En un momento en el que una vez más se coloca sobre el tapete el debate acerca del tema del ingreso de nuevos estudiantes a las universidades, así como hemos hecho mención de planteamientos diversos de otros autores en este espacio, es oportuno rememorar también lo que nos decía 47 años atrás el Rector Francisco De Venanzi, en su Mensaje al Claustro:
"El continuo aumento de la demanda de educación universitaria así como la necesidad que tenemos de que continúe el proceso expansivo antes mencionado, crea una serie de dificultades que han de ser superadas para que se logre incrementar las oportunidades para el estudio, y mantener al mismo tiempo niveles de formación que sean verdaderamente significativos para preparar personal capacitado. En la estructuración de una política universitaria definida sobre esta materia, conviene dejar sentadas tres premisas fundamentales.
La primera de ellas es dejar establecido que las actuales Autoridades Universitarias consideran necesario que se produzca en el país una considerable expansión de la educación superior. Esta firme creencia está relacionada con el criterio de que es indispensable para el progreso de una comunidad, disponer de los equipos de egresados universitarios que puedan poner en marcha y dar impulso a los mecanismos cada vez más complejos de la estructura social. Si esto es cierto para las naciones que han alcanzado un nivel avanzado, lo es mucho más aún para los países subdesarrollados como el nuestro. El descuido en que se mantuvo la educación universitaria en los años de la dictadura nos llevó a poseer uno de los índices más bajos de educación universitaria registrados en las naciones latinoamericanas.
La segunda premisa es la necesidad de que la educación universitaria se fortalezca en calidad para que la preparación que se adquiera en las Universidades sirva los propósitos que teóricamente le están asignados. De nada valdría aumentar considerablemente el número de cursantes si esto se acompaña de una decadencia de la instrucción y de la formación encomendadas a los institutos superiores educacionales. Como ha sido la triste experiencia de algunos de los países del continente, en donde no se ha dado la debida importancia a este fundamental requerimiento, una expansión considerable del alumnado que no se acompañe de un correlativo incremento de profesores capaces y de materiales de enseñanza, conduce a una desvalorización del significado y la importancia social de la educación universitaria.
El tercer y último concepto sobre el cual debe ponerse especial énfasis, es la diferenciación que debe hacerse entre educación universitaria y educación universitaria en la Universidad Central. Se confunde con frecuencia lo que debe pedirse al sistema educativo en general y lo que debe pedirse a la Universidad Central. Nuestro instituto, el más antiguo, el de mayor tradición y el que ha alcanzado más amplio desarrollo, está en el momento actual saturado y sobre él recae la mayor presión en el proceso de incremento de la población estudiantil. Estamos absolutamente de acuerdo en que deben ofrecerse las facilidades para que haya una relación conveniente entre el número de egresados del bachillerato y las posibilidades de estudios avanzados, pero en la Universidad Central sobrevendría una limitación natural determinada por sus características físicas, por las posibilidades de coordinación docente y administrativas y por la misma necesidad de orden nacional de llevar el influjo cultural univsersitario a otras áreas de población. Que esta limitación se produzca en el momento en que se acojan 20.000 alumnos o cuando ingresen 30.000, no interesa para el concepto, lo cierto es que lógicamente ocurrirá en los próximos años" (pp.43-45)
"El continuo aumento de la demanda de educación universitaria así como la necesidad que tenemos de que continúe el proceso expansivo antes mencionado, crea una serie de dificultades que han de ser superadas para que se logre incrementar las oportunidades para el estudio, y mantener al mismo tiempo niveles de formación que sean verdaderamente significativos para preparar personal capacitado. En la estructuración de una política universitaria definida sobre esta materia, conviene dejar sentadas tres premisas fundamentales.
La primera de ellas es dejar establecido que las actuales Autoridades Universitarias consideran necesario que se produzca en el país una considerable expansión de la educación superior. Esta firme creencia está relacionada con el criterio de que es indispensable para el progreso de una comunidad, disponer de los equipos de egresados universitarios que puedan poner en marcha y dar impulso a los mecanismos cada vez más complejos de la estructura social. Si esto es cierto para las naciones que han alcanzado un nivel avanzado, lo es mucho más aún para los países subdesarrollados como el nuestro. El descuido en que se mantuvo la educación universitaria en los años de la dictadura nos llevó a poseer uno de los índices más bajos de educación universitaria registrados en las naciones latinoamericanas.
La segunda premisa es la necesidad de que la educación universitaria se fortalezca en calidad para que la preparación que se adquiera en las Universidades sirva los propósitos que teóricamente le están asignados. De nada valdría aumentar considerablemente el número de cursantes si esto se acompaña de una decadencia de la instrucción y de la formación encomendadas a los institutos superiores educacionales. Como ha sido la triste experiencia de algunos de los países del continente, en donde no se ha dado la debida importancia a este fundamental requerimiento, una expansión considerable del alumnado que no se acompañe de un correlativo incremento de profesores capaces y de materiales de enseñanza, conduce a una desvalorización del significado y la importancia social de la educación universitaria.
El tercer y último concepto sobre el cual debe ponerse especial énfasis, es la diferenciación que debe hacerse entre educación universitaria y educación universitaria en la Universidad Central. Se confunde con frecuencia lo que debe pedirse al sistema educativo en general y lo que debe pedirse a la Universidad Central. Nuestro instituto, el más antiguo, el de mayor tradición y el que ha alcanzado más amplio desarrollo, está en el momento actual saturado y sobre él recae la mayor presión en el proceso de incremento de la población estudiantil. Estamos absolutamente de acuerdo en que deben ofrecerse las facilidades para que haya una relación conveniente entre el número de egresados del bachillerato y las posibilidades de estudios avanzados, pero en la Universidad Central sobrevendría una limitación natural determinada por sus características físicas, por las posibilidades de coordinación docente y administrativas y por la misma necesidad de orden nacional de llevar el influjo cultural univsersitario a otras áreas de población. Que esta limitación se produzca en el momento en que se acojan 20.000 alumnos o cuando ingresen 30.000, no interesa para el concepto, lo cierto es que lógicamente ocurrirá en los próximos años" (pp.43-45)
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