Editorial de El País, España,17/10/10
Una de las consecuencias más indeseables de la crisis y de los ajustes presupuestarios sería la pérdida de algunas de las promociones de científicos e ingenieros más preparadas de toda la historia de nuestro país. Carecer de perspectivas laborales razonables después de muchos años de formación, en ocasiones en algunos de los mejores centros nacionales o internacionales, puede suponer la pérdida del impulso necesario para perseverar en una carrera investigadora que no ven posible. Los efectos del abandono son irreversibles; no puede haber lagunas en una actividad tan exigente cuando se está compitiendo con sistemas más desarrollados que el nuestro y con mejores defensas en tiempos de crisis.
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