Ocarina Castillo D'Imperio
Conferencia inaugural Sapienza 2012
Ciertamente que, como decía Rubén Blades en aquella canción, intensamente oída y bailada por el año 1979, "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios", hay situaciones en nuestra vida actual que no dejan de sorprendernos, cuya aparición suscita en nosotros una especie de maravillamiento, un descubrimiento impredecible…..Mientras que otras, igualmente inesperadas, nos desconciertan o confunden, ya que no cuadran con el guión que habíamos visualizado para nuestra vida a lo largo del desarrollo de nuestra carrera académica en la Universidad Central de Venezuela. En efecto, desde hace casi 5 años formo parte de la categoría, claramente en aumento, de profesores jubilados de esta universidad. El calificativo de "jubilado" viene de la palabra griega Júbilo "xuβilo", que significa contento grande, regocijo y algazara, que se manifiesta a través de signos exteriores, como "lanzar gritos de júbilo", es decir, aquellos que tienen el privilegio de jubilarse, están en una etapa de su vida en la que, después de cumplir con las obligaciones que les exige la institución a la que le han dedicado muchos años de trabajo y esfuerzo, pueden irse a su casa a disfrutar de un merecido descanso en un ambiente de esparcimiento, satisfacción y gozo.
Así que es una gran sorpresa, cuando al llegar a esta etapa después de 35 años de servicio en la UCV, el júbilo se trastoca en creciente desazón, incertidumbre e indignación ante el panorama que viven hoy nuestras universidades nacionales y dentro de ellas, muy especialmente, la difícil situación por la que atraviesa la investigación, que es la actividad responsable de la creación de nuevos conocimientos. Ciertamente, desde mi ingreso a la UCV en los años aurorales de la Renovación Universitaria en 1970, ha sido un tema constante y recurrente la transformación, la reconversión, el cambio, la refundación universitaria. El debate entre la necesidad de responder a los retos cada vez más acuciantes del conocimiento y su transferencia a la sociedad, y la permanencia al interior de la institución de estructuras vetustas y prácticas rígidas e inoperantes. Pero no sólo se trata de una discusión acerca de procesos académicos, gestión del conocimiento y respuestas organizacionales, sino que el telón de fondo ha sido la existencia de una relación siempre tensa, contradictoria y marcada por las recurrentes insuficiencias presupuestaras e incomprensiones políticas entre las universidades y los gobiernos de turno. Pero la situación no ha sido nunca tan preocupante, conflictiva y poco promisoria como la que vivimos hoy.
Así que es una gran sorpresa, cuando al llegar a esta etapa después de 35 años de servicio en la UCV, el júbilo se trastoca en creciente desazón, incertidumbre e indignación ante el panorama que viven hoy nuestras universidades nacionales y dentro de ellas, muy especialmente, la difícil situación por la que atraviesa la investigación, que es la actividad responsable de la creación de nuevos conocimientos. Ciertamente, desde mi ingreso a la UCV en los años aurorales de la Renovación Universitaria en 1970, ha sido un tema constante y recurrente la transformación, la reconversión, el cambio, la refundación universitaria. El debate entre la necesidad de responder a los retos cada vez más acuciantes del conocimiento y su transferencia a la sociedad, y la permanencia al interior de la institución de estructuras vetustas y prácticas rígidas e inoperantes. Pero no sólo se trata de una discusión acerca de procesos académicos, gestión del conocimiento y respuestas organizacionales, sino que el telón de fondo ha sido la existencia de una relación siempre tensa, contradictoria y marcada por las recurrentes insuficiencias presupuestaras e incomprensiones políticas entre las universidades y los gobiernos de turno. Pero la situación no ha sido nunca tan preocupante, conflictiva y poco promisoria como la que vivimos hoy.
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