lunes, 23 de mayo de 2016

Ocho caras de cuatro monedas

Luis Porter
21/05/2016

En este artículo voy a utilizar cuatro aparentes opuestos para hablar de educación y libertad. Metafóricamente las veo como cuatro monedas: 1) normativo vs participativo; 2) libertad vs disciplina; 3) educación formal vs educación informal y 4) razón vs sentir.

MONEDA UNO - NORMATIVO VS. PARTICIPATIVO - La planeación normativa, es prescriptiva, alguien decide "lo que debe ser" desde la cúpula. La planeación participativa, en cambio, ocurre por negociación o diálogo para lograr "lo que podemos hacer que sea", desde la base. La forma tradicional de educar ha sido básicamente prescriptiva. A pesar de que en el mercado actual, cada vez se habla mas de trabajo interdisciplinario, en la escuela priva el individualismo sobre la cooperación. Por ejemplo, en mi campo, la arquitectura, se sigue entrenado profesionales prescriptivos, es decir, educados para dar lineamientos, dictar normas. Se le inculca la falsa esperanza de que sus mandatos se cumplirán (por otros). Se estratifica. El arquitecto dibuja un plano para que otros (los obreros), construyan lo que allí se dibujó. El plano, la maqueta, las especificaciones, los presupuestos, etc. son documentos prescriptivos. Una característica de lo prescriptivo es que nunca se cumple. 

En el campo de la planeación, como en el del gobierno (que son la misma cosa) el método normativo, (jerárquico y vertical), continua siendo el dominante, y es el que se sigue enseñando en nuestros posgrados de ciencias sociales. Esto ocurre a pesar de que existen otros métodos mucho mejores, mas avanzados, mas efectivos. Pero los docentes que siguen lo dominante-convencional, lo desconocen y en su confusión, lo rechazan. Vemos como en todas las pirámides que conforman nuestra sociedad, predomina el "deber ser", y todo intenta imponerse por decreto. Se ignora que el plan requiere de muchas manos para que tome la forma de un "proyecto" o "programa" y no haya un vacío entre su concepción y su realización. Son actitudes y criterios opuestos, una cosa es formular y otra es formar. 

¿Cómo se manifiesta lo anterior en nuestra vida cotidiana de académicos? En todos los campos, (incluyendo el de la arquitectura) periódicamente se llevan a cabo congresos, foros y grandes reuniones, sobre el tema de la educación. Si uno lee las memorias o los documentos que producen dichas reuniones veremos que en un lenguaje políticamente correcto, dan recomendaciones que buscan transformar a todas las escuelas de arquitectura del mundo. No son malas ni están equivocadas, solo que son normativas, están hechas por otros para ser aplicadas a estos. Es extraño que todas las asociaciones gremiales ignoren que nadie hará caso a dichas recomendaciones, tomadas por los políticos turistas que por alguna razón inconcebible no se cansan de viajar. Para poder viajar, como se entiende el papel del director, prefieren ignorar que toda imposición genera procesos paralelos, subyacentes o intercalados, o simplemente resistencia y rechazo. Igual se apresuran a asistir al siguiente congreso, en su adicción al turismo gremial, publicando onerosos documentos en papel couche, con rótulos como: "Plan universal de estudios para la arquitectura". Prefieren ignorar, que es una manera de sentirse importantes, que todo plan es único y específico, y que es operado y ejercido por personas cuyos perfiles, formaciones, psicología e intenciones, son diferentes y únicas. Cada programa de estudios, está situado en determinada región, con su historia y su idiosincrasia, con su clima y sus materiales, con su cultura y sus características. De tal manera que el verdadero currículo de una escuela, no lo puede definir un plan de estudios (o currículo) sino que lo conforma su planta académica, y los contenidos serán, indefectiblemente, los que cada profesor trae en su cerebro y corazón. Una escuela o una carrera es tal, cuando su planta académica se reúne periódicamente en seminarios, en reuniones de trabajo formales o informales, para afinar y orquestar, así como actualizar, sus diferentes contenidos y discutir la forma de amalgamar y armonizarlos. Dicho trabajo, si está bien hecho, va dando como resultado un proyecto pedagógico. En cambio, si la planta de profesores es dispersa, desigual, fragmentada, no armónica, no comunicada entre si, ni comunicada con los estudiantes, podrá existir un plan de estudios, (que no es mas que un listado), pero carecerá de estrategias didácticas de operación y por lo tanto, no llegará a ser una carrera, ni tampoco una escuela. 

