a quienes recibieron tu propio mensaje. Gracias, O.A.

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