sábado, 28 de enero de 2017

Entrevista al rector Enrique Planchart: Ninguna universidad venezolana hoy día merece llamarse universidad

Luisa Salomón
Educación en sombras (1) 
25/01/2017

En sus ocho años como rector de la Universidad Simón Bolívar, el doctor Enrique Planchart ha visto pasar por el despacho de Educación Superior a siete ministros. La experiencia con cada uno de ellos le ha dejado sin altas expectativas ante el nombramiento del más reciente: el hasta hace pocas semanas diputado, Hugbel Roa.

La labor de Planchart en la USB no es sencilla: debe liderar la principal universidad del país en materia científica y tecnológica, en medio de una aguda crisis económica nacional que se une al déficit presupuestario que año tras año, agrava la situación de las universidades autónomas.

En conversación con Contrapunto, el rector comenta los retos que enfrenta la USB, las dificultades para mantener la producción académica andando, y sus expectativas en este nuevo año y etapa.

“Uno de los detalles notables que he visto pasar por el ministerio, es que son unos improvisados todos (…) No he visto ningún ministro que haya venido con algo innovador o unas ideas claras de qué es una universidad y lo que necesita”, afirma.
Planchart señala que, con cada cambio ministerial viene la remoción de todos los equipos de trabajo que pudieran haberse formado en la gestión del ministro anterior, interrumpiendo las pocas iniciativas posibles. Sin embargo, el mayor de los problemas es la falta de conocimiento y seriedad para atender al sector. De hecho, no tiene ninguna experiencia rescatable o positiva de los trabajos con el ministerio: “Desde que yo estoy acá, no”.

Aunque reconoce que no tiene conocimiento sobre el nuevo ministro del sector, sus expectativas son muy bajas, pues nada indica que haya un cambio serio en la política gubernamental con respecto al sector universitario.

“Al ministro actual no lo conozco, pero tengo entendido que nunca ha sido profesor universitario, y nunca ha estado ligado a ninguna universidad”, afirma.

Sí conoce, sin embargo, algunos datos del exparlamentario: “A mí me dijeron que tengo que ir a sus reuniones con un escudo, no vaya a ser que me pegue un micrófono por la cabeza. El tipo tiene fama de ser violento”.

“Ninguna universidad venezolana merece ese nombre”
El drama del presupuesto universitario no es novedad. Hace más de una década que las universidades autónomas reclaman el déficit de recursos para funcionar completamente: no solo graduando estudiantes, pero produciendo académica y científicamente, la verdadera razón de ser de las casas de estudio.

“Eso inició desde hace muchos años, pero la crisis más grave comenzó con el recorte de 2009. Un recorte brutal a todas las universidades, y nunca nos recuperamos”, explica.

El Movimiento Estudiantil lideró en ese año una serie de protestas destinadas a exigir aumentos presupuestarios, con el apoyo de los rectores agrupados en la Asociación Venezolana de Rectores Universitarios. Pese a las movilizaciones de calle y la atención lograda, no hubo respuestas reales.

“Para el año 2017 presentamos un presupuesto, siempre nos piden hacer un trabajo sobre las necesidades de la universidad, y lo que recibimos es un 15% de lo que necesitamos. Este presupuesto nos va a permitir pagar sueldos y salarios, providencias estudiantiles por tres meses. Y eso ha sido así en los últimos 5 o 6 años”, señala.

En este sentido, Planchart considera las acciones del ministerio como parte de una política gubernamental de “mantener fregadas, por decir coloquialmente” a las casas de estudio, otorgando los recursos mínimos, mes a mes, con créditos adicionales y a discreción ministerial.

“De manera que para investigación, para laboratorios, para biblioteca: cero. Todo viene controlado. No nos dan un presupuesto que podamos administrar y distribuir. Nos viene a cuentagotas, mes a mes, para que la universidad no cierre”, sentencia.

A partir de marzo, la situación del presupuesto quedará completamente en manos del ministro, pues en las universidades ni siquiera está claro el proceso de aprobación de los nuevos fondos.

“Eso no pasa por la asamblea. Yo no sé cuál es el mecanismo. Es un mecanismo, para mí, misterioso. Cuando la crisis es muy grave, el ministerio aparece con el dinero”, dijo.

