martes, 19 de enero de 2010

Contra la autonomía universitaria

Eleazar Narváez
"Esto es lo que me duele: suscitar el rechazo y no la refutación. Pido que se me ataque frontalmente, que se me juzgue por mis ideas y no por lo que se quisiera que fueran mis ideas; y esto en todos los dominios, en todos los terrenos" (Edgar Morin, Ciencia con consciencia, pág. 24)

Contra la autonomía, un principio fundamental para que nuestras universidades se dediquen a la creación y difusión del saber sin obstáculos de cualquier signo, se procede con diversos recursos y en diferentes planos. A la autonomía universitaria no sólo se le embiste mediante decretos u otros dispositivos jurídicos, o con la presencia de tanques de guerra o de las llamadas fuerzas del orden público en las instalaciones y áreas geográficas donde funcionan nuestras casas de estudio. Tampoco los ataques contra ella provienen únicamente de afuera o de personas extrañas a las comunidades de esas instituciones.

El presupuesto, por ejemplo, ha sido un instrumento utilizado por los gobiernos – el que tenemos en la actualidad no es la excepción – para lograr uno u otro propósito en la dinámica de la vida universitaria. Tal como lo afirma Alexis Márquez Rodríguez, en la conferencia leída en la Sala de Conciertos de la UCV el día 10 de marzo de 2003, desde el momento en el cual el gobierno de Antonio Guzmán Blanco les quita a las universidades sus bienes propios y establece que estas instituciones dependerán del presupuesto nacional, “…cada universidad está a merced del Ejecutivo en lo tocante a la disponibilidad de sus recursos financieros, con mengua de su autonomía, aun cuando esta aparezca consagrada en la Constitución y las leyes respectivas”.

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