sábado, 9 de junio de 2012

UCV: sobre el voto paritario

Vicente Lecuna*
Tal Cual, 09/06/12

¿Por qué todos los profesores, egresados, empleados, obreros y estudiantes no podemos votar a la hora de escoger nuestras autoridades en las universidades autónomas venezolanas? ¿Por qué cada voto de los que sí pueden hacerlo no vale lo mismo, como cuando elegimos Presidente? ¿Por qué lo que es bueno para la pava no es bueno para el pavo? ¿Es que acaso las autoridades universitarias, y los profesores de escalafón, están por arriba de la ley, por arriba del Presidente y del Estado? ¿A cuenta de qué? Los venezolanos somos igualitaristas radicales, y chalequeamos duro al que se crea mejor. Es una de nuestras condiciones, o por lo menos a muchos de nosotros nos gusta pensarnos de esa manera.

Quién sabe por qué. Quizá sea porque no respetamos el autoritarismo, o porque no nos sacarán de la cabeza que todos valemos lo mismo, o porque no creemos que una sola persona pueda representarnos a todas, o porque despreciamos a los pretensiosos, a los que se creen imprescindibles, a los que se sienten ungidos, predestinados, resucitados, o porque estamos convencidos de que cualquiera puede ser Presidente o Rector o lo que quiera ser. Porque somos democráticos, en fin. Y en la democracia no caben los privilegios. Esa condición venezolana tiene sus problemas, es verdad, algunos graves. Pero las virtudes del igualitarismo inclinan la balanza con fuerza hacia su lado. Es mejor el igualitarismo que el elitismo, no me cabe duda.

¿Cómo es posible, entonces, que en el mero centro de la capital de un país así de igualitario se haya permitido y, peor todavía, financiado con fondo públicos durante tantos años, un sistema universitario que promueve privilegios? ¿Cómo es posible, además, que en la gran mayoría de las universidades nacionales, que no son autónomas (las llamadas experimentales), no haya elecciones para escoger a las autoridades? ¿Cómo es posible que en la joven Universidad Bolivariana de Venezuela tampoco haya elecciones? ¿Por qué en la UNEARTE, por mencionar otra joven institución, se ponen las autoridades a dedo? ¿Cómo es que este enorme bulto de autoritarismo, privilegio, desigualdad, elitismo, desconsideración y conservadurismo, ha pasado desapercibido durante tantos años, estando ahí, frente a nuestros ojos? ¿Por qué nadie ha hecho nada al respecto en ningún caso? ¿Por qué los únicos que han enarbolado la bandera del voto paritario en las universidades (que todos voten y que cada voto valga lo mismo) son los ocasionales grupos radicales que aparecen y desaparecen rápidamente, como instantáneos cometas furibundos de poquísima duración? Uno podría decir que todo esto ha sido así porque vivimos en una sociedad de cómplices. Todos sabemos que la democracia no funciona como tal, que existen privilegios, que algunos son más iguales que otros, como decía George Orwell en Animal Farm . Ante esa desagradable evidencia nos hacemos los locos, miramos para otro lado. En Venezuela, el rey está desnudo desde hace mucho años, pero no ha llegado todavía el niño que grite "el rey está desnudo" frente a la gente. Todos estamos en deuda, todos participamos de la comedia. Vivimos de las apariencias y ahí vamos. Y las universidades autónomas y experimentales son apenas una parte de esa sociedad de cómplices y de privilegios.

Ni más ni menos. Hay otras partes peores, si a ver vamos, mucho peores, como la Fuerza Armada Bolivariana.

Uno también podría decir que en el caso de las universidades autónomas no nos hemos equivocado: que están bien, que no es ningún bulto de privilegios, que es correcta la definición del padrón electoral que no incluye empleados ni obreros, y que privilegia el voto de los profesores de escalafón. Uno podría decir que esto es así porque lo que se debate en las elecciones de una universidad autónoma no es un derecho civil, ni mucho menos un derecho político en el sentido clásico. En las universidades autónomas tenemos el derecho de elegir nuestras autoridades, de acuerdo al sistema que nosotros consideremos. Según esto, no se puede pensar que el derecho universal al voto en el caso de las elecciones presidenciales es equivalente al derecho al voto en una universidad. Una universidad no es un país, ni un estado, ni un municipio, ni nada que se le parezca. Decir que una cosa equivale a la otra es un error. Son peras y manzanas, rectores y presidentes. Es un error que suele cometerse de manera deliberada, para manipular, para causar zozobra, para destruir, para producir resentimiento, rencor, para reducir un espacio independiente y progresista, de izquierda, como la UCV, en una sociedad como la nuestra, que cada día se hace más dependiente, más manipulada, más resentida y más de derecha.

Es un error fácil de comunicar.

La universidad es una institución que tiene por meta la producción de conocimiento. De los derechos civiles y políticos de los ciudadanos se encargan, o más bien se deberían encargar (porque no lo hacen, en realidad), otras instituciones. Nosotros nos encargamos del conocimiento. Y eso es otra cosa. Según esta segunda opinión, pensar que todos los estudiantes, empleados, obreros y profesores deben votar para elegir a las autoridades universitarias, y que cada voto debe valer lo mismo, es tan disparatado como pensar que solamente los ingenieros, por decir algo, deben votar a la hora de elegir al Presidente de la República. Uno también podría decir que existe una tercera opinión: que la misma universidad autónoma decida cómo quiere que sea la cosa de las elecciones de sus autoridades, de acuerdo con sus propios criterios. Esta segunda y tercera opiniones no son tan fáciles de comunicar, son menos demagógicas, piden más tinta y saliva, más imagen, más trabajo. Y eso hay que hacerlo.

Lo que de verdad no tiene ningún asidero, ninguna explicación, lo que significa una de las contradicciones más grandes de este mal gobierno que tenemos desde hace demasiados años, es que ningún ministro, ni ningún diputado del oficialismo, ni ningún líder estudiantil o profesor universitario que apoye al gobierno, diga nada sobre elecciones en la Universidad Bolivariana de Venezuela ni en la UNEARTE, ni en ninguna universidad experimental. Es como que supusieran que está bien que las autoridades se pongan a dedo.

¿Por qué piden tanta elección a las autónomas y ni se quejan de las experimentales? ¿Cómo anda la UNEY, por cierto? Este detalle demuestra, otra vez más, el talante autoritario, arbitrario, centralista, oportunista y mediocre del gobierno de turno.

*Director de la Escuela de Letras de la UCV

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