lunes, 25 de julio de 2011

La universidad venezolana metida en cintura

Orlando Albornoz
LAISUM, 23/07/11

 
Meter en cintura es una expresión coloquial empleada a menudo en Venezuela, para significar control de una situación dada. Ocurre que la academia de esta sociedad suramericana está siendo sometida a una serie de presiones, con el fin de “meterla en cintura”. No es una decisión aislada, que por una u otra razón se aplica a uno u otro segmento institucional, sino que ello obedece a una política e ideología que lleva a cabo en este país un proceso político que a falta de otro nombre han denominado revolución, en este caso bolivariano y socialista.
 
Es una situación que puede ser de interés para la región de América Latina y el Caribe. Supone una vieja concepción de la educación superior, aquella que privilegia el papel del Estado, de larga tradición en esta sociedad, pues entre 1827, cuando fueron transformadas en republicanas las universidades coloniales, y 1953, cuando se abrieron las dos primeras universidades privadas, el Estado mantuvo un monopolio en este segmento de la escolaridad. Desde entonces se produjo un proceso de cohabitación entre el sector oficial-estatal y el privado. Este último creció, pero nunca llegó a las proporciones de otros países de la región, como México, Brasil y Chile. En Venezuela la participación se mantuvo en niveles que nunca sobrepasaron el 30 por ciento de la matrícula y el liderazgo institucional reposó siempre en las universidades autónomas, sobresalientes en el país porque fueron las instituciones que han generado casi la totalidad de la producción de conocimientos en Venezuela –la matrícula del sector privado alcanza en estos momentos aproximadamente un 13 por ciento del total, pero producen menos del 3 por ciento del conocimiento nacional.

Lo que sí es novedoso es la metodología para ejecutar esta iniciativa de profundizar el control sobre la academia, en Venezuela. No ha consistido como se hubiera podido esperar, en tratar de controlar al sector privado, sino que lo ha hecho sobre el sector que más bien se debió proteger, el sector productivo de la academia venezolana, las universidades autónomas, manteniendo a las llamadas experimentales bajo el mecanismo de control que les permite simplemente tenerlas bajo la sujeción estatal-gubernamental [Nota: las fronteras jurídicas entre Estado y Gobierno son tenues en Venezuela].

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