Eleazar Narváez
Estamos convencidos de que ante la diversidad, complejidad, gravedad y magnitud de los problemas que hoy aquejan a la universidad autónoma en el país, tanto las autoridades como la comunidad universitaria en general están llamadas a ser más proactivas que reactivas. No se trata sólo de defenderla con firmeza en la actual coyuntura ante las insistentes y perversas pretensiones del Gobierno de subordinarla a su proyecto político-ideológico – y también ante factores internos distorsionadores del ejercicio autonómico institucional -, sino que es preciso además, fortalecerla a partir de la identificación y solución de sus problemas clave, del reconocimiento de sus innegables logros a lo largo de su historia y del desarrollo y aprovechamiento de sus inmensas potencialidades de cara a las exigencias del presente y el futuro. En tal sentido, pensamos que es pertinente hablar más bien de la autoafirmación de nuestra universidad en una perspectiva que trascienda el corto plazo, en la que quede implicada, por supuesto, la imprescindible defensa del principio de autonomía en sintonía con la misión esencial de la institución y con apego a lo previsto en la Carta Magna.
Asimismo, ligado a lo anterior, cabe destacar la necesidad fundamental de que la puesta en marcha y el desarrollo de una propuesta de autoafirmación de la universidad cuente con la manifiesta y decidida voluntad política del gobierno universitario en todas y cada una de sus instancias, así como la participación en la misma, con espíritu orgánico, de los distintos actores de la institución. En este punto se tiene la convicción de que es indispensable generar mecanismos de incentivación para lograr una mayor movilización y participación desde las bases y crear las condiciones adecuadas para producir un mayor sentido de pertenencia e identidad de los miembros de la comunidad universitaria.
Además, es muy importante que esa participación de los actores universitarios se potencie mediante el establecimiento de vínculos estrechos de un modo sistemático y sostenido con otras instituciones educativas y representantes clave de la sociedad civil organizada, en la perspectiva de ampliar y fortalecer la base social de sustentación de la acción universitaria. Al plantearse esto cabe señalar, por otro lado, la importancia de que la universidad autónoma reafirme su liderazgo nacional, su posición de vanguardia como ámbito privilegiado de cultivo del saber y faro orientador en la lucha por la democracia, la libertad y el desarrollo en general de la nación.
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