lunes, 22 de agosto de 2011

Jaque a la universidad

Fernando Rodríguez
Tal Cual /Editorial / 22/08/11

No es mate, ni mucho menos. Pero hay que jugar inteligentemente para que esa torre negra, La Sala Electoral del TSJ, no haga de las suyas. Siempre ladina la nefasta pieza jugó en vacaciones, donde no hay nadie en la ciudad universitaria y las respuestas no pueden sino ser muy atenuadas por los afanes de agosto. La universidad ripostó bien: las vacaciones son para irse lejos, para el mar, la montaña o la tierra natal y postergó hasta muy entrado septiembre el tratamiento del problema. Se cubrió con un alfil. Pero ahora juega el enemigo.

Se trata de que el TSJ quiere convertir las universidades autónomas en galleras populistas, donde se borre el menor rasgo de mérito y las autoridades universitarias sean electas por profesores (muy minoritarios), además de todo tipo y así sean contratados por un trimestre, estudiantes, empleados, obreros y egresados, votando en paridad (sic). Contrariando, de paso, ese triste escupidero que ha terminado por ser la Bicha, que establece que la comunidad universitaria la componen profesores y estudiantes, es decir, los que elaboran su producto específico: el saber y la trasmisión del saber en libertad. Además en una estructura jerárquica, donde unos profesores pueden más que otros, de acuerdo a tiempo y currículos, y deben obviamente organizar y conducir el acto de educar en una medida mayor que los educandos. De manera que alterar la forma existente de elección de sus autoridades desnaturaliza profundamente su función y destino, la putea. Al parecer no existe en este mundo semejante fórmula populista, ni en las democracias más avanzadas, ni por supuesto en los regímenes totalitarios en que manda el Autócrata, como pasa en nuestras universidades no autónomas, que tienen más de cuartel que de fábricas de la sabiduría. Pero no vale la pena continuar esta disparatada disputa.

Por lo demás el Tribunal Supremo hace una de esas inmortales contorsiones que lo ha hecho tan sublime, trapecista inigualable del servilismo y la anticonstitucionalidad, para lograr ese mandato. La ley de educación universitaria aprobada por la inmortal asamblea unicolor (rojo para entonces) fue derogada por el propio Esteban, para vergüenza de su batallón parlamentario. El tribunal apela entonces a la Ley de Educación que contempla el mismo exabrupto, que viola igualmente la Constitución ­y de paso­ la rechazada reforma de ésta en el referéndum de mierda (Chávez).

Como se sabe el Tribunal ha suspendido todas las elecciones que se ha pretendido hacer de acuerdo a la ley de universidades vigente y obliga a las máximas casas de estudio a hacer masoquistamente el nuevo reglamento electoral que las degradaría. Un impase serio porque las universidades necesitan autoridades para funcionar.

Ante esto nosotros diríamos tres cosas: uno, que es factible reformas del claustro sensatas, por ejemplo que aumenten en alguna proporción la participación estudiantil, y que allí deben actuar las autoridades rectorales; dos, que hay que impedir que los estudiantes, y otros sectores, se dejen tentar por unas migajas de poder demagógico que los convertirían en cómplices del magnicidio; y que no es posible que consejo universitario con algo de dignidad cumpla esa obscena función que le quiere imponer la Ignorancia Empoderada: no hay escogencia si el gobierno gorila quiere la cabeza de la universidad venezolana.


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