lunes, 16 de enero de 2017

Déficit de profesores dificulta integración de materias del nuevo currículo

Gabriela Rojas / María Victoria Fermín
16/01/2017

Cinco años de bachillerato y en su boletín de calificaciones no hay espacios en blanco: 14, 15 y hasta 16 puntos aparecen en las casillas de materias como Física y Química. Tiene la nota pero no los conocimientos porque esas dos materias nunca las ha visto por falta de profesor. Adriana R. (nombre en reserva), estudiante de 16 años de edad en un liceo de Cagua, explica que las notas de esas materias se promediaron con el resto de sus calificaciones y como tiene habilidades para las áreas de lenguaje, historia e idiomas le permitió aprobar las científicas. “Ni siquiera sé si soy buena en las ciencias porque nunca las vi”, señaló.

Adriana dice que estudió por su cuenta la tabla periódica de los elementos con ayuda de su papá y sabe algunas cosas de física porque uno de sus tíos estudió esa carrera en la universidad y le explicaba lo básico. “Lo que aprendí no lo sé por el liceo”.

Esta misma historia la repiten, por lo menos, cuatro estudiantes de diferentes colegios públicos y privados entrevistados para esta nota. Todos pueden afirmar que pasaron de año sin haber visto nunca una o más materias. Gabriel D’ Aquino estudia quinto año en un liceo de Los Chaguaramos. Llegó al último año de bachillerato sin ver Química y aprobó cuarto año sin cursar nunca Educación Física. En segundo año vio Inglés a medias, pues el profesor renunció y la evaluación final fue resolver un crucigrama. “No sé qué esperar de esas clases. No tuve problemas porque el idioma lo sabía por mi cuenta”. Lo mismo le pasó con computación: “Nos dieron herramientas de Office, pero en el salón todos tenemos un manejo de computación mayor que eso”, dice el joven, que quiere ser programador.

Problema de fondo. Uno de los aspectos más resaltantes de la propuesta de transformación curricular que rige a partir de este año fue la agrupación por áreas de conocimiento de las materias. El plan de estudio plantea ocho áreas de formación común: ciencias naturales, lengua, educación física, lengua extranjera, matemática, memoria, territorio y ciudadanía, orientación y convivencia; todas cursadas por los alumnos en cada sección.

Las otras tres áreas de formación son las del llamado “Grupo Estable” que contiene acción científica, social y comunitaria; actividad física, deporte y recreación; y participación en producción de bienes y servicios. Estas se organizan por el interés y afinidad de los estudiantes de distintas edades y niveles que trabajan en un mismo grupo. El tópico de arte y patrimonio forma parte tanto del área común como del grupo estable, lo que puede ser un problema metodológico para la evaluación.

Sin embargo, en la práctica el problema no es unificar las asignaturas, sino encontrar a los profesores que van a asumir este nuevo esquema, dado que el déficit de docentes es un punto que desde hace más de diez años vienen alertando los gremios y la Academia.

En la Unidad Educativa Nacional Juan Lovera, en Macarao, comenzaron a aplicarse este año escolar las modificaciones de la reforma curricular. Una profesora especialista en Biología ahora debe también asumir contenidos de Física, Química y Ciencias de la Tierra, agrupadas en el área de Ciencias Naturales. Otro educador del plantel, que prefirió no revelar su nombre, contó que sus colegas confiesan que al impartir las clases continúan haciendo mayor énfasis en la rama del conocimiento en la que ellos se formaron. Los profesores que anteriormente dictaban asignaturas como Dibujo Técnico, Contabilidad e Informática, ahora fueron asignados para dar clases de Ciencias Naturales, Matemáticas y Educación Física. “Eso es como avalar la piratería”, opinó el docente.

En octubre del año pasado William Brom acudió al liceo. El funcionario, que se identificó como jefe de la Zona Educativa para Educación Media, les dijo que los profesores de Educación para el Trabajo debían asumir otras áreas de conocimiento porque era la necesidad del plantel, señaló el docente. Ante el desacuerdo de algunos, Brom indicó que la primera palabra en sus títulos de grado era “profesor”, por lo que no había problema en que ellos dictaran cualquier contenido.

Antes de la implementación del currículo ya presentaban un déficit de profesores para atender a una matrícula de más de 1.200 estudiantes de bachillerato, pero ahora la carencia es mayor. “Educación Física antes eran 2 horas a la semana; ahora son 6 horas. Eso hizo que la plantilla de profesores no sea suficiente para todas las secciones. Un profesor que daba Contabilidad, ahora va a dar esta materia y aún así hay grupos que van a quedar sin verla”, explicó.

Añadió que hubo profesores que renunciaron ante la obligación de asumir una materia que no dominaban. “Una compañera le preguntó al representante del ministerio por qué no habían comenzado esa transformación por los pedagógicos y escuelas de Educación, y qué pasaría con los que se estaban graduando en esas asignaturas que eliminaron. Él solo respondió que no habían podido entrar a las universidades”.

Las estadísticas de ingreso a las escuelas de Educación esbozan las dimensiones del problema. José Francisco Juárez, decano de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Católica Andrés Bello, explicó que en 1999 esa escuela tenía una matrícula promedio de 1.700 alumnos, pero para el período académico 2015-2016 apenas registró 620 estudiantes.

En la Universidad Pedagógica Experimental Libertador los datos muestran una tendencia parecida. En las materias científicas como Física y Matemática egresan 2 o 3 docentes por promoción y la situación es crítica en Inglés, dado que renunciaron 9 docentes y solo se llenaron 4 vacantes.