De cara a esta realidad, el rector espera la misma situación para este trimestre y este año: “Pasaremos dos o tres semanas sin transporte, la universidad cerrada, y luego aparecerá el dinero.Todo se pinta igualito, o peor”, señala.

La consecuencia directa de esta política es el cierre técnico de las universidades, ante la escasez de recursos para desarrollar proyectos e investigaciones en favor del país.

A mediano y largo plazo, los efectos son “suicidas” para el país, según el rector, quien destaca el rol universitario en la construcción de futuro y considera “absolutamente deprimente” el estado actual de las casas de estudio y el maltrato que reciben desde el gobierno.

"Lo que se está cometiendo en Venezuela es un atentado contra la juventud venezolana, y contra la posibilidad de que Venezuela algún día pueda recuperarse y ser un país autosuficiente y un país que no dependa tanto de un solo producto, como es el petróleo, que hoy en día ni siquiera se está vendiendo bien", afirmó.

La autonomía universitaria, otrora símbolo de la educación y academia libres, ya no existe para el rector, con un ministerio que decide absolutamente todo el manejo financiero y de recursos de las casas de estudio. “La autonomía universitaria se acabó hace años”, asegura.

Y es que las universidades ya ni siquiera deciden sobre los beneficios que, entre la crisis, tratan de mantener a los profesores. En el caso de “la Simón”, el 28 de diciembre recibieron una notificación sobre la cancelación del servicio de salud de sus profesores, que se consideraba “muy bueno” para la crisis, pues por orden universitaria todos los seguros pasarán a la compañía Seguros Horizonte, una desmejora para el servicio de la USB.

“El que decide donde pone el dinero es el ministerio. ¿Qué autonomía le queda a la universidad?”, sentencia Planchart.

Radiografía de una USB sin recursos

A nivel de recursos, los servicios más afectados para la calidad académica de la universidad son la biblioteca y los laboratorios, la médula espinal de la producción científica.

Desde 2009, con el recorte quedó suprimido el presupuesto de la biblioteca, lo que se traduce en más de siete años con publicaciones y revistas desactualizadas, que impide el desarrollo académico.

“Éramos la principal biblioteca del país en cuanto a ciencia y tecnología. Le brindábamos servicio a todas las universidades del país y a todos los investigadores del país. Eso se acabó”, señala.

En los laboratorios, la situación es similar, por falta de mantenimiento y reposición de equipos. “Están cayéndose a pedazos”, comenta.

“En Venezuela no puedes comprar insumos para los laboratorios. Hay aparatos que no solo que se hacen obsoletos, sino que se dañan y necesitan repuestos, y todo eso depende de las divisas. A nosotros sistemáticamente nos han negado las divisas”, agrega.

En Biología y Química utilizan cerca de 200 microscopios, que requieren un mantenimiento mínimo para garantizar su funcionamiento. Equipos más avanzados suelen quedar paralizados por falta de repuestos.

Recientemente, comentó el rector, una máquina de resonancia magnética pudo reactivarse porque un profesor realizó un viaje y compró una tarjeta que se había dañado y hacía falta para su uso.

Esto de traduce en la imposibilidad para los estudiantes de realizar prácticas de laboratorio completas, como se podía hacer hace 15 o 20 años.

“Ese egresado de hace 15 años tenía una experiencia de laboratorio enorme, de trabajar con sus propias manos. Eso simplemente muchas veces en las prácticas se reduce a ver a alguien que esta haciendo el experimento”, señala el rector.

Para los estudiantes, los servicios fundamentales de transporte y comedor, presentan deficiencias también, tan graves que pueden generar –y lo han hecho– suspensiones de clases.

“Tanto Sartenejas, como la sede litoral, quedan lejos de la ciudad. El del Litoral está en Camurí, también está lejos. Depende del transporte de la universidad. Si no hay dinero para el transporte, los autobuses están parados, los estudiantes no pueden llegar, y los profesores tampoco, porque muchos dependen del transporte”, explica.

De hecho, el trimestre pasado culminó el 23 de diciembre, pues la universidad se vio en la obligación de extender actividades por dos semanas, para compensar una suspensión por los problemas de transporte.

