Eleazar Narváez
Tal Cual, 21/12/11
Tal Cual, 21/12/11
Sí, esa voz de angustia comienza a escucharse con mayor intensidad en distintos ámbitos de nuestras universidades, particularmente en aquellas amparadas en el principio de autonomía, las cuales padecen los más feroces y sistemáticos ataques de un régimen que de manera abierta e inescrupulosa las ha declarado sus enemigas políticas. Ciertamente la situación es de extrema gravedad. La realidad nos muestra con múltiples hechos que esas instituciones en la actualidad están más desestabilizadas que nunca. Este es el triste y lamentable resultado de diversas acciones gubernamentales realizadas tanto de modo velado como manifiesto, con la complicidad de otros poderes del Estado secuestrados por el Ejecutivo y la participación de grupos violentos que actúan con absoluta impunidad.
Sin duda, estamos obligados a actuar lo más pronto posible, a menos que nos resignemos a tener una universidad más deteriorada y próxima a cerrar sus puertas por no contar con las condiciones generales mínimas requeridas para cumplir adecuadamente con sus funciones. Es preciso no ceder ante la tentación de apelar a mecanismos de evasión que no nos permiten apreciar lo que día a día corroe la vida de nuestras universidades. Tampoco nos favorece desde el punto de vista institucional que nos conformemos con asumir sólo el papel de víctimas, con nula o poca capacidad de respuesta para enfrentar decidida y efectivamente a quienes hoy hacen méritos para destruir a la universidad venezolana.
A fin de abrir caminos ante esta difícil y compleja situación, hay, entre otros, dos desafíos a los que, con urgencia, debemos prestarle una mayor atención. En primer lugar, el llamado a definir qué y cómo hacer para lograr una mayor movilización y participación de los miembros de la comunidad universitaria en esa lucha. Al respecto necesitamos responder con diferentes ideas y acciones que ilustren y motiven, en distintos espacios (el aula, el pasillo, etc.), con varios medios y recursos y con el concurso de diversos actores y sectores. Se trata de generar las condiciones para incentivar y producir una movilización universitaria sin fanatismos, afincada en el conocimiento de nuestra problemática institucional, con la toma de conciencia de aquello que nos amenaza y perjudica y también de las exigencias fundamentales de cara a la transformación universitaria.
Y en segundo lugar, es fundamental procurar la unidad de los universitarios, unidad de propósitos y de acción, con la conciencia de que ésta, bien definida y amplia, es clave para hacerle frente tanto a los graves problemas que hoy nos aquejan como a los retos de largo aliento de nuestras universidades. En tal perspectiva, hablo, en esencia, de una unidad para preservar, defender y potenciar la autonomía universitaria.
Si no nos unimos y movilizamos, la universidad autónoma quedará expuesta a mayores peligros.
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