MONEDA DOS - LIBERTAD VS. DISCIPLINA - La educación de todos, y no la de unos cuantos, es el problema fundamental de los países en desarrollo, como lo es México. Una educación que, liberada de todos los rasgos alienantes, constituya una fuerza facilitadora del cambio que sirva de impulso a la libertad. Sólo en la educación puede nacer la verdadera sociedad humana y ninguna persona vive al margen de ella. Por consiguiente, la opción se da entre una educación alienada, para la domesticación, o una educación emancipadora para la libertad. Este ha sido el credo del gran educador latinoamericano, brasileño pero mundial, que fue Paulo Freire. Educación para el ser-objeto o educación para el ser-sujeto. En pocas palabras, todo en educación debe de cimentar el camino hacia tu liberación interior. Si el papel del maestro es el de liberar al alumno, entonces él o ella misma deben de haber pasado por el mismo proceso, que es una lucha continua que jamás se completa. Esto implica que en el camino hacia la liberación van de la mano alumno y maestro/a. La libertad es producto de la conciencia de igualdad que se nos inculque. En la universidad todos somos iguales, porque todos somos adultos. 

Sin embargo, para muchos, en nuestra cultura, educar significa domar, contener, reducir, controlar, intervenir, modelar, y muchos etcéteras cuya síntesis final es reprimir. Si aplicamos esta dualidad al salón de clases, veremos que reproduce un modelo basado en la desigualdad, en la imposición, que lejos está de contribuir a la liberación interior del estudiante. Domina en nuestro medio, (de aquí hasta Argentina) una pedagogía que no hace otra cosa que reproducir la relación maestro-aprendiz que se ejercía en la edad media, no tan distinta a la relación laboral contemporánea patrón-empleado. 

El formato escolar, basado en la calificación, donde hay un pizarrón, sacas alineadas y se pasa lista, reproduce y mantiene al docente en esa desigual relación. En ese ámbito, el estudiante tropieza y avanza (prueba y error - reflexión y acción) teniendo como referente al maestro que es el que sabe que está bien y qué está mal, qué es bello, y qué no es bello, etc. Si consideramos que la universidad no es una institución militar ni tampoco religiosa, que las enseñanzas no se basan en la fe, ni en la obediencia, hay que reconocer de una vez que este tipo de relaciones injustas y desiguales ya no proceden. No es educación aquella que reprime, inhibe, impone, presiona, amedrenta, sujeta, porque lo que logra es anular la identidad del estudiante, y uniformarlo en un perfil único. Los estudiantes entran siendo todos diferentes, y salen siendo todos parecidos. ¡Qué labor conformadora, de anulamiento de la identidad ejercen los docentes!… ¿y a eso le llaman educar?… lo que logran es apagar su interés por innovar, por buscar respuestas ingeniosas, laterales, es decir, por ser creativos. Para ejercer cualquier profesión con creatividad, es decir con arte, es menester ser libre, porque sólo desde la libertad nuestra imaginación fluye, se pone en acción.

Ahora bien, todos sabemos que la libertad debe de articularse con la disciplina, la otra cara de la moneda. Entonces la pregunta que surge es: ¿cómo armonizar libertad con disciplina? Esto obliga a definir que entendemos por disciplina. Pensemos en disciplina como el trabajo sistemático que requiere múltiples horas de lectura, de memorización en el manejo de lenguajes, de habilidad para utilizar herramientas, de afinamiento de destrezas psicomotrices, etc. Para dominarlas es necesario sentarse y repetir el mismo gesto durante largas horas. Este tipo de rutinas parecieran estar reñidas con la libertad. Pero el trabajo intenso y sistemático no implica sacrificio ni pérdida de libertad. Los que así lo conciben, son los que dicen, "la letra con sangre entra", pero los que saben que forma parte de su ejercicio de la libertad, que implica el auto-control, dicen "la letra con pasión entra". 