Empresas mantienen las investigaciones

La producción académica que mantiene la USB existe gracias a proyectos conjuntos con empresas estatales y privadas, que pagan por investigaciones y desarrollos para sus proyectos.

Pdvsa, Corpoelec o Polar son de las grandes empresas que encargan investigaciones a la universidad, así como pequeñas empresas que requieren apoyo en diseño o desarrollo.

“Eso que pagan nos sirve para alimentar el decanato de investigación y desarrollo”, explica Planchart.

Los proyectos con empresas del Estado eran comunes, pero terminaron por un tiempo, y luego fueron renovados ante la incapacidad de Pdvsa, por ejemplo, de desarrollar sus propias investigaciones.

“El Intevep lo destruyeron. Durante 3 o 4 años nosotros no recibimos ningún encargo de Pdvsa de hacer investigaciones para ellos. Pero después se dieron cuenta que no tenían quien les hiciera nada. Y han tenido que venir otra vez a la USB a pedirnos que los ayudemos. Y siempre lo hacemos”, cuenta.

Sin profesores no hay universidad

Si hay una situación que preocupa ante todo al rector, esta es la fuga de talentos.

“Cualquier universidad del mundo la hacen sus profesores. No lo hacen ni los jardines, ni sus edificios, ni los estudiantes, ni los trabajadores”, pues son los profesores quienes, además de formar a los nuevos profesionales, desarrollan investigaciones y proyectos.

Sin embargo, pese a su importancia para el futuro y funcionamiento universitario, los profesores reciben un salario bajo, equivalente a unos 100 dólares, mientras en países como Colombia pueden ganar entre 4.500 y 6.000 dólares mensuales por su labor.

“Hemos perdido más de 500 profesores en muchísimo tiempo”, explica Planchart.

La formación y trabajo de calidad de los venezolanos no pasa desapercibido, y muchos países de la región, que invierten en educación, han aprovechado la situación crítica para cazar talentos y llevarlos a sus naciones.

“El rector de la Universidad de Los Andes de Bogotá, el doctor Navas, a quien conozco y es amigo mío, me da las gracias”, relata el rector, pues todos los trabajos de venezolanos en esa casa de estudios han influido en su ascenso en los rankings internacionales.

“Y lo le digo, ‘no me sigas quitando tanta gente, porque me vas a dejar en la carraplana, ya me tienes en la carraplana’”, agrega.

Con Ecuador es la misma historia. El gobierno ecuatoriano creó un proyecto llamado Prometeo, que busca atraer talentos de Latinoamérica para hacer sus doctorados.

“Con ese programa, de aquí se llevaron por lo menos 40 profesores”, señala el rector.

La universidad se mantiene gracias a los profesores que se han quedado –“son unos verdaderos héroes”, afirma Planchart– y a la contratación de profesores jubilados por horas y de recién egresados, que tienen el conocimiento pero no necesariamente la suficiente experiencia.

“Debemos tener unos 800 profesores, pero no es lo mismo”, explica.

La medida que toma la universidad es pedir a los profesores que colaboren con estos contratados, para garantizar que la formación teórica, al menos, mantenga su calidad.

“En muchas otras universidades ha ocurrido que los profesores se van de la universidad, pero se quedan trabajando en el lugar, pero en la nuestra no. Se van del país. No los pierde la universidad, los pierde Venezuela”, lamenta.
Universidades “socialistas” son “tremenda patraña”

“Todo esto que ha inventado este gobierno de estas nuevas universidades. Es una mentira. Es una tremenda patraña. De ahí no sale nada que pueda producir. Puede salir gente que sea empleado del gobierno. Pero gente que vaya a producir, a generar riqueza, a generar conocimiento, generar bienestar para la sociedad, no”, afirma Planchart.

Desde su labor en la USB, el rector ha tenido la oportunidad de intentar proyectos conjuntos con universidades públicas, pero las experiencias han sido “horribles”.

Recientemente, relató que tuvo contactos para trabajar con el profesor William Vanegas, quien era el rector de la Universidad Rafael María Baralt de Cabimas, estado Zulia.

