Jaime Requena
Tal Cual, 22/08/11
Mientras unos hacen todo lo que tienen a su alcance para fomentar políticas públicas que permitan salir del foso donde nos encontramos, los que mandan siguen haciendo todo lo que pueden para enterrarnos más hondo dentro de esa fosa. Es así que, la reforma de LOCTI ha hecho casi insalvable la brecha que distancia a los industriales venezolanos que producen bienes y servicios, de los investigadores nacionales que, por la vía de la ciencia y la técnica, pueden mejorar los procesos de ellos haciéndolos más eficientes.
Otro desacierto se dio con los cambios en los programas gubernamentales de financiamiento o incentivo a la ciencia. Este último concebido para estimular a quienes entre nosotros dejan el lucro a un lado del camino para, íntegramente, dedicarse a resolver importantes problemas de salud o agro-alimentarios (y de paso enseñar su oficio). Sin embargo, promesas incumplidas, cambios repentinos de parecer o requisitos impensables lograron todo lo contrario; confusión entre los más jóvenes investigadores y desánimo en los más experimentados. Y no es para menos.
Por ejemplo, cuando hace poco se creó el Programa de Estimulo a la Investigación (PEI), se proclamó que sólo recibirían el beneficio monetario quienes tuvieran proyectos de investigación. Y es que una revolución que se respete, sólo podía premiar el producto la investigación y no al responsable el investigador. Hace unos días, sin embargo, se anunció que a todos los miembros del PEI con o sin proyecto de investigación en su haber se les daría una platica ¡Hasta allí llegó lo ideológico! Si bien los burócratas del ONCTI / FONACIT se vanaglorian que Venezuela es el país del mundo que más invierte en ciencia y tecnología, la realidad vista como resultados o publicaciones es otra; somos el único país de la región que cada día produce menos ciencia y tecnología. En efecto, para el año 2009, registramos unos mil doscientos trabajos en cualquier área del conocimiento, producidos desde el país y publicados en revistas periódicas especializadas nacionales o extranjeras. Para el año pasado, los registros apuntan a un nivel similar mientras que para este año, 2011, se están proyectando alguito más de mil publicaciones.
Esto es un hecho insólito dentro de la historia de la ciencia en Venezuela. Desde tiempos inmemoriales, nos habíamos distinguido por ser unos de los grandes en ciencia en la región y producir cada año unas cuantas patentes y publicaciones más que el anterior. Empero, qué otra cosa se puede esperar cuando los burócratas de la Esquina de El Chorro, en vez de promover e incentivar el desarrollo tecnológico y la investigación científica, se dedican sistemáticamente a desestimularlas y entorpecer su curso.
Del ministro para abajo, el pasatiempo favorito es recompensar a quienes los alaban, especialmente si no se han distinguido como científicos o tecnólogos, y aplicarle el garrote financiero, a quienes teniendo una vida productiva dedicada a la investigación en ciencia, tecnología e innovación, osan pensar diferente a ellos.
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