¿Cuál es el método para equilibrar libertad con disciplina, es decir, para ser disciplinados sin perder la libertad? Decir método es definir que hay que hacer primero y qué hay que hacer después. Pero en el mundo de las artes y las humanidades, los métodos no se plasman en manuales, ni se derivan de la ciencia. Las respuestas, las propuestas, las ideas, no son resultado de un método pre-escrito, ni de normas, porque frente a un determinado problema hay infinitas soluciones, y no hay manual o docente alguno que pueda decir cuál es la mejor. En resumen, la disciplina, entendida como el trabajo sistemático y arduo, para el desarrollo de destrezas y de lenguajes, es algo que puede llevarse a cabo desde la libertad o desde un concepto de disciplina entendida como cautiverio, encadenada y opresiva. Si somos maestros, nuestra labor será ayudar a que ese otro crezca, tenga poder, para lograr control sobre sí mismo, el deseo de disfrutar de la vida, que implica el vivir bien y el pensar bien. Ser dueño de si mismo es encontrar el equilibrio entre sensibilidad y razón, entre libertad y disciplina. Es seguir la "educación lenta" que se basa en la quietud, la reflexión y la meditación. Los resultados serán evidentes: ser un individuo libre, y por lo tanto feliz, o ser un individuo resentido, es decir, infeliz. Casualmente en una entrevista reciente de Elena Poniatowska al Arq. Teodoro González de León, con motivo de su 90 cumpleaños, la escritora apunta lo siguiente: "Inquiero si es feliz y responde severo: “Estoy bien. ¿Feliz? Esa palabra no va conmigo. Quisiera otra para decir que estoy interesado en la vida. La felicidad para mí sería conocer la quietud y yo nunca descanso.” Leído en http://www.jornada.unam.mx/2016/05/08/opinion/a03a1cul (mayo 8, 2016).

MONEDA TRES - EDUCACION FORMAL VS EDUCACION IN-FORMAL - Las profesiones y los oficios, se han encerrado dentro de los muros de la universidad. Las carreras, como han sido ancestralmente concebidas, continúan con la tendencia histórica de excluir el arte. Pensemos en cualquier carrera y preguntémonos en qué momento hay lugar para la música, la literatura o la poesía; adonde se acomoda el grabado, la pintura, o la escultura, a que horas se abre un espacio para discutir sobre teatro, cine o danza. Nada tienen que hacer allí esos asuntos, se erradicaron de la misma manera que hoy se tiende a erradicar la tesis. Lo que importa es encerrar a los alumnos en compartimentos estancos, amoldarlos, dentro de los indicadores que incluye una buena eficiencia terminal. Lo que se hace a un lado es formar egresados capaces de ofrecerle algo más que obediencia a las fuentes de trabajo que lo lleguen a contratar. En el mercado no abundan egresados jóvenes, libres e innovadores que estén por encima de las tareas que se les asignen. Ante esta falta de calidad humana, el mercado se aprovecha de la enorme oferta, ofreciendo magros salarios, y ejerciendo una decepcionante evaluación final del egresado. Al estudiante no se le ha advertido de antemano, que los años de estudios universitarios no son suficientes para ejercer ninguna profesión. No se les dice que en los países del primer mundo, todo egresado de la institución que sea, está obligado a ejercer varios años de práctica profesional diversificada, antes de que se le someta a un examen (a cargo de instancias gubernamentales) para poder registrarse en la secretaría de trabajo y finalmente, después de muchos años, ejercer libre y legalmente su profesión. Entre nosotros al egresado con unos pocos semestres de estudio, se le regala una cédula profesional y se le deja a su suerte en un mercado confuso e indiferente, a ver qué hace. Este tipo de conducta no tiene otro apelativo que el de fraude. 

