Gustavo Méndez
06/11/2011
"La desmovilización es tan grave como los ataques (...) Es necesario que todos los actores se activen" "No podemos renunciar al diálogo, externo e interno, hay que abrir caminos para la participación de todos los sectores sin importar los obstáculos"
Sus gestos y palabras revelan preocupación por la crisis que aqueja al sector universitario. Para Eleazar Narváez, ex Director de la Escuela de Educación y ex Vicerrector Académico de la Universidad Central de Venezuela, urge relanzar la autonomía y presentar al país una visión compartida sobre el futuro de la vida académica.
En las siguientes líneas advierte sobre los enemigos externos e internos que impiden el desarrollo institucional.
-¿Cómo evalúas el debate sobre la autonomía entre el Gobierno y universitarios?
-Históricamente, y en este presente, la autonomía ha sido un poderoso instrumento para que la universidad se defienda del Gobierno de turno y de factores internos y externos. Sin embargo, me preocupa que se reduzca a un simple instrumento para defenderse del Gobierno olvidando sus otras dimensiones y sentido fundamental.
-¿Cuál es ese sentido?
-Preservar la función esencial de la universidad que es la producción y divulgación del conocimiento. La autonomía impide que haya cortapisas internas o externas que desvirtúen esa función. Se empobrece el debate cuando se reduce la autonomía a un legado histórico. Se olvida que la autonomía está en permanente construcción y nosotros somos protagonistas de ese proceso.
-Parece que la autonomía se convirtió en un slogan. No hay señales que se esté elaborando esa construcción.
-La autonomía no se limita a designar autoridades o darnos nuestras normas, también pasa por resistir las presiones internas o externas que pretendan desfigurar sus fines esenciales. La universidad no puede estar subordinada al proyecto político del gobierno de turno, pero también debe preservar la diferencia y el pluralismo. Urge revaluar el para qué y dotarla de sentido.
-¿A que te refieres con presiones internas?
-Antes, debo hablar que la autonomía no es un privilegio que está plasmado en la Constitución, Ley Orgánica de Educación y la Ley de Universidades. Hay que ver la autonomía en carne y hueso, en ejercicio. La autonomía no sólo se afecta con la intervención policial, disminuye cuando sufre los efectos del bestial cerco presupuestario a la que está sometida y que ha desestabilizado su vida institucional. La universidad no tiene recursos para planificar su futuro y adelantar proyectos en extensión, docencia e investigación. Se afecta cuando sometes a la universidad a las permanentes agresiones por parte del Tribunal Supremo de Justicia, y la descalificación del Presidente y los voceros oficiales.
-¿Y las presiones internas?
-A lo interno puedo decir que hay ciertos comportamientos, de ciertos actores, que hacen daño sobre todo cuando hay un doble discurso: se crítica el autoritarismo y la falta del diálogo del Gobierno, pero ciertas autoridades niegan el diálogo y rechazan las críticas, estas acciones también alteran la autonomía. Pongo el acento en esa dimensión; se viola la autonomía cuando no hay condiciones para su ejercicio. Mi artículo La autonomía es letra muerta causó escozor a las autoridades porque invito a reflexionar sobre la dinámica interna. Subrayo que se están haciendo muchas cosas buenas, pese a las limitaciones, pero hay que reflexionar sobre lo que dejamos de hacer y las fallas internas. Es necesario dar ese debate si queremos mejorar.
-¿Cómo se lucha contra las presiones internas y se promueve el diálogo?
-Es necesario movilizarnos contra esas actitudes. Muchos no comprenden esta situación por la visión distorsionada que tienen de la autonomía. Hay que pensar en estrategias de organización y movilización en defensa de la universidad para que no se convierta en una agencia gubernamental y se preserve el debate interno.
-El TSJ suspendió las elecciones decanales de la UCV y modificó el reglamento de profesores y los ucevistas no reaccionaron, no hubo marchas ni protestas, si acaso un recurso de nulidad.
-La desmovilización es tan grave como los ataques a la universidad. Es necesario que todos los actores se activen. Preocupa la apatía de los universitarios.
-A qué atribuyes la desmovilización.
-Por muchos años los estudiantes activaron la participación, pero últimamente están más ocupados en asuntos de la política nacional. Hay que ser autocríticos porque no hemos hecho lo necesario para lograr activar a los diferentes actores.
-¿Está en crisis el liderazgo universitario?
-Podemos hablar de la disminución del liderazgo y de incentivos para la participación. Tienes un profesorado muy golpeado por su situación económica y calidad de vida...
-Más preocupado por subsistir que por su carrera académica.
-Con salarios de hambre y sin fondos para la reposición de cargos. A eso hay que sumarle los problemas de infraestructura y dotación. Pero no le decimos al país la gravedad del asunto, es necesario que se conozca cómo la crisis está afectando la vida institucional.
-¿El país se acostumbró a la crisis universitaria?
-No solo el país, lo peor es que nosotros también nos acostumbramos. Docentes que sobreviven y que no tiene dinero para comprarse libros, empleados con bajos salarios. Hay escuelas que funcionan sin secretarias, y el docente debe asumir ese rol. Es recurrente la queja por el déficit y la amenaza de cierre técnico pero al final los recursos llegan. Al final la universidad renuncia a muchos proyectos de docencia e investigación y de está manera se reduce la calidad institucional. Nos preocupa más el número de egresados, y menos su calidad y la institución.
-El presupuesto ya no moviliza a los universitarios. La queja se limita a una rueda de prensa
-Es una queja mediática.
-¿Si no se activan por la violación de la autonomía ni por la crisis institucional qué puede movilizarlos?
-Es necesario un gran esfuerzo. Las grandes decisiones no pueden quedarse en el Consejo Universitario. El último ejemplo fue lo que sucedió con las modificaciones que impuso el TSJ al reglamento del personal docente e investigación donde se tomó una decisión sin debatir el tema en las escuelas y facultades. Ese tipo de acciones promueven la desmovilización.
-¿Qué propones para revertir esta situación? ¿Cuáles son las alternativas para reivindicar esa autonomía?
-Hay que dejar el papel de víctimas. No podemos defender la autonomía sólo en los medios, es necesario movilizar a toda la comunidad. La autonomía no se limita a dos o tres actores que condenan las agresiones en la prensa. Es necesario superar esa práctica y pensar en una estrategia que incorpore a los distintos actores sin discriminación para relanzar a la universidad.
-¿Cúal estrategia?
-Hay que debatirla y eso no puede ser responsabilidad de un solo sector, todos los integrantes de la comunidad tienen algo que aportar para enriquecer la lucha por la universidad que queremos. Debemos definir, dentro de las diferencias, una universidad para el país. Presentar una visión compartida a partir de lo que tenemos, con errores y aciertos, y distanciarnos de la pretensión oficial de aniquilarnos para edificar una nueva institución. El reto es grande. Hay que propiciar el diálogo con todos los sectores, discriminaciones odiosas no caben. No podemos renunciar al diálogo, externo e interno, hay que abrir caminos para la participación de todos los sectores sin importar los obstáculos.
gmendez@eluniversal.com
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