Concepto avanzado, realidad desfasada. Impartir contenidos bajo la lógica de las áreas de conocimiento es una tendencia mundial que reconoce la integralidad del aprendizaje como un recurso útil que da mejores resultados. Leonardo Carvajal, docente e investigador, explica que desde el punto de vista técnico-teórico es una buena modificación, pero la realidad es que el déficit de docentes ronda 50%, especialmente en las asignaturas científicas e Inglés.

“Es un problema que está cuantificado desde 1996, cuando el déficit era de 10%. Si era así hace 20 años y calculamos que efectivamente la matrícula en el nivel medio se ha incrementado y el crecimiento demográfico también ha sido acumulativo, es probable que en esas áreas el déficit esté en 50% o incluso peor”, señala Carvajal al considerar el cálculo que resulta entre el número de estudiantes, las secciones en las que se agrupan y la cantidad de horas-profesor que cada grupo requiere. “Sencillamente la cuenta no da, así pongas a los profesores a dar clase individual o en equipo, la falta se nota porque la magnitud es muy grande. Ese mismo profesor debe dedicarle las mismas horas de Biología, Física o Química, así estén agrupadas”.

El educador recuerda que la adecuación por áreas de conocimiento no es tan novedosa como parece. Tiene un antecedente que data de la reforma curricular de 1997 que se hizo durante el gobierno de Rafael Caldera en el que se cambió el concepto de asignatura por áreas de estudio en el nivel de primero a sexto grado.

Micromisión. El Ministerio de Educación reconoció el déficit y tomó algunas medidas. En julio de 2014 anunciaron la Micromisión Simón Rodríguez, un programa para formar docentes ya graduados que quisieran hacer una especialización, con énfasis en las áreas de Física, Química, Matemáticas y Ciencias Naturales. En el lanzamiento, el entonces ministro de Educación, Héctor Rodríguez, dijo que el déficit rondaba entre 1.100 y 1.500 maestros. La primera cohorte abrió con un curso que tenía capacidad para 5.000 profesores. Durante el proceso de inscripción, Rodríguez aseguró que se presentaron 38.000 docentes para formarse en una segunda mención.

El objetivo de la micromisión es facilitar los estudios de segundo nivel de los docentes, uno de los embudos que los licenciados denuncian como un paso difícil de superar por los costos de los posgrados, los horarios y la dedicación que requieren. Dos años después de implementar la misión, el déficit continúa. En una entrevista transmitida la semana pasada en VTV, el coordinador de la micromisión, Franklin Estévez, aseguró que próximamente se convocará a la segunda cohorte de profesores. Las especializaciones se cursan viernes y sábado en 140 centros de formación en el país, bajo la orientación de 164 tutores y 675 facilitadores. Estévez precisó que hay 6.300 participantes, apenas 16% de los que se registraron en 2014, según la cifra que dijo el ministro Rodríguez hace dos años.

Ideología y fallas metodológicas

La concentración de materias establece que el área de Ciencias Naturales agrupa las disciplinas de Física, Química y Biología. En el caso de Memoria, Territorio y Ciudadanía unifica materias y contenidos que corresponden a asignaturas como Geografía, Historia y Formación Familiar y Ciudadana, tanto en su enfoque nacional como en el universal.

Luego de la revisión del documento Adecuación curricular en el nivel de Educación Media General, la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello presentó un análisis detallado sobre las observaciones que detectaron como problemas metodológicos y teóricos de la propuesta publicada en Gaceta Oficialen diciembre.

Uno de ellos es que no se proponen ideas precisas sobre el proceso de evaluación de los aprendizajes. “Se limita a referir la necesidad de un nuevo esquema y tipos de evaluación, pero no hay un hilo conductor claro que brinde el entramado conceptual y metodológico necesario para su comprensión, así como su posible desarrollo”.

Señalan que el área de Ciencias Naturales agrupa los contenidos de Física, Química y Biología, pero si bien la relación entre ellas es evidente, “es necesario respetar la esencia epistemológica de cada ciencia, por lo que deben ser atendidas por docentes especializados”.

Se reconoce la necesidad de superar el abordaje parcelado de las asignaturas y, sin embargo, se excluye a la Matemática (es un área en sí misma) y la separan del área Ciencias Naturales. Además, señalan que no se especifican los temas y contenidos que se deben abordar en cada año en esta asignatura.

El documento amplía el análisis hacia otras consideraciones. “En un mundo globalizado debemos conocernos no solo a escala nacional, sino regional y mundial. ¿Un currículo como el planteado permite, por ejemplo, la movilidad de los niños en la región de América Latina? ¿Puede un adolescente venezolano, por cualquier circunstancia, salir de Venezuela y obtener homologaciones de su título de bachiller con sus pares regionales en el área científica? Se corre el riesgo de crear un cerco educativo para los estudiantes venezolanos”, destaca. También se detiene en la imprecisión en los criterios de evaluación, pues la propuesta hace énfasis en la evaluación cualitativa porque critica la escala numérica, pero no proporciona mayores orientaciones metodológicas.

El tema ideológico vuelve a aparecer con el área de Memoria, Territorio y Ciudadanía en el que se integran las disciplinas de Ciencias Sociales. “Implica un nuevo enfoque de la Historia, una visión que se aleja del método que caracteriza a esta ciencia para sustituirla por un abordaje dicotómico dominación/liberación que permea todos los temas, censurando etapas enteras de nuestro proceso formativo”. Advierten que el documento expone como “fervor patriótico” la identificación y compromiso con una parcialidad política, utiliza como referentes éticos los discursos del fallecido presidente Hugo Chávez que se convierten en líneas orientadoras del área

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