Una manera radical de resolver este problema, la han sugerido muchos estudiosos, uno de ellos del campo de la arquitectura es Oriol Bohigas, quien en su conferencia de apertura al Simposio Internacional de Barcelona (2005), titulado La Formación del Arquitecto, propuso, sin ser el primero, ni el único, sacar la escuela de arquitectura de la universidad. En otras palabras, esa idea encierra la idea de que la sociedad recupere las profesiones, quitándoles la indumentaria académica, para pasar de la simulación a la realidad. Como seres humanos, nos formamos en la escuela de la vida, pero el sistema social, desde el siglo XIX, ha ampliado el poder de la escuela formal intentando educarnos exclusivamente en ella. Como bien lo ilustra el salón de clases, la escuela formal ha hecho todo lo posible por dejar afuera a la escuela de la vida. Pero la escuela de la vida, que se nutre de la cultura popular, de las raíces étnicas y culturales, de la historia y de las costumbres y tradiciones, termina teniendo mayor poder formativo que la escolaridad. Cuando hablamos de escuela de la vida, pensamos también en la tecnología y su capacidad de crear redes sociales, Internet, correo electrónico, Facebook, Twitter, el uso de blogs, wikis, descargar y compartir libros, videos, películas, conciertos, etc. Los jóvenes de hoy hacen del uso de dispositivos móviles de conexión personal, no para perder el tiempo, como piensa el prejuicioso profesor tradicional, sino en su dimensión de medios de entretenimiento, recreación, comunicación, y a la postre conocimiento. Además del celular, la juventud de hoy, marginada y por ello cada vez mas confinada a su territorio, que es su cuerpo, siguen desarrollando hábitos y destrezas que llamamos "corporales-artísticas-creativas". Éstas incluyen desde las relacionadas con el arreglo personal: vestido, tatuajes, perforaciones y otros tipos de intervenciones, que entre sus muchos significados (leer a Adrián De Garay) tienen una intención estética. Pasan por las que se desarrollan con la intención de usar el cuerpo de manera especial y hábil, en forma autodidacta, como el dominio de la patineta (skate-board), ciclismo, malabarismo, equilibrismo, danza aérea, pole dance, manifestaciones como el hip-hop o el muralismo callejero. Y llegamos a las que requieren una mayor disciplina y entrenamiento formal como bailes urbanos o regionales, formas diversas de las artes marciales, el yoga, el performance, destrezas circenses y otras. Si los docentes conociéramos mas y mejor la vida cotidiana de los estudiantes, nos estaríamos asomando a una fuente de recursos que ubicarían al estudiante en un lugar mas preponderante y respetado. Es un error ver al estudiante como un ser mal preparado. No son hojas en blanco, son adultos, igual que sus docentes, y no hay mayor diferencia entre ellos, mas que el papel que van a jugar durante un determinado período de tiempo. Es lógico entonces, pensar que cuando la escuela de la vida logra penetrar en la escuela formal, la transforma, de la misma manera que la escuela formal, al penetrar en la realidad circundante debería nutrirla. 

Por eso afirmamos que el modelo de universidad basado en salones de clase, en su versión tradicional, ya no se sostiene, menos aún si incorporamos las nuevas tecnologías que guían el consumo cultural popular de los estudiantes y el nuestro. Los cuatro muros del aula estallan ante la nueva realidad, se derrumban, llevándose consigo mesas y pupitres para volverse a acomodar en los nuevos espacios que esperan. Algunos investigadores las llaman ZAT (zonas autónomas temporales), como sitios informales, donde ocurren conversaciones entre estudiantes y docentes, bajo proyectos suyos, camuflados bajo la inamovible oferta ancestral. Estas zonas surgen por las fracturas del mal funcionamiento institucional, en los tiempos libres, en los entre-lugares, tanto físicos como virtuales. La universidad está distraída en su gestión financiera y administrativa, en el constante llenado de formatos, en el cumplimiento de políticas, en el llenado de requisitos que demanda el sistema. Los funcionarios están preocupados por sus viajes, por sus documentos empastados en piel de cabretilla. La decadencia e inmovilidad aparente de la institución universidad, acentúa las fracturas del sistema, las grietas del organigrama, los intersticios de los programas blindados por la normativa contra todo cambio o actualización. Se van abriendo así espacios informales donde maestros y alumnos, establecen y operan proyectos, acciones experimentales, procesos aleatorios, que son los que a la postre educan y mantienen educados y actualizados a aquellos elementos de la planta de profesores que no han sido vencidos por la burocratización o consumidos por las tentaciones de los viajes propios de los que siguen la carrera política.

