Eleazar Narváez
Algunas de las inquietudes que tuve a bien plantear en el Congreso Internacional de Rectores Latinoamericanos y del Caribe, realizado en Belo Horizonte, Brasil, en el mes de septiembre de 2007, las recuerdo ahora a propósito del tema de la responsabilidad social de las universidades. En ese entonces,cuando en nombre de la Universidad Central de Venezuela, propuse la iniciativa de crear un observatorio de responsabilidad social de las universidades de América Latina y del Caribe, como un instrumento que nos permitiera conocernos más entre nosotros y hacer más visible lo que estábamos haciendo en esa materia, de modo de articular nuestros esfuerzos y fortalecernos individual y colectivamente en el cumplimiento de tal responsabilidad, expresé:
• Algunas de las dimensiones de nuestra responsabilidad social se exacerban y otras se opacan. Por ejemplo, me parece que se sobredimensiona la preocupación por la contribución de las universidades al logro de una mayor inclusión social y se dejan muchas interrogantes y no pocos puntos oscuros cuando se le atribuye esa obligación a nuestras instituciones.
• Se hace muy poca referencia al papel de conciencia crítica de las universidades como parte muy importante de su responsabilidad en la tarea de orientar a la sociedad en aquellos asuntos de interés nacional.
• Observamos muchos riesgos de distorsión y banalización en la interpretación del concepto de responsabilidad social, cuando se asume desde perspectivas fundadas en intereses que poco tienen que ver con las misiones fundamentales de las universidades.
• Asimismo, queremos llamar la atención acerca de la necesidad de la corresponsabilidad en el ejercicio de la responsabilidad social por parte de los diversos actores de la sociedad en cada uno de nuestros países. Es fundamental la articulación de esfuerzos de las universidades entre sí y con otros actores de la sociedad, y no nada más con representantes del gobierno o del Estado.
• Finalmente, mención especial nos merece la necesidad de preservar y fortalecer la autonomía de nuestras universidades en el ejercicio de la responsabilidad social. Pensamos que tal ejercicio contribuye a potenciar nuestra autonomía al darle mayor legitimidad social. Pero aquí, por supuesto, reivindicamos la necesidad de que nuestras universidades, en diálogo con la sociedad – sin caer en la obsecuencia ante lo que diga o trate de imponer un determinado gobierno – discuta y acuerde, en un ambiente de libertad y creatividad, el contenido y el sentido de esa responsabilidad social.
• Algunas de las dimensiones de nuestra responsabilidad social se exacerban y otras se opacan. Por ejemplo, me parece que se sobredimensiona la preocupación por la contribución de las universidades al logro de una mayor inclusión social y se dejan muchas interrogantes y no pocos puntos oscuros cuando se le atribuye esa obligación a nuestras instituciones.
• Se hace muy poca referencia al papel de conciencia crítica de las universidades como parte muy importante de su responsabilidad en la tarea de orientar a la sociedad en aquellos asuntos de interés nacional.
• Observamos muchos riesgos de distorsión y banalización en la interpretación del concepto de responsabilidad social, cuando se asume desde perspectivas fundadas en intereses que poco tienen que ver con las misiones fundamentales de las universidades.
• Asimismo, queremos llamar la atención acerca de la necesidad de la corresponsabilidad en el ejercicio de la responsabilidad social por parte de los diversos actores de la sociedad en cada uno de nuestros países. Es fundamental la articulación de esfuerzos de las universidades entre sí y con otros actores de la sociedad, y no nada más con representantes del gobierno o del Estado.
• Finalmente, mención especial nos merece la necesidad de preservar y fortalecer la autonomía de nuestras universidades en el ejercicio de la responsabilidad social. Pensamos que tal ejercicio contribuye a potenciar nuestra autonomía al darle mayor legitimidad social. Pero aquí, por supuesto, reivindicamos la necesidad de que nuestras universidades, en diálogo con la sociedad – sin caer en la obsecuencia ante lo que diga o trate de imponer un determinado gobierno – discuta y acuerde, en un ambiente de libertad y creatividad, el contenido y el sentido de esa responsabilidad social.
"Algunas de las dimensiones de nuestra responsabilidad social se exacerban y otras se opacan. Por ejemplo, me parece que se sobredimensiona la preocupación por la contribución de las universidades al logro de una mayor inclusión social y se dejan muchas interrogantes y no pocos puntos oscuros cuando se le atribuye esa obligación a nuestras instituciones."
ResponderEliminarSi la universidad no se debe a la responsabilidad social, entonces si a la inclusión social, de negarse esto, entonces su cuerpo y proposto involuciona y se reduce a un simple claustro, eso no es posible en la sociedad del (control) la información, una sociedad que demanda que sus individuos actuen como las partes interdependientes de un organismo, no hay nada obscuro en ello, es el más claro de los senderos, el camino al conocimiento