Cuando la Simón Bolívar creó un nuevo instituto llamado “Didactrón”, enfocado en la enseñanza de la ciencia, Vanegas contactó al rector Planchart, y juntos comenzaron a trabajar en un proyecto para la creación de un instituto similar en Cabimas.

“Se empezó a trabajar en una asesoría global a la universidad y el rector encantado. Eso fue en junio, en el mes de julio mi personal fue para allá, presentaron el informe. Quedamos incluso en que íbamos a establecer una serie de talleres y cursos para los profesores de esa universidad”, relata el rector, quien señaló que incluso las instalaciones de esa casa de estudios tienen laboratorios mejores “pero no los saben usar”.

Todo el proyecto murió antes de empezar, pues en agosto, “de un día para otro”, el rector Vanegas fue sustituido, sin aviso previo ni explicaciones.

“¿Por qué lo volaron? Todos esos rectores son nombrados por el ministro a dedo. ¿Él se estaba acercando demasiado a una universidad no bolivariana? ¿Se estaba contaminando con otras ideas?”, preguntó.

Las soluciones pasan por un cambio de política

Ante la grave crisis que atraviesa el país, y por lo tanto la universidad, el rector Planchart es claro: “Tiene que venir un cambio en las políticas del país. Un cambio en que se entienda que la universidad y todo el sistema educativo es la principal fuente de riqueza del país”.

El petróleo y las riquezas naturales no sirven de nada si no hay una población talentosa y formada que produzca. “Hay que formar a los jóvenes”, dice.

“Nosotros ya estamos educados. Yo voy a cumplir 80 años en 2 meses. Yo me formé en la USB, hice mi postgrado en Berkeley (Estados Unidos), hace una pila de años, hice otros estudios. ¿Qué oportunidades tienen los jóvenes de ahora? Simplemente no tienen ni para comer”, afirma.

En un país donde hay gente que no tiene que comer y además hay una situación de lucha de poderes que mantiene al país inestable, entre una Asamblea Nacional que no reconoce al presidente, y viceversa, es poca la esperanza que puede haber.

“Como dicen, se subió la gata a la batea (…) ahora que tenemos esta lucha de los poderes, la posibilidad de que este país se enderece, está muy lejos. Es muy preocupante, independientemente de que simpatices con un lado o con el otro, lo que está pasando es terrible. Y simplemente el país va a paralizarse, no va a funcionar”, advierte.

Aún con todas las trabas, recientemente el rector Planchart visitó Israel, invitado por la Universidad Hebrea de Jerusalén, pues todavía la USB es la principal universidad en materia científica en el país. Y su labor sigue siendo reconocida.

Pero la crisis no puede evadirse completamente, y “como Venezuela está hundiéndose, la universidad también se está hundiendo”.

“Si el país no da a los jóvenes la posibilidad de superarse, el país va a seguir hundiéndose, hundiéndose y hundiéndose”, sentencia.

Desde las afueras de la casa rectoral, justo antes de despedirnos, surge la pregunta más lógica ante el panorama que viven las universidades:

–¿Piensa usted irse, profesor?

–Cuando yo me fui a estudiar a Berkeley, me ofrecieron un cargo en una universidad cercana. Podría haberme quedado dando clases y haciendo investigación en Berkeley. Y a mí me pareció absurdo. Yo decía: ‘yo me vine a estudiar aquí para volver a trabajar en Venezuela’. Y me vine. Y aquí me quedo. Y si tengo que quedarme 20 años más, aquí estaré luchando por la universidad

2 comentarios:

  1. Lo que nos comenta el Rector Enrique Planchart es el día a día de todas las "Universidades" (todavía las llamamos así por la costumbre) del país.
    Los funcionarios del régimen (Los "ministros" de lo que sea) no es que sean "improvisados", es que, el propósito, el objetivo o la razón, por la que ejercen el cargo de "ministro", en este caso, ministro de educación superior, no tiene nada que ver con la Academia, la Investigación, la Ciencia o la Tecnología. El propósito es claro: destruir las universidades. Y es en serio, van 18 años de destrucción continuada. Pero, el asunto es que nadie lo quiere ver. Abran los ojos y llamen las cosas por su nombre. Eso sería un buen comienzo para salir del Castro-Comunismo. Zenaida Guanchez.

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