MONEDA CUATRO / RAZON VS SENTIR - En una cultura académica centrada en la razón, predomina lo cognitivo. Esto se refleja en el hecho de que para el docente el estudiante se reduce a su cabeza. El resto del cuerpo, se desliza hacia abajo del pupitre, no tiene mayor utilidad. El estudiante bien podría dejar su cuerpo en casa y enviar su cabeza a la escuela, porque con eso basta. La dinámica de grupo que se crea en el clásico salón con mesas alineadas y pizarrón al frente, en vez de provocar la interacción, promueve el silencio. La participación queda restringida a los pocos que levantan la mano. El aula se ha convertido en una zona de refugio y defensa para el docente. Pocos se atreven a salir del salón y mucho menos a dejar que un extraño (colega) entre. Los que hemos decidido salir del salón de clases, hemos aprendido algo fundamental: cuando los estudiantes interactúan al aire libre, en el contexto de una sesión de enseñanza-aprendizaje, en la que incorporamos intervalos a realizar actividades físicas (baile, yoga, juegos…) la dinámica de grupo sufre una transformación cualitativa. Los estudiantes se reconocen entre sí de nuevas formas, se expresan en otros lenguajes, se conocen de cuerpo entero, y eso lleva a una mayor integración del grupo, mayor asistencia, mejor comunicación, y mayor afecto. Si los docentes, acostumbrados a relacionarse con la cabeza de sus estudiantes, dieran los contenidos de su programa, fuera del salón, en movimiento, incluyendo lo corporal a sus prácticas, estarían utilizando los diversos lenguajes que parten del cuerpo, y se asombrarían de la abismal diferencia que hay entre la palabra estática en el aula-claustro, con la palabra dinámica en el jardín sideral. Si conocieran, respetaran y permitieran que el estudiante utilizara sus capacidades corporales-artístico-creativas, podría discutir cualquiera de los contenidos que forman parte de su programa, sustituyendo el pizarrón por el cuerpo. Estudiar es trabajar con ideas, para tener ideas hay que ubicarse saber entender la situación de diseño que debe problematizarse, se en el espacio-tiempo, se trata de un problema conceptual. Ideas y conceptos surgen de la imaginación. El uso de la imaginación es producto de la libertad interior del individuo que piensa. La libertad interior no se logra por medio de conocimientos externos que entran vía la cabeza, sino por ideas que surgen desde adentro por la vía del cuerpo entero. Las ideas no son una formulación mental-racional, sino el resultado del equilibrio entre sentir (el cuerpo y sus sentidos) y la razón. No hay racionalidad sin sensibilidad. Es menester entonces sacar al estudiante del aula, y trabajar con él o ella entero, mente y cuerpo, al aire libre, es decir, fuera de todo recinto que juegue el papel de prisión. Este tipo de estudiante que se manifiesta con su cuerpo fuera y dentro de la escuela, muestra una mayor capacidad de adaptación, logra su permanencia en la educación formal, requisito para lograr su grado o diploma. Lo hace así porque su cuerpo creativo la ha enseñado a comunicarse, expresarse y socializar, porque desde la universidad mantiene una relación de armonía con la escuela de la vida. Hay que sacar al estudiante del salón y hay que sacar al salón de la universidad. 

La educación es para vivir, no para sobrevivir. Primero se vive, después se estudia, existe una indivisibilidad entre el acto de conocer y el de vivir. Como dijo Jean Piaget (1936): “No hay ningún conocimiento basado solamente en percepciones, porque éstas están siempre dirigidas y acompañadas por esquemas de acciones. El conocimiento proviene, por lo tanto, de la acción”. Estudiar y formarse es desarrollar la capacidad de "vernos a nosotros mismos", y al vernos, visualizar el sitio en el que nos encontramos en el mundo en que actuamos. El maestro chino Xhuangzi, ha dicho que la mente no es el principal depositario del conocimiento, que hay otro órgano, que reside en esa arteria principal (du) sensible: la línea de vida, que es la sensibilidad. Decir sensibilidad, sentidos, emociones, es decir belleza. Hablar de belleza nos remite al arte, a la capacidad artística y al placer estético, diferente al que da la inteligencia por si misma. Todos somos sensibles, todos somos creativos, no sólo los músicos los pintores, o los literatos, sino todos.

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